Capítulo 26

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Capítulo 26

No dejaba entrar a personas en mi vida porque, cuanto más lo hacía, más posibilidades había de salir herida. Cuando se trataba de Mamoru, podía encontrar mil y una formas en que terminaría dañada. No le reprocho nada; era mi culpa por dificultar su cercanía. Temía que algún día se cansara de soportar tanto, pero se escuchaba tan sincero que me aferré a él, como una forma de decirle que sus sentimientos eran correspondidos.

"Cómo me gustaría que te vieras como yo te veo, o que desearas tanto como te desea mi cuerpo," decidí pensar en sus palabras cada vez que me sentía inferior. El recordar la dureza de su cuerpo rozando el mío mientras me hablaba hacía que ese recuerdo se volviera aún más vívido.

En los días siguientes, esperaba algún comentario de Rei o Mina. Me sentía avergonzada solo con mirarlas, pero no ocurrió nada. Era algo tan natural para ellas que no me había dado cuenta antes. Es como cuando escuchas una palabra, un nombre, o sucede algo que nunca habías visto o escuchado, y de repente empiezas a ver esa cosa en todas partes, recordándote o asociándola. Así me pasaba; antes no prestaba atención a sus habladurías, pero ahora cada comentario lascivo me hacía pensar en el sexo. Entonces entendí lo que Mamoru había dicho sobre hacerlo "como conejos." Ahora, en mi mente, parecía un comentario gracioso.

Admiraba la forma en que Rei y Jedite eran tan abiertos respecto al tema, mientras que sentía mis piernas como gelatinas al ver a Mamoru.

Sentía cierta presión por la presencia constante de Mamoru. La soledad había sido mi compañera durante tanto tiempo que tenerlo rondando por todos lados me resultaba un tanto irritante. Sin embargo, a medida que pasaban los días, comencé a disfrutarlo. Verlo tan concentrado en la lectura, incluso cuando Mina buscaba maneras de molestarlo, me provocaba un frío en el estómago cuando me veía descubierta observándolo. Aunque me asustaba, era una sensación que me hacía sentir viva. Además, estando con él, me sentía en paz.

Allí estaba, sentada en el sofá que me traía tantos recuerdos. Mis pensamientos volaban, lo cual era una buena distracción, pues nunca me había gustado estar rodeada de tantas personas. ¿Cómo llegué a esto? Todo por Rei, que me convenció de que Mamoru se sentiría mal si no celebrábamos su cumpleaños.

Para cuando descubrí que a él no le gustaban estos planes, ya era tarde. Aun así, no quise provocar una discusión entre él y Rei. Solo deseaba que no me hubieran dejado sola. Mi única esperanza era que Mamoru llegara. No veía el sentido de esa reunión sin él, y ya casi era medianoche.

—Parece que tu novio es un doctor muy ocupado —comentó Mina, con una sonrisa que sabía qué efecto tenía en mí.

—¿Mina, dónde estabas?

—Llamando a tu novio. —Repetía la palabra "novio" con intención, intentando sacarme de mi zona de confort.

—Siempre me hacen lo mismo, dejándome sola.

—Allí está Kunzite —dijo, ignorándome mientras se dirigía hacia él.

Miré hacia donde caminaba y noté que Kunzite estaba con otro chico. Me llamó la atención su cabello, casi idéntico al de Kunzite. Antes de darme cuenta, el chico ya estaba a mi lado, interrumpiendo mis pensamientos.

—¿Eres amiga de Mina?

—Sí —respondí sin mirarlo, intentando no ser descortés.

—Tienes un parecido fascinante; eres igual de hermosa —dijo, con un tono que me hizo sentir el calor en mis mejillas. Esto no podía estar pasando; me levanté de inmediato, pero antes de dar un paso, él tomó mi mano. Instintivamente, giré para mirarlo, y su mirada fija me incomodó aún más.

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