Capítulo 42
Sabía que algo estaba mal en cuanto Mamoru llegó a casa. Lo vi en la forma en que cerró la puerta con un golpe, en su expresión tensa mientras dejaba las llaves sobre la mesa. Su silencio era más pesado de lo normal, casi como si el aire a su alrededor estuviera cargado de una furia contenida.
—¿Todo bien? —pregunto, mi voz apenas en un susurro.
Mamoru me miró, pero su expresión no se suavizó. Al contrario, parecía aún más tenso. Sentí un nudo en el estómago.
—Sí, estoy bien —respondió, pero el tono de su voz me dijo lo contrario.
El silencio en la casa se había vuelto insoportable. Mamoru había estado distante desde que regresó, y el aire estaba tan cargado que sentía como si me estuviera ahogando. Sabía que algo había pasado, algo más grande que lo que estaba dispuesto a decirme. Mi mente no paraba de crear escenarios catastróficos, y no podía soportar que él me alejara de lo que estaba ocurriendo.
Finalmente, no pude más.
—¿Vas a decirme qué te pasa? —pregunté, mi voz más fuerte de lo que esperaba.
Mamoru no me miró, su espalda seguía rígida mientras dejaba sus cosas en la mesa. Se quedó en silencio un momento antes de responder, con una frialdad que no reconocía en él.
—No es el momento, Usagi.
Esas palabras, "no es el momento", me rompieron. Siempre la misma frase, siempre esa distancia. No entendía por qué me mantenía alejada, se suponía que ya habíamos pasado esa etapa o es que acaso se le había olvidado. Sentí que algo se desgarraba dentro de mí.
—¡Siempre dices lo mismo! —grité, sintiendo cómo la frustración y el dolor comenzaban a empujarme hacia el límite— ¿Es por Michiru?
Él giró bruscamente, sus ojos encendidos por una furia que me tomó por sorpresa. Por un segundo, me quedé paralizada. Nunca lo había visto tan alterado.
—¿De verdad crees que esto es por Michiru? —gruñó, su voz cargada de ira—. ¡No tienes idea de lo que está pasando!
—¡Entonces dímelo! —exclamé, mi voz temblando mientras intentaba no derrumbarme.
Mamoru soltó un suspiro, pero esta vez no fue para calmarse. Era un suspiro lleno de frustración.
—Ellos... —comenzó, pero se interrumpió, claramente tratando de contenerse. Finalmente, explotó—. Michiru y Diamante han estado juntos todo este tiempo. No es solo que estén aliados ¡Es que me han estado usando, han estado jugando con nosotros desde el principio! Y yo fui un maldito idiota por no verlo.
Su confesión me dejó sin aliento. Me sentí mareada, como si todo el suelo bajo mis pies hubiera desaparecido. Michiru y Diamante... juntos. Todo este tiempo.
— ¡Siempre guardas todo para ti, creyendo que me proteges! ¡Me estás volviendo loca!
Lo vi retroceder un paso, sorprendido por la fuerza de mis palabras, pero no podía detenerme. Las lágrimas empezaron a arder en mis ojos.
—¡No puedo con tanto! —grité, con el dolor apretándome el pecho—. ¡Siempre me alejas diciendo que es por mi bien, pero ni siquiera entiendes lo que hay en mi cabeza!
Mamoru se acercó rápidamente, como si quisiera detener la cascada de emociones que estaba desbordándome, pero yo di un paso atrás.
—Usagi... por favor, ya no gritemos. —Su voz era más suave ahora, con una súplica apenas contenida—. Eso significa que nos estamos alejando, y en este momento es lo que menos quiero.
Me sentí aún más furiosa.
—¡Alejarme es lo que has estado haciendo desde que ellos aparecieron! —grité con el alma rota, mis palabras llenas de dolor. Mamoru me miró, impactado, y entonces intenté irme. Necesitaba salir de allí, huir de todo ese caos emocional antes de que me destrozara por completo.
Mamoru me agarró del brazo antes de que pudiera dar un paso más.
—¡No! —exclamó, su voz alterada—. ¡No lo hagas de nuevo!
Forcejeé, intentando soltarme de su agarre.
—¡Suéltame! —grité con furia, pero Mamoru no me dejó ir. Su agarre se volvió más firme, y mis lágrimas comenzaban a brotar con más fuerza.
—No lo haré. No voy a dejarte ir. —Su voz ahora era más desesperada.
Comencé a golpear su pecho, intentando liberarme de su abrazo. Quería que me soltara, pero al mismo tiempo, odiaba la idea de que lo hiciera.
—Ya basta —dije, con voz fría y distante, sintiendo que la desesperanza me envolvía. No quería más. No podía más.
Pero esa indiferencia solo lo enfureció más. Mamoru me tomó con más fuerza, y su voz estalló.
—¡No te oculto nada! —gritó, con una mezcla de furia y desesperación—. ¡No es eso! Estoy furioso porque casi nos destruyen, porque yo no vi lo que estaban haciendo ¡Estoy enojado conmigo mismo!
Sus palabras chocaron contra mí como un torrente. Lo miré, pero aún no podía procesar todo lo que estaba sintiendo.
—No me alejes más. —Su voz se quebró, y por un segundo vi al Mamoru vulnerable, el que siempre trataba de esconderse tras su fachada de control—. No quiero perderte.
Sus palabras me atravesaron, y en ese momento, trató de besarme. Lo aparté, todavía llena de ira y dolor.
—¡Déjame ir! —grité, pero en el fondo, no quería que me dejara.
Mamoru no se detuvo. Me abrazó con más fuerza, sin soltarme, y me besó, esta vez con una desesperación que sentí en lo más profundo de mi ser. Mis golpes en su pecho fueron perdiendo fuerza hasta que finalmente me rendí a su abrazo, a sus labios, a la verdad que ambos sabíamos: No queríamos separarnos.
—Lo siento... —susurró contra mis labios, sus palabras llenas de dolor y arrepentimiento—. No puedo evitar querer controlar todo. A veces me pierdo en esa necesidad de protegerte y pierdo de vista lo que importa. Perdóname...
Yo ya no podía hablar. Las lágrimas caían por mis mejillas mientras nuestros cuerpos se colapsaban el uno contra el otro, agotados emocionalmente. Sentía su desesperación, y la mía también.
Nos quedamos así, besándonos y abrazándonos con una mezcla de dolor, amor y necesidad. Ambos estábamos rotos, pero en ese momento supe que, de alguna manera, encontraríamos la manera de arreglarlo.
ESTÁS LEYENDO
Ansiedad social
FanfictionUna joven con ansiedad social se encierra en su mundo para evitar el dolor de las relaciones. Su vida transcurre en soledad, protegida por muros invisibles que levantó para no ser herida. Por otro lado, un hombre, impulsado por una curiosidad inquie...