Capítulo 7

469 67 26
                                        

Capítulo 7

Respondí a su último mensaje, en el que se defendía y confirmaba que estaba hablando con la persona indicada. Esperé su respuesta, pero no llegó. Por más que me molestara, tenía otras obligaciones que cumplir; insistir con alguien que no me contestaría sería una pérdida de tiempo.

Pasó un día sin recibir ningún mensaje. Estuve tentado de escribir yo mismo varias veces, pero mi fuerza de voluntad esta vez no me falló. Mientras revisaba correos y completaba tareas en el trabajo, mi mente volvía constantemente a esa conversación inconclusa. Cada notificación en mi teléfono me hacía mirar con esperanza, solo para desinflarse al ver que no era una respuesta suya.

El trabajo fue una distracción bienvenida, pero también me recordaba constantemente la falta de respuesta. Me preguntaba si había dicho algo mal o si había algún problema. No era que esperara una conversación constante, pero había algo en el tono de nuestros intercambios que me había atrapado. Sentía una mezcla de ansiedad y curiosidad que no podía ignorar.

Finalmente, en medio de una reunión, me llegó una notificación. "Hola." Leí el mensaje y una enorme sonrisa se formó en mi rostro de manera espontánea. La simpleza del saludo era una pequeña victoria en medio de mi incertidumbre.

Ese mismo día, llegué apresurado a casa, dejando todo tirado en el recibidor. La emoción me impulsó a actuar sin pensar. Fui directo al sofá de la sala, encendí el computador y busqué algo de comer. Mientras esperaba a que todo estuviera listo, mi mente seguía corriendo sobre cómo continuar la conversación.

Cuando me senté en el sofá con una taza de café y el computador encendido, volví a leer ese "Hola". La sonrisa no se desdibujaba de mi rostro. Empecé a escribir, sintiendo una mezcla de nerviosismo y entusiasmo, como si estuviera hablando con un viejo amigo.

"Me alegró mucho ver tu mensaje. Un 'hola' para comenzar una conversación no está nada mal. Por mi trabajo no pude contestarte tan rápido como quería, pero aquí estoy. Hola, extraña."

Me incliné hacia atrás en el sofá, tratando de calmar los nervios. Me preguntaba cómo interpretarían mis palabras, si serían bien recibidas o si había algo que había pasado por alto. El sonido de la alerta de nuevo mensaje me sacó de mis pensamientos. El timbre ya se estaba convirtiendo en un sonido familiar y esperanzador.

"¿Extraña?"

Crucé mis brazos y ladeé un poco la cabeza, tratando de entender su reacción. Solo esa palabra había captado su atención. Sonreí al pensar en el motivo y decidí explicar el porqué de esa palabra para evitar malentendidos.

"No eres Mina y ahora sé que no eres Serenity. En conclusión, somos dos completos extraños. ¿Es un bonito apodo, no lo crees? No, no es cierto, soy muy malo para eso de los apodos. Fue algo del momento, ya estoy desvariando. Solo busco alargar esta conversación que me parece que pronto llegará a su final."

Me sentí un poco desalentado al ver su reacción, pero también entendí que la conversación estaba apenas comenzando. Mientras tanto, preparé una cena ligera, sin poder concentrarme en otra cosa que en la posible respuesta. Cada bocado me parecía lento y sin sabor, ya que mi mente estaba fija en la pantalla.

Decidí enviar un segundo mensaje antes de acostarme. Había sido un día agotador, y mi cansancio se reflejaba en mis palabras.

"Si tardas mucho en contestar, seguro me quedaré dormido. Espero hablar contigo mañana y que me cuentes sobre ti y sobre Serenity. Descansa."

Con la sensación de que había hecho todo lo posible, dejé el computador a un lado y me preparé para ir a la cama. El cansancio se hizo sentir y las sábanas me ofrecieron un consuelo necesario. Sin embargo, el pensamiento de la conversación inconclusa me acompañó mientras me acomodaba, esperando que el sueño me llegara pronto.

Un par de minutos después, aún no había recibido ninguna contestación. Supuse que, después de lo último que dije, no quedaba más que decir. De todas maneras, me sentía satisfecho por haber intentado mantener la conversación viva. Apagué las luces y, con un último vistazo al teléfono, me preparé para descansar, sabiendo que lo intentaría de nuevo al día siguiente.

Ansiedad socialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora