Ansiedad social

Capítulo 13

Capítulo 13

En todo momento, ese hombre me observaba de una manera nada agradable. ¿Pretendía intimidarme o algo por el estilo? Si ese era el caso, no lo lograría. No me movería de allí hasta asegurarme de que Usagi estuviera bien, especialmente después de que él había sido la última persona a la que había nombrado al despertar tras desmayarse. No iba a irme sin tener la certeza de que ella estaba bien.

—¿Qué tanto me miras? —Ya estaba cansado de esperar y no tenía ánimo para tolerar a ese tipo.

—Nada. Solo soy un hermano celoso, y verte con ella me preocupa.

—Creí haber escuchado que no son hermanos.

—Ah, eso... Le duele el hecho de que seamos hermanos, ya sabes, por eso de que el amor entre hermanos está prohibido. —Me molestó mucho escuchar eso, no solo por lo que decía, sino por cómo lo decía.

—¿Amor entre hermanos? —Pregunté con ironía.

—Creo que hablé de más. Espero que eso no afecte su relación. Ya sabes, ella y yo...

—No te preocupes, eso no pasará... —Lo interrumpí y noté la expresión de molestia en su rostro. Aunque apenas conocía a esa chica, quería seguir el juego para ver hasta dónde llegaba, aprovechándome del hecho de que Zafiro no sabía nada sobre mí ni sobre mi relación con Usagi. —No me interesa su pasado.

No sabía por qué, pero esa expresión de molestia en su rostro me llenaba de satisfacción. Zafiro intentó responder, pero en ese momento la puerta de la habitación se abrió, mostrando la figura de la rubia, que comenzaba a soltar una lágrima.

—Wow... ¿El encuentro fue conmovedor o te dolió el hecho de que ya te reemplazaron?

Ella ni siquiera se tomó la molestia de mirarme. Se limpió el rostro con la manga de su suéter y siguió caminando por el mismo lugar por donde habíamos llegado.

—Confirmado. Eres un imbécil. —Dije con una media sonrisa para seguir provocándolo. Y, por supuesto, funcionó.

—¿Imbécil? ¿Quién te crees que eres?

Me acerqué a él. Era un tipo algo más delgado y bajo que yo, demasiado altanero para querer enfrentarse a mí. Seguramente, esa pose de chico rudo le servía con algunos idiotas y con mujeres indefensas, pero conmigo no funcionaría.

—No me creo... soy, soy el que va a borrarte esa estúpida sonrisa de la cara si vuelves a aparecer por su casa. —Después de decir eso, seguí a Usagi antes de perderla de vista.

Al verla, disminuí el ritmo de mis pasos hasta detenerme por completo. Ella estaba frente al ascensor, podía escuchar sus sollozos y la veía discutir con su teléfono. Abrí la boca para decir algo, pero no pude. No sabía qué decir en realidad.

Me estaba conteniendo todo lo que podía. Para mí, era muy difícil ver a una mujer llorar y no poder hacer nada. Entonces, vi cómo, después de guardar su móvil, frotaba desesperadamente la manga de su suéter contra su rostro, y tomé la decisión de hacer algo sin importar las consecuencias.

—Ya no llores. —Dije mientras la envolvía en un abrazo, sin soltarla a pesar de que intentaba resistirse.

—¿Puedes ayudarme con algo? Lo que sea, en serio.

—No, ya te dije que estoy ocupado.

—Regreso el limón agrio.

—Te escuché.

—Vamos, solo ayúdame un poco, aún tengo que ir a arreglarme. —Me hablaba al oído mientras yo fijaba la vista en un libro. —Hasta volviste a leer libros aburridos.