Capítulo 5

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Capítulo 5

Volví a ser yo mismo. Me sentía tan liviano como una pluma, como si el peso del mundo se hubiera desvanecido. Traté de no pensar en lo que había pasado. Solo esperaba que mis palabras le llegaran a esa misteriosa persona y que no guardara ningún sentimiento desagradable hacia mí. No es como si me importara demasiado, pero... ¿A quién engaño? Me importaba y mucho. Me daba vueltas en la cabeza, como una melodía pegajosa que no puedo sacarme. Pero no podía hacer nada más. Tenía una vida que seguir, un camino que recorrer sin quedarme atrapado en el pasado.

A pesar de cómo me sentía, me divertí mucho en el proceso. Nunca había hecho algo así, una locura tan absurda y arriesgada. Pensarán que estoy loco: un día la acoso y al siguiente se me pasa. Hasta yo mismo me río de mí. No puedo creer que haya actuado de tal manera, como un niño caprichoso.

En fin, nada forzado es bueno. No voy a imponer mi presencia ante nadie. Creo en la causalidad; toda acción tiene una reacción. Así que solo esperaré a ver qué sucede mientras me enfoco en mis asuntos y trato de olvidar el alboroto que causé.

Salí de compras e hice algunos cambios convenientes para ambos: ya no me despertaría con la luz cegadora del sol por las mañanas, y ella, por las noches, no tendría que preocuparse por mí. No sé si ha salido después de que coloqué las persianas. De lo que estoy seguro es que evitó fisgonear a través de las ventanas.

Mi mente estaba en paz. Compré unas persianas que bloqueaban la luz por completo, sin dejar ni la más mínima ranura por donde mirar. Para evitar mirar hacia donde no debía, desde ese día en que Rei me llevó prácticamente arrastrado, le agradezco. Aunque, la verdad, no era yo mismo; tal vez estaba poseso en ese momento. Recuerdo todo y no me reconozco. Sin embargo, ahora estoy bien, en calma y en paz.

Las siguientes semanas pasaron con normalidad. Pronto enfrenté un nuevo problema con la vecina que apenas había conocido en la fiesta de bienvenida. No tenía mucho trato con ella, y ya Rei me habia advertido algunas cosas de ella, así que decidí llamarla para pedirle ayuda. Sin embargo, la ingrata me ignoró. "Estoy ocupada con mi amorcito," me dijo riéndose antes de colgar la llamada.

Ahí estaba yo con el teléfono en la mano, indignado por lo que acababa de hacer la que supuestamente era mi mejor amiga... Solo cuando le conviene... Suspiré y no me quedó otra que comportarme como el caballero que soy.

— Aquí tienes. — Dije, colocando una taza de té frente a ella. La taza estaba tibia al tacto, y el aroma del té era un consuelo en medio de la agitación.

— Entonces, Rei... — Su voz era suave, pero había una nota de preocupación en ella.

— Está con Jedite... Quería descansar de ella. Necesito mi tiempo a solas.

— Ya veo. Es decir, que yo vine a interrumpir ese tiempo. — Le dio un sorbo al té, su rostro iluminado por una media sonrisa enigmática. La calidez del té parecía contrastar con la frialdad que había percibido en ella antes.

— Bueno, yo... no esperaba tu visita.

— La sutileza no se hizo para ti; debí avisar antes de venir. — Me sorprendió su franqueza, y su risa, ligera y sin pretensiones, hizo que la atmósfera se relajara un poco.

— Eso hubiera sido más conveniente. Al parecer, eres más sensata que Rei. — Ella rió ante aquel comentario, y su risa tenía una calidad musical que me hizo sentir más a gusto.

— Creí que ustedes dos...

— ¿Nosotros dos qué? — Preguntó, sin entender la insinuación hasta que le hice un gesto con la cara arqueando una ceja. — Oh... Para nada. Solo somos amigos. Es como una hermanita. Nunca la vería de otra forma.

Ansiedad socialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora