Capitulo 28

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Capítulo 28

— ¿Qué demonios le sucede a tu novio, el gruñoncito? — Preguntó Mina, apoyándose en el espaldar de la cama junto a mí.

— Parecía molesto — agregó Rei, con un tono más serio.

— ¿Molesto? — Lo pensé por un momento. La forma en que tomó mi rostro antes de que llegaran me hizo pensar que quería decirme algo. Recordé que había estado molesto desde el día anterior —Probablemente porque ustedes desaparecieron.

— ¿Pero tú no estás enfadada, verdad? — Repentinamente, mi amiga se acomodó a horcajadas sobre mí. — Lo siento, debí estar allí para ti.

— Estoy bien — dije, tratando de alejarla.

— Perdóname.

— Estoy bien — repetí resignada, dejándola apretujarme. — Me encanta que me dejen sola con personas desconocidas. — Eso la hizo reír, y luego la aparté suavemente.

— Fue culpa del alcohol y de unos dulces — comentó Rei.

— ¿Dulces? — No entendía a qué se refería.

— Aún me queda un poco — dijo, sacando algo de su bolso y agitándolo en el aire. Mina se lanzó sobre ella para quitarle el objeto.

— No, no, no. Ni se te ocurra darle eso a Usagi.

— No tienes que ser tan agresiva, solo estaba bromeando.

— ¿Tengo que recordarte por qué estamos aquí? — Preguntó Mina, con tono molesto.

— Cierto. Lo siento — dijo Rei, haciendo una mueca de pesar. Yo solo agité la cabeza aceptando su disculpa. En realidad, las dos eran una buena distracción. Sentía un deseo de agradecerles por estar conmigo, pero no tenía ganas de hablar, así que, como siempre, me lo guardé para mí.

Mina me había abrazado todo el rato mientras acariciaba mi cabello hasta que se detuvo y supe que se había dormido. No dejaba de pensar en Mamoru. Por alguna razón extraña, ahora me sentía intranquila estando alejada de él, cuando antes me sucedía todo lo contrario.

Miré la pequeña bolsa con pastillas sobre la mesilla de noche y volví a mirar a las chicas, completamente rendidas. Pensé que definitivamente no era una cama para tres. Suspiré con pesar al mirar nuevamente la mesilla. Sabía que tomar las pastillas sería contraproducente; ya había tenido una mala experiencia con ellas, y Mina aún se disculpaba por ello. Sabía que ella se había alterado con Rei y me odiaría si las tomaba, pero tal vez si lo hiciera sería una buena manera de no pensar.

No pude evitarlo más, allí estaba, de rodillas sobre una cama más espaciosa, deseando no pensar. Mi mente estaba dispersa. Sentía un deseo que no sabía cómo expresar, y las palabras salieron solas de mi boca.

— Quiero sexo. — Apreté mis puños sobre mis muslos, sintiendo el calor en mi rostro.

— ¿Desde cuándo te expresas así? — Preguntó él después de unos segundos de silencio que parecieron interminables.

Sentí el calor en mi rostro y mi corazón latía con rapidez. «¿Qué estoy diciendo?» — O... Olvídalo. — Intenté retroceder, pero él me sujetó de la muñeca, haciendo que abriera mi mano y lo que sostenía cayera sobre la cama.

— ¿Qué te tomaste?

— Lo... lo siento...

— Mírame — dijo, sujetando mi rostro. Me miró fijamente por un segundo y suspiró. — Te he dicho que no debes disculparte. ¿Acaso hiciste algo malo?

— N... no, no tomé na... — No me dejó hablar. Me encontraba debajo de él, con los ojos muy abiertos por su sorpresiva reacción. Mi respiración se aceleró, sentía que me desmayaría en cualquier momento, no sabía si por el susto, por la vergüenza de lo que había dicho antes, o por el beso voraz que había plantado en mis labios.

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