Capítulo 11
— Yo... Yo no... no soy tímida. — Dijo en un tono claramente audible, lo que me sorprendió, ya que normalmente hablaba casi susurrando. Luego, se dio media vuelta y salió rápidamente, como si huyera. «Gracias, Rei».
— Y tampoco es muda. — Rei soltó la burla con desdén. La miré con desagrado y me levanté para seguirla.
— ¡Espera! — Dije, alcanzándola rápidamente y sujetándola del brazo justo cuando ella se disponía a abrir la puerta. — Te acompañaré a tu casa.
— ¿Qué se traen ustedes dos? ¿Acaso... eres su amante? — Sabía que hacía esa pregunta solo para molestar.
— ¡¿Qué?! — Gritamos ambos al mismo tiempo. Nos miramos avergonzados. Ella desvió la mirada y yo cubrí la boca de mi amiga con ambas manos, casi asfixiándola para que no dijera nada más.
Ella parecía incómoda y yo no paraba de pedir disculpas mientras discutía con Rei. Finalmente, abrió la puerta y salió sin más.
— ¿Qué demonios haces, Rei?
— ¿Yo qué...? — La dejé con la palabra en la boca al salir persiguiendo a Usagi. — Espérame, no me dejes así. — Gruñó molesta y salió tras de mí.
Llegamos a la entrada de la casa de enfrente, y Rei me miraba sin poder creer lo que estaba pasando, haciendo gestos con su rostro.
— ¿Va a abrir o no?
— Rei. — Dije, sonando más a un regaño. Aclaré mi garganta y luego me dirigí a la rubia. — Adelante. Entraremos contigo.
— ¿Entraremos?
— Sí, ya estás aquí, ¿no? — Respondí, ya fastidiado por la actitud de Rei.
Introdujo el código de acceso en la puerta y entró lentamente, seguida por nosotros.
— ¿Qué buscamos exactamente? — Preguntó Rei mientras caminaba hacia la sala.
Usagi volvió a ignorarla y se dirigió a otra habitación. Como era de esperar, escuché el resoplido de Rei, claramente molesta.
— Ya casi las termino... — Susurró para sí misma. Aunque trató de hablar en voz baja, la escuché claramente. La vi arrojar una figura estropeada al suelo, y entonces la voz de Rei volvió a interrumpir.
— Wow... ¿Qué es esto? ¿Eres otaku?
— Rei. — La reprendí una vez más, cubriendo su boca. — No le hagas caso, no sabe lo que dice.
— Ya deja de hacer eso, ¿quieres matarme? — Dijo molesta al soltar mi agarre. — Tú siempre me dices que soy otaku por mucho menos que esto.
— ¿Quieres callarte?
— ¿No? Eso se considera un término ofensivo.
— ¿Y por qué crees que te lo digo a ti?
— Ya me aburrí de ustedes dos. Jedite me espera. Luego tú y yo hablaremos. Fue un gusto conocerte. — Agitó la mano en señal de despedida y se dirigió a la salida. — Como sea que te llames.
— ¿Es un encanto, cierto?
El silencio se instauró cuando Rei desapareció. En ese momento, se escuchó el timbre de un teléfono. Ella sacó su móvil del suéter, miró la pantalla y contestó, olvidándose de mi presencia.
Por fin escuchaba cómo hablaba con más fluidez. Ella me dio la espalda, pero no le presté mucha atención. Me mantuve en el mismo lugar, observándola. No entendía por qué no hablaba sobre lo sucedido. Ella actuaba con normalidad, a diferencia de la chica que me había golpeado antes.
— ¿En serio debo ir? — Al escuchar esa pregunta, presté más atención.
— ¿Esta no será una de tus tretas para que vaya a verlo? — Preguntó, volteándose hacia mí y luego dándome la espalda nuevamente.
— E... Está bien. No... No me pasa nada... Dile a tu chofer que venga por mí. — Dijo rápidamente, aclarando su garganta. — ¿De vacaciones? ¿Juntos? Sabes que odio tomar taxis... No, está bien, no quiero dañar tus planes. Adiós. — Colgó la llamada y me miró de nuevo.
— ¿Por... Por qué... no te has ido? — Preguntó mientras se dirigía a otra parte de la casa.
— ¿Puedes hacerme un favor? — Esa pregunta provocó que ella detuviese el paso.
— No... no sé. — Comenzaba a tartamudear nuevamente. Apretó sus puños y pude ver cómo su cuerpo se movía al respirar profundamente. Tal vez la estaba incomodando demasiado.
— No te preocupes, no es nada difícil. Solo quiero... uhm... quiero que me permitas llevarte a donde tengas que ir.
Se volvió para mirarme, con una expresión de sorpresa en su rostro. Tal vez mi solicitud le parecía extraña o incluso muy extraña, pero no me importaba. Algo en mi interior me decía que no podía dejarla sola, no después de lo que había pasado horas antes.
— No me malinterpretes. — De repente, me sentí intimidado. No quería dar una impresión equivocada. — Es que no me has dicho qué sucedió y no creo que sea correcto dejarte así.
Ella no decía nada, solo me miraba con sus grandes ojos azules, que parecían perdidos. Tal vez solo quería que me fuera, pero sentía que debía hacer esto.
— Es muy extraño, lo sé. — Pensé en lo que decía. Esa chica me había evadido todo el tiempo. ¿Por qué querría que ahora yo la llevara a algún lado?
— Uhm. — Ella intentó responder.
No me quería allí, ni siquiera me consideraba. O quizás mi petición había sido demasiado extraña. ¿Quién pide un favor para hacer otro favor? La pregunta era confusa. «Qué estúpido soy».
— Lo siento, no quise molestarte. Mejor me iré. — Suspiré con pesar y me dirigí hacia la salida. En ese momento, me sentía algo humillado.
— E... Es... pera. — La escuché decir, y mi corazón dio un vuelco.
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Ansiedad social
FanficUna joven con ansiedad social se encierra en su mundo para evitar el dolor de las relaciones. Su vida transcurre en soledad, protegida por muros invisibles que levantó para no ser herida. Por otro lado, un hombre, impulsado por una curiosidad inquie...