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La semana vacacional de los Bridgerton estaba a punto de llegar a su fin. Habían sido días de relajación, convivencia y mucha competencia cuando se trataba de jugar Pall Mall o cualquier otro juego que Anthony propusiera para ganar.

Como en todos los juegos, los vizcondes tenían su propia competencia. Aunque Anthony intentaba reprimir su competitividad delante de su amada esposa, buscaba ganar a toda costa.

Penelope, por su parte, había decidido quedarse al margen del juego y la competencia con la excusa de estar con Lady Bridgerton y los pequeños niños. Pero la realidad es que disfrutaba más verlos de lejos, principalmente a Colin, quien evidentemente intentaba impresionar a Penelope. Cada vez que lograba dar en uno de los portillos de hierro clavados en el césped, él celebraba mirando hacia donde se encontraba ella. Fingía que saludaba a los gemelos, pero ciertamente era muy consciente de que a ellos realmente no les importaba aquello.

—Colin tiene mucho entusiasmo hoy —Lady Bridgerton sonreía al ver a todos sus hijos jugando aún como unos pequeños en el jardín.

—Está disfrutando mucho estar aquí con sus hijos.

—Me parece que también le ha hecho bien recuperar su amistad contigo.

—¿Usted cree?

—Por supuesto, todos mis hijos te tienen mucho aprecio, pero Colin sin duda te guarda en un lugar muy especial de su corazón.

—Yo también lo hago, Lady Bridgerton —sonrió mirándola—, a todos sus hijos los aprecio muchísimo, son una familia hermosa. Aspiro a tener una igual algún día.

—Lo harás, querida —colocó su mano sobre la de Penelope—. Serás una hermosa y grandiosa madre algún día —se sonrieron y no dijeron nada más, continuaron viendo a los hermanos Bridgerton en la batalla que ellos llamaban juego.

Colin llegó a concentrarse tanto que, en un punto, necesitó arremangarse las mangas de la camisa, cosa que Penelope observó paso a paso. El calor de su cuerpo comenzó a aumentar; cada movimiento que Colin hacía con sus manos ocasionaba que sus brazos se vieran grandes y fuertes. Estaba en una excelente forma, ella bien lo sabía, y hacía tanto que no estaban juntos que no pudo evitar morderse los labios.

Penelope miraba a Colin como si de un pastelito se tratara y ella estuviera a dieta. Cuando se percató de lo que hacía, se puso más roja de lo que ya estaba y se levantó para irse de ahí antes de que alguien la notara.

—Disculpe —se dirigió a Lady Bridgerton sin mirarla y corrió hasta la casa.

Aunque estaba concentrado en el juego, Penelope se encontraba en su campo de visión, así que fue completamente consciente de cómo ella lo miraba. El fuego en sus ojos era tal que sentía arder todo su cuerpo. Disfrutaba que ella lo viera de esa forma y disfrutaba más torturándola con sus movimientos, cerrando los puños con fuerza y alzándolos en alto. Casi corrió hacia ella cuando la vio morderse el labio; sin embargo, fue ella la que salió corriendo.

Colin se desconcentró tanto que falló su golpe, o quizá quiso fallarlo a propósito, pues lo único que le importaba era su pequeña pelirroja y no el insignificante juego.

—Tu suerte de hoy se ha ido, pequeño Colin —Benedict se burló.

Colin únicamente pudo asentir, sin mirarlo, pues no podía quitar la vista de la casa, en dirección a Penelope. Dio paso a su hermano para continuar y se disculpó diciendo que volvería enseguida. Caminó con tranquilidad, esperando que absolutamente todos siguieran concentrados en su juego como para percatarse de su ausencia.

—Pen —no había ido más allá de la entrada, apenas estaba recuperando su tranquilidad cuando volvió a ver a Colin, con sus brazos descubiertos, exaltado y el cabello despeinado caminando peligrosamente hacia ella. El fuego que había en su interior se intensificó—. ¿Estás bien? —preguntó, estando a solo unos centímetros de ella, con una ligera sonrisa. Sabía lo que ella estaba pensando y le encantaba.

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