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No fue necesario soñar más con Penelope, su imaginación no necesitaba crear más escenarios ficticios, porque ahora tenía un recuerdo real, había pasado, ella había sido suya y él se había entregado como nunca antes, habían estado juntos, habían reído una vez más juntos, poder verla reír y después poderla besar sin duda lo hizo sentir dichoso, tenerla encima de él, con su cuerpo sudado, su cabello despeinado, pronunciando su nombre una y otra vez, para al final poder quedarse dormido con ella entre sus brazos había sido glorioso.

Colin jamás había despertado con una sonrisa tan grande en el rostro, estiró su cuerpo aún con los ojos cerrados y buscó entre la cama él cuerpo de la mujer que amaba, quiera abrazarlo y continuar besándolo, sin embargo no encontró nada.

Se levantó de golpe para darse cuenta que estaba solo, ella no estaba, su corazón latió de nuevo con rapidez ¿dónde estaba ella? ¿No lo había soñado o si?
No, no podía ser posible, no tenía la imaginación suficiente para generar todo eso él solo, fue real ¿pero entonces por qué despertaba solo?

- ¿Pen? -habló con fuerza pero no recibió respuesta de ningún lado, miró el reloj que se encontraba frente colgado de la pared: 12:25.

Saber la hora lo hizo calmarse, ella tenía que irse temprano, tenía que regresar a su casa y asegurarse que nadie se haya percatado de su ausencia, sabía eso, era lógico, sin embargo le dolía que ella no lo había despertado para despedirse, pero luego pensé en que, de haberlo hecho, él jamás la habría dejado salir, la habría vuelto a tomar en esta brazos, la habría vuelto hacer suya una y otra vez, la había mantenido a su lado para siempre, ella tenía buenos motivos para haber desaparecido así, pero él no podría mantenerse alejado de ella, no ahora.

Decidió tomar un baño, uno largo y profundo, en el que no paraba de recordar su noche con Penelope, tampoco pudo ocultar su sonrisa, como de un niño ilusionado, todo lo que aquella pequeña mujer lo hacía sentir era increíble, lo hacía sentir como un niño, como un adulto, todo al mismo tiempo, tenía que encontrar la manera de que estuviera para siempre a su lado, no podía permitirse tenerla lejos, quería casarse con ella, tener hijos con ella, vivir y morir a su lado, lo quería todo.

Mientras Colin permanecía en la bañera, Penelope intentaba concentrarse al leer varios documentos que le había entregado esa misma mañana, había logrado legar hasta su habitación solo unos minutos antes de que entraran a despertarla. Aunque había dormido muy poco no se encontraba cansada, al contrario, no creía haber dormido tan bien nunca, haber estado dormida entre los brazos de Colin, con su cabeza sobre su enorme pecho, había sido glorioso, durante esos instantes su cuerpo, mente y alma descansaron plenamente.

Pero al momento de despertar supo que no podía quedarse en ese escondite de la realidad, afuera el tiempo aún corría, las personas despertaban y salían de sus hogares, caminaban por las calles esperando encontrar cualquier cosa inusual para comentar, tuvo que irse de inmediato, no sin antes darle un beso suave a Colin en los labios y acariciar su mejillas, lo hizo con suma delicadeza, si lo despertaba sabía que no la dejaría salir y ninguno de los dos necesitaba más escándalos.

- Te amo -dijo junto a su oído antes de salir del departamento, sin certeza de qué pasaría después, ella estaba casada, sin posibilidades de anulación, con un hombre que no regresaría hasta dentro de 2 largos años, en los que ella debía mantener en alto su apellido y su patrimonio.

Aunque intentaba concentrarse en sus documentos puestos sobre el escritorio no dejaba de pasar de un pensamiento a otro, la noche con Colin había sido surreal, completamente diferente a la que tuvo con Debling, aquello no se comparaba en nada a lo que Colin la hacía sentir con un simple roce. Sus mejillas enrojecieron al recordar cada parte de cuerpo que él tocó, cada parte que ella tocó.

Tarde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora