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Aunque Kate y Violet no habían dejado de lado los últimos acontecimientos, preferían esperar a tener más información antes de tejer cualquier hipótesis, pues para ese entonces no podían permitirse llegar a creer que algo sucedía entre Penelope y Colin, por más que Violet hubiera preferido a Pen como una más de sus nueras. El tiempo había pasado y su hijo había elegido a alguien más, al igual que su querida Pen, por lo que evitaba aquellos pensamientos negándose a sí misma la verdad y convenciéndose de que no había nada en ellos más que una vieja amistad.

El regreso a Londres fue tranquilo; por primera vez, los Bridgerton parecieron no tener de nada más que hablar, salvo uno que otro comentario respecto al paisaje, principalmente de Hyacinth. Penelope se mantuvo recargada en el hombro de Eloise con los ojos cerrados; realmente no consiguió dormir, pero estar junto a su amiga era reconfortante.

Al aparcar frente a la Bridgerton House, todos se apresuraron a bajar y correr hasta su hogar, a excepción de Penelope, quien solo pudo agradecer a todos por su recibimiento y hospitalidad.

—Penelope, querida, ¿no quisieras quedarte un rato más? Pediré que preparen alguna merienda antes de la cena.

—No quiero molestar de más, Lady Bridgerton.

—Tonterías —dijo Eloise.

—Para nada eres una molestia, Pen, eres bienvenida aquí siempre que tú quieras, lo sabes.

—Lo agradezco mucho, pero creo que debería aprovechar para visitar a mi madre y después llegar a mi hogar y ver qué tanto requiere de mi presencia.

—Una mujer sensata —Anthony le sonrió y Penelope no pudo evitar agradecer su halago con una gentil sonrisa.

—Espero no les moleste que recojan mis cosas por la mañana.

—Para nada —Kate negó—. Ve y pasa tiempo con tu familia, quizá nosotros hemos acaparado mucho de tu tiempo.

—Han sido unas muy lindas vacaciones, les agradezco, su compañía es... es maravillosa, la de todos —miró incluso a los pequeños Bridgerton que peleaban en el umbral.

—Te esperamos pronto para el té —Violet Bridgerton acarició delicadamente su hombro y con una sonrisa se despidió para dejar que Penelope cruzara la calle con cuidado hasta la puerta de su viejo hogar.

Después de tocar la puerta, giró su cabeza para darse cuenta de que los Bridgerton aún la miraban desde lejos; la cuidaban como una familia. Después de todo, quizá Colin tenía razón, quizá ellos no la juzgarían y la apoyarían.

—Señorita Penelope... disculpe, Lady Debling —Varley se sorprendió al verla.

—Varley, buenas tardes, ¿se encuentra mi madre en casa?

—Por supuesto, pase, le diré que ha llegado, le llevaré algo al salón mientras espera.

—Gracias —Penelope caminó hasta el salón Featherington y se sentó en el mismo sofá al que perteneció por años, desde el cual tenía una maravillosa vista de la Bridgerton House, de donde jamás creyó que saldría. Las cosas eran muy diferentes a cuando se sentaba ahí por horas mientras leía y ocasionalmente miraba hacia el exterior; parecía que habían pasado milenios y no solo un par de meses.

Sin duda, el salón Featherington no era el lugar al que hubiera preferido ir; sin embargo, se había planteado cómo sería su llegada a la residencia Debling, donde no la recibiría nada más que una inmensa soledad, acompañada de un sofocante silencio. Aquí al menos sería recibida por su madre y hermana; no importaba si era de buena o mala manera, al menos hablaría con alguna.

Le habría encantado que Colin hubiera llegado al mismo tiempo que todos los demás, pero tenía que regresar a los gemelos con Sir Crane y seguramente no llegaría hasta el siguiente día, lo cual la hacía sentir más sola. Ahora más que nunca solo se sentía completa cuando estaba con él o simplemente cerca de él; aunque no se vieran, le gustaba pensar que estaba a tan solo unas calles y no a cientos de kilómetros.

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