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Los días en Aubrey Hall estaban resultando amenos y tranquilos, los tres menores Bridgerton se habían llevado tan bien a pesar de que los gemelos fueran tan solo un año mayores que el próximo heredero del ducado Hastings, su convivencia solo llenaba el deseo de Colin por darles un un pequeño hermano pronto.

La felicidad inundaba la residencia principal de los Bridgerton, incluido el corazón de Colin quien había añorado tanto sentirse de aquella manera, se permitía olvidar por instantes su situación en Londres e incluso llegaba a imaginar que estaba ahí con Penelope como su esposa, aunque no podía dar demostraciones directas de afecto frente a su familia, no dejaba de admirar lo hermosa que era en cada habitación en la que se encontraban.

- ¿Cómo es Lord Debling? -Daphne preguntó a su familia desde los sofás del salón, mientras todos estaban en sus asuntos, ella miraba a Colin y Penelope jugar con los los gemelos y Auggie

- ¿El esposo de Penelope? Es gentil -Violet le sonrió y la miró esperando algo de información

- Imagino, si ella aceptó casarse con él, lo mínimo que suponía era que debía ser gentil, pero ¿Qué más?

- ¿Qué más? -Lady Bridgerton dejó su bordado para pensar- es apuesto y alto...

- Muy alto -Hyacinth se introdujo a la conversación

- ¿Por qué preguntas, querida?

- Bueno, es que yo me preguntaba, si quizá Penelope sentía algo por él, para haberse casado tan pronto, debe ser alguien excepcional

- Créeme que es un caballero en toda la extensión de la palabra

- ¿Pero tú crees que se amen? -Francesca negó sin que la notaran

- Lord Debling es un caballero -repitió- con un noble corazón, apreció a Penelope desde el momento en que la conoció y ella le tiene un gran cariño, son una buena pareja

- Pero no se aman -reprochó Daphne

- Son una pareja práctica -dijo Francesca- Eso no está mal ¿o si? -miró a su madre, quien negó y puso su mano sobre la de su hija.

- Tu tuviste mucha suerte, Daphne, como Anthony... como tu padre y yo -sonrió con nostalgia- deseo que todos mis hijos tengan esa misma suerte, sin embargo...

- No todos se casan por amor -terminó Francesca y su madre asintió.

- Quizá Penelope no se casó con alguien que la ame con locura, o que ella ame igual, pero se casó con alguien que la respeta, le dejó una buena posición y tiene libertad, no muchas corren con tanta suerte.

- Si Penelope hubiera sido tu hija no la habrías dejado casar solo por eso -Daphne respondió a la defensiva

- No, pero lamentablemente Penelope no es mi hija...

- Al menos se casó con alguien que considera un amigo -Hyacinth había estado callada todo lo que pudo

- Así es, y a demás del amor, la amistad es muy importante también -miró a todas sus hijas al rededor.

Eloise había estado presente de aquella conversación, pero había preferido no entrometerse en ella, aunque sin duda le daba curiosidad que su hermana mayor preguntara por Penelope y su esposo, aunque prefirió no darle tanta importancia, para Daphne cualquier matrimonio que no fuera por amor era una completa aberración.

Sin embargo hizo caso a las últimas palabras de su madre, el amor y la amistad eran importantes, ella misma había contado miles de veces que antes de ser una pareja su padre y ella habían sido buenos amigos, tanto como para casi pasar por alto su enamoramiento, pero fue un amor tan grande que sobre pasó la amistad, aunque aquella no quedó en el olvido, su historia era una mezcla de amor y de amistad.

Tarde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora