INESPERADO ~ FREENBECKY

Fuera del Aula

Después de algunos días compartiendo clase con Valery, Freen comenzó a notar pequeños detalles que le hicieron darse cuenta de que no solo la conversación dentro del aula era diferente, sino que fuera de ella, Valery también irradiaba una energía tranquila, casi magnética, que Freen empezaba a valorar. A pesar de que las cosas con Becky aún estaban en su mente, esta nueva amistad comenzaba a ocupar un pequeño espacio en su vida.

Una tarde, después de clase, Valery le sugirió a Freen que fueran a un café cerca del campus, un lugar pequeño pero acogedor que, según Valery, era el sitio perfecto para inspirarse y relajarse.

—Este lugar tiene una atmósfera muy linda—comentó Valery mientras caminaban juntas por las calles de Bangkok. El bullicio de la ciudad a su alrededor contrastaba con la calma que transmitía la chica de lentes, como si nada pudiera alterarla.

Freen, quien normalmente no frecuentaba esos tipos de lugares, se sintió un poco fuera de lugar. Sin embargo, algo en la manera en que Valery hablaba y gesticulaba la hizo sentir más cómoda de lo que esperaba.

Al llegar al café, Valery eligió una mesa en la esquina, cerca de una ventana que daba a la calle. Desde allí, podían ver a las personas caminando apuradas mientras en el interior del local todo parecía más pausado. Se sentaron, y en poco tiempo tenían frente a ellas un par de cafés humeantes.

—Gracias por invitarme aquí —dijo Freen, mirando a su alrededor mientras dejaba caer su mochila a un lado de la silla. —No suelo venir a estos lugares.—

Valery sonrió y acomodó sus lentes antes de tomar un sorbo de su café.

—Es uno de mis sitios favoritos. Me gusta cómo te desconecta un poco de la realidad. Además, la música aquí siempre es agradable —respondió, inclinándose un poco hacia adelante, como si fuera a compartir un secreto. —Es el lugar perfecto para hablar de cosas más... interesantes.—

Freen levantó una ceja, intrigada. No sabía exactamente a qué se refería Valery, pero estaba dispuesta a averiguarlo.

—¿Cosas interesantes? —repitió, mirándola a los ojos con una leve sonrisa.

—Sí, bueno... —Valery dejó su taza sobre la mesa, jugueteando con la servilleta. —Por ejemplo, nunca te he preguntado, ¿por qué decidiste estudiar arquitectura?—

La pregunta la tomó un poco por sorpresa. Normalmente, era una de esas preguntas que cualquier compañero de clase podía hacer al principio de semestre, pero Valery la había dejado caer de manera casual, sin expectativas, como si realmente estuviera interesada en escuchar su historia.

Freen bajó la mirada hacia su taza y se quedó en silencio por unos segundos, reflexionando sobre la respuesta. Nunca había sido muy abierta en cuanto a sus motivaciones personales, pero algo en Valery la animaba a hablar con sinceridad.

—Es ...—empezó, entrelazando los dedos sobre la mesa. —Creo que siempre me ha fascinado la idea de crear algo que perdure, algo que la gente pueda ver y sentir. La arquitectura tiene esa capacidad... de conectar el pasado, el presente y el futuro. A veces pienso que es como... una forma de dejar una marca sin necesidad de decir nada.—

Valery la escuchaba atentamente, sin interrumpir. Su mirada era cálida, casi como si estuviera tratando de descifrar a Freen a través de sus palabras.

—Eso tiene mucho sentido —respondió Valery suavemente. —Es como el arte, ¿no crees? Solo que en lugar de estar en un lienzo, tus creaciones están en el espacio físico, en la vida real.—

Freen asintió, sorprendida por lo bien que Valery había captado el punto. Y entonces, se dio cuenta de algo: hablar con Valery era fácil. No había presión, no había expectativas. Solo una conversación fluida y natural.

—¿Y tú? —preguntó Freen, curiosa por conocer más sobre la otra chica. —¿Por qué Historia del Arte?—

Valery sonrió de lado, como si la pregunta le trajera recuerdos agradables.

—Siempre me ha fascinado cómo el arte refleja las emociones humanas, cómo puede contar una historia sin usar palabras. Es... una forma de inmortalizar lo que sentimos, lo que pensamos, lo que vivimos. Supongo que, en parte, me gusta porque el arte nunca miente. Incluso cuando parece abstracto, siempre hay algo detrás, algo que te hace pensar, sentir... cuestionarte.—

La pasión en la voz de Valery era evidente, y Freen no pudo evitar sentirse atraída por esa intensidad. Aunque las dos venían de mundos académicos diferentes, parecía que compartían una visión similar sobre la creación, sobre lo que significaba dejar una huella en el mundo.

El resto de la tarde pasó entre charlas sobre sus clases, trabajos y alguna que otra broma sobre la universidad. Valery era divertida, inteligente y, sobre todo, tenía una habilidad especial para hacer que Freen olvidara, aunque solo fuera por un rato, los problemas que había tenido con Becky y su madre.

Cuando finalmente decidieron marcharse, Freen se dio cuenta de que se sentía un poco más ligera, como si una pequeña parte de la carga que llevaba encima hubiera desaparecido.

—Gracias por esto —dijo Freen mientras salían del café. —No suelo hacer este tipo de cosas, pero ha sido... agradable.—

Valery sonrió mientras acomodaba su bufanda, ya que el aire de la tarde se había enfriado.

—Me alegra que te hayas sentido así. A veces es bueno desconectar un poco y simplemente... disfrutar de la compañía.—

Freen asintió, y mientras caminaban juntas de regreso al campus, notó que, por primera vez en semanas, su mente estaba más clara. No había olvidado por completo a Becky, pero la tarde con Valery le había dado una nueva perspectiva. Tal vez, solo tal vez, podría empezar a dejar atrás todo lo que había pasado.

Sin embargo, una pequeña parte de ella seguía sintiendo que estaba en medio de algo mucho más grande. Valery era una buena distracción, pero Freen no estaba segura de que fuera lo que realmente necesitaba. Aún quedaba mucho por resolver, tanto en su vida personal como en su cabeza, pero al menos, por hoy, podía decir que había tenido un buen día.

Al llegar al campus, Valery se despidió con una sonrisa y una promesa de seguir trabajando en su proyecto juntas, y Freen, por su parte, sintió que, aunque fuera un pequeño paso, era un paso en la dirección correcta.