El sol de la mañana iluminaba suavemente las calles empedradas de Florencia. Freen caminaba por el centro histórico, rodeada de edificios renacentistas, con el cabello recogido en una coleta baja, su rostro relajado, aunque marcado por la experiencia. Los últimos cinco años habían sido de crecimiento, soledad y, sobre todo, de introspección. Florencia se había convertido en su refugio, un lugar donde pudo dejar atrás el caos emocional de Bangkok y concentrarse en convertirse en una versión más fuerte de sí misma.
Al llegar a su apartamento, en una de las calles angostas y poco transitadas de la ciudad, se sentó en el balcón con una taza de café en la mano. El bullicio de la ciudad aún era lejano a esas horas. Cerró los ojos, recordando todo lo que había pasado en estos últimos años.
Había perdido el contacto con Valery y Becky durante los primeros meses en Italia, lo cual le dolió más de lo que quería admitir. Pero Nam nunca se alejó. Desde el primer día, su mejor amiga le enviaba mensajes todos los días, a veces solo para enviarle fotos graciosas o contarle lo que estaba haciendo Heng. Freen había encontrado consuelo en esas pequeñas interacciones diarias, aunque a veces también le recordaban lo que había dejado atrás.
El sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Una videollamada entrante de Nam.
Con una sonrisa, Freen tomó el teléfono y deslizó el dedo para contestar.
—¡Hey, tontita! —dijo Nam, su cara iluminada por la pantalla mientras sostenía el teléfono con una mano—. ¿Cómo va todo por allá?—
—Bien, bien —respondió Freen, dejando escapar una risita al ver a Nam vestida con su bata de estar por casa, claramente recién levantada—. ¿Y tú? ¿Ya te despertaste o sigues medio dormida?—
Nam rodó los ojos.
—Sabes que las mañanas no son mi fuerte, pero Heng me despertó temprano porque se le antojó salir a correr. Y claro, me arrastró con él. —Nam suspiró, fingiendo estar agotada—. En fin, lo usual. Pero cuéntame, ¿cómo va la vida en Italia? ¿Ya te cansaste de las pizzas?—
Freen rió suavemente, sintiendo una calidez familiar en la conversación. Era como si nunca hubieran dejado de hablar, como si esos cinco años no hubieran pasado.
—La verdad, no creo que me canse nunca de la comida italiana —respondió—. Pero todo bien por acá, el trabajo va bien, aunque últimamente me siento un poco cansada de lo mismo. Creo que necesito un cambio.—
—Siempre quieres cambios, Freen. —Nam se inclinó hacia la cámara, levantando una ceja—. Aunque, hablando de cambios, tengo algunas novedades que contarte. Y adivina qué, te van a interesar.—
Freen frunció el ceño, intrigada.
—¿Qué pasó? ¿Hay algo nuevo?—
—Más o menos —respondió Nam con una sonrisa traviesa—. Pero antes que nada, te cuento lo de Becky. Se graduó de Medicina hace poco y está haciendo su rural en una provincia que ni siquiera puedo pronunciar. Creo que fue uno de los lugares más remotos que pudo elegir. Ya sabes cómo es ella, siempre buscando experiencias fuera de lo común.—
Freen no pudo evitar sonreír al escuchar el nombre de Becky, sintiendo una leve punzada en el pecho al recordarla. La última vez que la vio fue en el aeropuerto, hace ya tanto tiempo. Aunque Nam nunca dejaba de mencionarla de vez en cuando, Freen había decidido dejar el pasado atrás.
—Wow, me alegra tanto por ella —dijo sinceramente—. Sabía que sería una gran doctora. ¿Y le va bien allá? ¿Está contenta?—
—Sí, bueno, según lo que me cuenta, le va bien. —Nam se encogió de hombros—. Aunque creo que está un poco agotada. Trabajar en un hospital rural es muy demandante, pero también le está dando muchas satisfacciones. Al menos eso es lo que veo cuando me manda fotos. Parece que está disfrutando de la vida allá, pero tú sabes cómo es Becky, siempre intentando ser fuerte para los demás.—
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INESPERADO ~ FREENBECKY
फैनफिक्शनFreen, estudiante de arquitectura, y Becky, una joven estudiante de medicina, se conocen tras un mensaje inesperado. Lo que empieza como una conversación casual se convierte en un juego de miradas y coqueteos, desatando una atracción que pondrá a pr...