Papeleo

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La enfermera observaba detenidamente a Becky mientras revisaba sus ojos con una pequeña linterna, con la precisión típica de alguien que ha hecho este trabajo miles de veces.

—¿Cuál es su parentesco con la paciente? —preguntó sin levantar la vista, enfocada en su tarea.

Antes de que Freen pudiera responder, Becky se adelantó con una rapidez que sorprendió a ambas.

—Mi novia —dijo Becky, sin titubear.

Freen frunció el ceño, desconcertada. No era la primera vez que Becky soltaba algo sin pensarlo demasiado, pero esta vez fue diferente. Antes de que pudiera procesarlo, la enfermera ya se había puesto de pie, guardando la linterna en su bolsillo.

—Quédese con la paciente mientras voy a buscar los papeles para su ingreso —indicó la enfermera antes de retirarse, dejándolas a solas.

El silencio se instaló incómodo en la sala por un momento. Freen no sabía cómo abordar lo que acababa de pasar. Finalmente, rompió el silencio con un tono que mezclaba confusión y reproche.

—¿Novias? Becky, te ofrecí mi ayuda porque realmente me preocupé por ti, no para que te pases de la raya.—

Becky soltó un suspiro, visiblemente cansada. Se recostó en la camilla y cerró los ojos por un segundo, como si procesar el día entero hubiera sido demasiado para ella.

—Lo dije para que apresuraran el proceso —explicó sin abrir los ojos—. Conozco cómo funcionan los hospitales. Si no tenemos un parentesco, se demoran más buscando a algún familiar.—

Freen la observó en silencio, comprendiendo la lógica detrás de la mentira. Sabía que Becky no estaba del todo bien, y si esa mentira ayudaba a que recibiera atención más rápido, tal vez no era tan grave. Aun así, no podía sacudirse del todo la incomodidad de lo que había dicho.

—Solo quiero irme rápido de aquí —añadió Becky en un susurro, visiblemente agotada.

Antes de que Freen pudiera responder, la enfermera regresó con una carpeta bajo el brazo y varios papeles en la mano.

—Aquí están los documentos para firmar —dijo, entregándoselos —. Una vez estén completos, la paciente podrá quedarse bajo observación.—

— Necesitamos que los datos de contacto y la información básica estén completos antes de proceder. Además, debe firmar aquí como responsable temporal de la paciente —indicó, señalando con el dedo las áreas específicas en el formulario.

Freen tomó los papeles y empezó a rellenarlos mientras Becky descansaba en la camilla, observándola en silencio. Cuando Freen llegó al apartado de "pariente o responsable", dudó un momento antes de escribir su propio nombre. La enfermera notó su vacilación y le dirigió una mirada comprensiva.

— No se preocupe, señorita. Lo importante es que la paciente reciba atención inmediata. Si es necesario, pueden ajustar esta información más tarde —dijo la enfermera mientras revisaba los signos vitales de Becky y ajustaba la vía intravenosa que acababan de conectar.

Freen asintió, aunque todavía sentía una ligera incomodidad por la situación. Una vez completados los formularios, los devolvió a la enfermera, quien se los llevó rápidamente al mostrador.

Becky, por su parte, giró la cabeza hacia Freen con una leve sonrisa.

— ¿Ves? Te dije que funcionaría —murmuró, aunque su voz aún sonaba débil y entrecortada.

Freen se quedó observando a Becky, todavía procesando sus palabras. Sabía que la situación era delicada y que cualquier paso en falso podía complicar más las cosas. Becky, por otro lado, parecía indiferente a la tensión en el aire, o quizá demasiado cansada para notarla. El silencio entre ambas no era incómodo, pero sí estaba cargado de pensamientos no expresados.

Finalmente, Becky habló con los ojos aún cerrados, su voz más suave de lo habitual.

—Sabes que no tenía otra opción, ¿verdad? —preguntó, como si sintiera la necesidad de justificar su mentira una vez más.

Freen se apoyó contra la pared, cruzando los brazos, pero sin dejar de mirarla.

—Lo sé, Becky. Entiendo por qué lo hiciste... pero aún así, no deja de sorprenderme.—

Becky abrió los ojos y la miró con una mezcla de agotamiento y algo más profundo, una emoción que Freen no pudo identificar de inmediato. Pero, en lugar de discutir o darle más vueltas al asunto, Becky solo sonrió ligeramente.

—Te sorprenderías de lo que soy capaz de hacer cuando quiero algo —dijo en un tono juguetón, aunque el cansancio en su voz le restaba algo de fuerza a su comentario.

Freen arqueó una ceja y se apartó de la pared, acercándose un poco a la camilla.

—¿Ah, sí? —respondió, cruzando los brazos—. ¿Y qué es lo que quieres ahora mismo?—

Becky sostuvo su mirada por un instante, pero en lugar de responder con otra broma, su rostro se suavizó. Apartó la vista hacia el techo de la sala y dejó escapar un largo suspiro.

—Irme de aquí —contestó finalmente—. Ir a casa, dormir y olvidarme de todo esto por un rato.—

Freen asintió lentamente, comprendiendo. Había pasado demasiado en poco tiempo, y Becky había sido arrastrada al ojo del huracán de manera inesperada.

—Nos iremos pronto —aseguró Freen, suavizando su tono—. En cuanto terminen con tu observación, te llevaré a casa.—

Becky la miró de reojo, con una pequeña sonrisa de agradecimiento.

—Me alegra que estés aquí —murmuró, lo suficientemente bajo como para que Freen casi no lo escuchara.

Freen sintió un nudo formarse en su estómago, una sensación que le costaba identificar. Se limitó a asentir y se mantuvo en silencio.

Antes de que alguna pudiera decir algo más, la puerta se abrió y la enfermera volvió a entrar, esta vez acompañada de un médico de rostro serio, pero amable. Se acercó a Becky con una carpeta y comenzó a hablar mientras revisaba su estado.

—Hemos hecho algunas pruebas rápidas —empezó el médico—, pero queremos mantenerla en observación unas horas más. Podría irse por la mañana si todo sigue en orden.—

Becky frunció el ceño, pero no protestó. Sabía que no tenía otra opción. Freen, por su parte, asintió, aceptando la decisión del médico.

—Mientras tanto, debería descansar lo más posible —añadió el médico, mirando a Becky—. Estás en buenas manos.—

Tras un breve intercambio, el médico y la enfermera se retiraron, dejándolas a solas una vez más. Becky se giró ligeramente en la camilla, buscando una posición más cómoda.

—Odio los hospitales —murmuró, cerrando los ojos de nuevo.

Freen no pudo evitar soltar una risa suave. Becky, quien estudiaba medicina, diciendo que odiaba los hospitales... La ironía era innegable.

—Eso es bastante contradictorio, ¿no crees? —Freen comentó, divertida, mientras se acomodaba en la silla junto a la cama—. Vas a pasar la mitad de tu vida en hospitales, y la otra mitad estudiando sobre ellos.—

Becky abrió un ojo y sonrió apenas.

—Es distinto cuando eres el paciente, no cuando estás del otro lado —respondió con un leve encogimiento de hombros—. Los hospitales como estudiante me encantan... pero estar aquí, tumbada, sin control sobre lo que está pasando... eso lo odio.

Freen asintió, comprendiendo mejor. Sabía que Becky siempre había sido alguien que disfrutaba de tener el control, especialmente en situaciones difíciles. Y ahora, verse atrapada en una camilla, sin poder hacer nada, debía ser frustrante para ella.

—Te entiendo —dijo Freen—. Pero no te preocupes. Mañana ya estaremos fuera de aquí. Solo unas horas más.—

Becky asintió levemente, aunque su expresión mostraba cansancio.

El silencio volvió a instalarse entre ambas, esta vez más relajado. Freen, sintiendo que ya no había mucho más que decir, se sentó en una de las sillas junto a la cama de Becky. La noche se alargaba y, aunque el hospital seguía en su ajetreo constante, en esa pequeña sala parecía haberse detenido el tiempo.

INESPERADO  ~ FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora