Algo

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Freen despertó lentamente, sintiendo una ligera punzada de dolor en la cabeza. Abrió los ojos con dificultad y lo primero que notó fue que no reconocía el lugar en el que estaba. La habitación era amplia, decorada con un estilo moderno y acogedor, pero definitivamente no era suya. Se incorporó un poco en la cama, intentando recordar cómo había llegado allí. La confusión y la desorientación le invadían.

Se llevó una mano a la frente, masajeándose las sienes en un intento de aliviar el dolor, pero la molestia persistía. Apenas podía pensar con claridad. Fue entonces cuando la puerta se abrió suavemente, y Becky apareció en la habitación, vistiendo un camisón de seda que apenas le cubría. Su cabello estaba suelto y se movía con cada paso que daba.

—Buenos días —dijo Becky con una sonrisa, acercándose a la cama.

Antes de que Freen pudiera reaccionar, Becky se inclinó y le dejó un suave beso en la frente. La sensación cálida de sus labios hizo que Freen se quedara inmóvil por un segundo, completamente desconcertada.

—¿Descansaste? —preguntó Becky, con un tono dulce y juguetón.

Freen, aún sin saber qué decir, intentó despejar su mente, pero la boca seca y el desconcierto no ayudaban.

—Quiero un poco de agua —respondió, su voz apenas un susurro.

—Claro, ahora te traigo —contestó Becky sin perder la sonrisa. Se levantó y salió de la habitación por unos momentos, dejando a Freen sola y aún más confundida.

Cuando Becky regresó, llevaba un vaso de agua en la mano. Se sentó en la cama junto a Freen, y mientras ella bebía, Becky comenzó a acariciarle el cabello, haciendo que Freen se sintiera extrañamente cómoda.

—Becky... ¿Qué hago aquí? —preguntó Freen finalmente, con una mezcla de curiosidad y confusión.

—Te quedaste hasta tarde anoche, ¿recuerdas? —respondió Becky con un tono de voz suave. Freen la miró, tratando de seguir el hilo. Becky continuó— Estabas tomando y cuando vi que estabas manejando sola, pensé que sería mejor que te quedaras aquí. No quería que algo te pasara.—

Freen asintió lentamente, comenzando a recordar fragmentos de la noche anterior. Habían estado en una pequeña reunión con amigos, y ella había tomado más de lo usual. Pero no recordaba haber llegado a la casa de Becky, ni mucho menos haberse quedado a dormir.

—No te preocupes, no dormí contigo —añadió Becky en tono de burla, una sonrisa juguetona curvándose en sus labios—. Aunque, si soy sincera, me hubiera encantado.—

Becky pellizcó suavemente la mejilla de Freen, quien soltó una pequeña risa, aún sintiéndose torpe por la situación.

—Eres hermosa cuando duermes —dijo Becky con ternura, sin dejar de acariciarle el cabello.

Freen rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír.

—Basta —murmuró, con una risa nerviosa.

Pero una duda seguía rondando en su mente.

—¿Pero por qué en tu habitación? —preguntó finalmente, mirándola con genuina curiosidad.

Becky hizo una pausa, sus dedos aún enredados en el cabello de Freen, antes de responder con una pequeña sonrisa traviesa.

—Bueno, mi habitación es más cómoda —dijo Becky, encogiéndose de hombros como si fuera lo más natural del mundo—. Además, pensé que te gustaría... despertar aquí, conmigo.—

Freen la miró, intentando descifrar si Becky hablaba en serio o solo la estaba provocando. Pero algo en la forma en que lo decía, con esa mezcla de sinceridad y coquetería, la hacía sentir una extraña calidez que no supo cómo interpretar.

—No sé si agradecerte o... —Freen no terminó la frase, pero su sonrisa nerviosa lo dijo todo.

Becky soltó una risita y se inclinó un poco más cerca, dejando que su perfume envolviera a Freen. Esa fragancia dulce y suave la envolvía, haciendo que su confusión aumentara.

—Puedes agradecerme después, cuando estés más despierta —susurró Becky, su voz baja y seductora.

El ambiente en la habitación cambió en un instante. Freen sintió su corazón acelerarse, pero no estaba segura si era por los efectos del alcohol del día anterior o por el impacto de tener a Becky tan cerca, con esa actitud despreocupada y seductora a la vez.

—Becky, en serio —dijo Freen, intentando retomar el control de la situación—. Gracias por cuidar de mí anoche, pero... no quiero que pienses que...—

—No pienso nada que tú no quieras que piense —interrumpió Becky suavemente, su dedo índice trazando una línea suave desde la frente de Freen hasta su mejilla. El toque ligero envió un escalofrío por la columna de Freen.

Por un momento, el silencio llenó la habitación. Becky mantenía su sonrisa mientras observaba a Freen, como si disfrutara del efecto que causaba en ella. Pero entonces, su expresión cambió levemente, y se levantó de la cama de manera repentina.

—Voy a preparar el desayuno —dijo, su tono más ligero ahora—. Te vendrá bien comer algo. Además, así tienes tiempo para aclarar la cabeza.—

Freen asintió, agradecida por el cambio en la conversación, aunque una parte de ella seguía notando la tensión que flotaba en el aire. Observó a Becky salir de la habitación y soltó un largo suspiro.

"¿Qué acaba de pasar?", pensó Freen, llevándose una mano a la frente nuevamente. Becky siempre había sido alguien directa y juguetona, pero había algo distinto esta vez, algo que la hacía sentir extrañamente vulnerable y nerviosa a la vez.

Con cuidado, Freen se levantó de la cama y se estiró, sintiendo cómo cada músculo protestaba. Mientras lo hacía, notó que alguien había dejado su ropa doblada en una silla cercana. Era evidente que Becky se había encargado de todo.

Tomó un momento para recomponerse, aún procesando lo que había pasado en esa conversación. Luego, con el cuerpo aún adolorido y la mente revuelta, decidió salir de la habitación para unirse a Becky.

Cuando llegó a la cocina, encontró a Becky de espaldas, cocinando algo mientras tarareaba una canción suave. El aroma de huevos y tostadas llenaba el aire, y por un instante, la escena parecía extrañamente doméstica, como si Freen estuviera viviendo en un mundo paralelo donde despertar en la casa de Becky era lo más natural del mundo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Becky sin volverse, como si pudiera sentir la presencia de Freen en la entrada de la cocina.

—Mejor... creo —respondió Freen, rascándose la nuca—. Aunque sigo un poco... confundida.—

Becky se volvió con una sonrisa cálida, sosteniendo dos platos en las manos.

—No hay nada de qué preocuparse, Freen. Solo quise asegurarme de que estuvieras bien. Nada más.—

Le entregó un plato a Freen, y ambas se sentaron en la mesa. Becky seguía tarareando, aparentemente despreocupada, mientras Freen la observaba en silencio, intentando encontrar las palabras correctas para lo que quería decir.

—Gracias, de verdad —dijo finalmente Freen, mirándola directamente—. No sé qué hubiera hecho sin ti anoche.—

Becky la miró, sus ojos brillando con una calidez que hizo que Freen se relajara un poco más.

—Siempre estaré aquí para ti, Freen —respondió Becky con una seriedad que contrastaba con su actitud juguetona de antes—. Siempre.—

Freen sintió que algo en su pecho se apretaba ante esas palabras. Era extraño cómo una simple mañana después de una noche confusa podía cambiar tanto entre ellas. ¿O acaso siempre había estado ahí, ese "algo" entre ellas, y simplemente no lo había notado?

INESPERADO  ~ FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora