Reina de Acero

Capitulo 7

Bajo sospecha
Nikolay

El reloj en la pared marcaba las tres de la mañana, y aunque el resto de la casa estaba en silencio, mi mente seguía girando. Los informes del día habían sido contundentes: problemas en los puertos, disturbios en las calles y aliados que comenzaban a mostrar grietas en su lealtad. No era algo nuevo, pero esta vez, las grietas parecían más profundas, como si alguien estuviera empujando desde las sombras, esperando que la estructura cayera.

Me pasé una mano por la mandíbula, sintiendo la tensión en los músculos, mientras mis pensamientos se dirigían inevitablemente hacia Olivia. Era imposible no pensar en ella, no después de lo que habíamos compartido, tanto en palabras como en silencios. Era fuerte, más de lo que cualquiera habría imaginado, incluida mi propia gente. Eso lo respetaba, pero al mismo tiempo, la incertidumbre sobre sus verdaderas intenciones comenzaba a carcomerme. ¿En qué pensaba realmente cuando me miraba con esos ojos llenos de enigmas? ¿Qué secretos ocultaba detrás de esa máscara impecable de princesa mafiosa?

Había aprendido a no confiar en nadie, y aunque Olivia estaba ahora atada a mí por un anillo, una promesa y un imperio, no dejaba de ser una Mancini. Y los Mancini eran expertos en tejer mentiras bajo una fachada de lealtad. Lo sabía mejor que nadie.

Me levanté de la silla, el crujido de la madera interrumpiendo el silencio de la oficina. Sabía que no encontraría respuestas sentado ahí. Las respuestas estaban allá fuera, en las calles de Moscú, entre la gente que se movía bajo mi mando, y quizá... dentro de la propia Olivia.

Abrí la puerta con la esperanza de aclarar mi mente caminando por la mansión. La oscuridad apenas era rota por algunas luces tenues en las paredes, creando sombras que se alargaban como fantasmas del pasado. No me sorprendió verla a ella ahí, de pie frente a la ventana de la biblioteca, su silueta dibujada por la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Siempre tan distante, tan contenida. Sabía que algo la inquietaba, que algo se removía bajo esa calma aparente que mostraba al mundo.

Me acerqué en silencio, como si no quisiera interrumpir sus pensamientos, aunque sabía que ella ya había sentido mi presencia. No había nada en esa mujer que no fuera deliberado, nada que no estuviera calculado. Pero eso era algo que, en cierto modo, me fascinaba. Era como mirarme en un espejo distorsionado, uno donde las reglas del juego parecían las mismas, pero los jugadores eran diferentes.

—No puedes dormir —murmuré, deteniéndome a un par de metros de ella.

Olivia no se movió, ni siquiera para mirarme. Solo continuó observando la noche como si esta pudiera ofrecerle alguna respuesta que yo no podía. Finalmente, habló, su voz baja y controlada, pero con una nota de algo que no lograba identificar.

—Hay demasiadas preguntas en el aire —respondió—. No es fácil dormir cuando el enemigo podría estar dentro de las paredes.

Sentí el peso de sus palabras. El enemigo. Los últimos días habían estado llenos de susurros, de pequeñas señales que indicaban que alguien, en algún lugar, estaba jugando un juego peligroso. Pero ¿quién? La lealtad, como bien había aprendido a lo largo de los años, era una moneda de cambio fácil de falsificar.

Me acerqué hasta quedar a su lado, mirándola, se veía preocupada. Siento que algo quiere decirme y lo voy a averiguar.

—Tú sabes algo que yo no se —dije serio mientras la miro.—¿Que pasa?

-Es sobre el traidor...— dice ella mientras mantiene su mirada.— Siento que se mueve por las sombras.

—Lo hace, pero tú no te preocupes por eso. Yo me encargaré de el.

—No, esto lo hacemos los dos, y tú solo no lo harás. Esta también es mi mafia, que te quede muy claro Smirnov.

—Sabes, no voy a discutir sobre eso contigo Olivia.

—Sabes que tengo razón —Olivia me mira enojada, y se va. En este momento no me importa, solo necesito concentrarme en el traidor.

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Hola hola!
Este es un capítulo más corto pero bueno!! Los amo! Denle apoyo!