Capitulo 23

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En la Intimidad del Caos
Nikolay

La tensión en el aire era palpable mientras nos preparábamos para la siguiente fase de nuestra ofensiva contra Ivanov. Sin embargo, en medio del caos y la preparación para el enfrentamiento, había un espacio privado que habíamos encontrado, un pequeño rincón en el almacén que nos ofrecía un respiro. Sabía que debíamos aprovechar cada momento de calma para reconectar, para reavivar el vínculo que se había forjado entre nosotros.

Olivia estaba frente a una mesa revisando el equipo, sus movimientos gráciles y meticulosos, y no pude evitar fijarme en ella. La manera en que se movía, la curva de su espalda, y cómo su ropa se ajustaba a sus formas me atraía con una intensidad que no podía contener. Decidí que era el momento de dar un paso más, de mostrarle cómo la veía no solo como una compañera en la batalla sino como una mujer deseada y apreciada.

—Preciosa —dije con un tono seductor, acercándome a ella mientras trataba de mantener una actitud relajada. —Tu presencia aquí es como un oasis en medio del desierto. Cada momento que paso contigo es un regalo.

Olivia levantó la vista, sus ojos azules encontrándose con los míos. Había una chispa de sorpresa y curiosidad en su mirada, y eso me animó a continuar. La vi sonreír ligeramente, y eso me dio la confianza para seguir.

Me acerqué más, el suave aroma de su perfume mezclándose con el de la pólvora y el humo de la batalla. La habitación, aunque simple, parecía transformarse en un espacio íntimo y cálido gracias a la cercanía entre nosotros. Mis manos encontraron su cintura con una ternura que contrarrestaba con la dureza de la guerra que se libraba fuera.

—Tienes una manera de iluminar incluso los momentos más oscuros —le susurré, mi voz suave y cargada de emoción.

Mi mano se deslizó lentamente hacia su trasero, mis dedos tocando su piel con una delicadeza que contrastaba con la intensidad de nuestro deseo. La reacción de Olivia fue inmediata; sus ojos se cerraron por un instante, y un pequeño suspiro escapó de sus labios. Podía sentir cómo su cuerpo respondía a mi toque, una señal clara de que nuestras emociones estaban alineadas.

—Nikolay... —dijo, su voz temblando ligeramente. No pude evitar sonreír ante su reacción, un indicio de lo que significaba para ella este momento, para nosotros.

Aproveché la oportunidad para envolver mis brazos alrededor de su cintura, atrayéndola hacia mí. La cercanía era perfecta, su cuerpo presionando contra el mío de una manera que me hizo sentir un deseo abrumador. Incliné mi cabeza hacia ella, mis labios rozando su oído mientras le susurraba palabras cargadas de promesas.

—En medio de todo esto, en este pequeño rincón que hemos creado, quiero que sepas cuánto te deseo. No solo por lo que eres como compañera, sino por la mujer increíble que eres.

La sensación de su cuerpo contra el mío, el calor de su piel y la suavidad de sus curvas me hicieron perderme en el momento. Me incliné hacia atrás, mirándola con una intensidad que no podía ocultar. Sus ojos se abrieron, encontrándose con los míos con una mezcla de deseo y vulnerabilidad.

Sin poder contenerme más, incliné mi cabeza y la besé con una pasión que no había mostrado antes. El beso fue lento y profundo, lleno de una ternura que reflejaba todo lo que sentía por ella. Mis manos siguieron explorando su figura, cada caricia y cada toque un testimonio de lo que significaba para mí.

Cuando finalmente nos separamos, el ambiente en la habitación parecía estar cargado de una nueva energía. La guerra y el peligro seguían existiendo, pero en este momento, en nuestra pequeña burbuja de intimidad, había una conexión más profunda, una promesa de algo más allá del conflicto.

—Quiero que sepas que lo que tenemos aquí es real, preciosa. Cada caricia, cada palabra, es parte de lo que estoy construyendo contigo. Y no importa lo que pase, estoy aquí para ti.

Olivia me miró con una expresión que mezclaba amor y gratitud, y me dio una sonrisa que iluminó la habitación aún más. Sus manos se posaron sobre las mías, y su voz era un susurro lleno de emoción.

—Lo sé, Nikolay. Lo siento en cada momento que compartimos. Y aunque la guerra nos rodee, sé que lo que tenemos es lo que vale la pena luchar.

Nos quedamos allí, abrazados en la calma que habíamos encontrado, conscientes de que, aunque el conflicto continuaría, habíamos creado un espacio para nosotros, un lugar donde nuestra conexión podía florecer incluso en medio del caos. Era una promesa de amor y deseo que se mantenía viva, un faro de esperanza que nos guiaba a través de la tormenta.

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