Capitulo 28

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Nuevas Esperanzas
Olivia

Los meses habían pasado desde la guerra y el accidente que casi nos separa. La recuperación había sido un proceso largo y desafiante, pero finalmente, los días de dolor y angustia habían dado paso a una nueva etapa. Aunque las cicatrices, tanto físicas como emocionales, todavía eran evidentes, había una sensación de calma que empezaba a establecerse en nuestras vidas.

La luz del sol entraba a raudales por la ventana del apartamento que habíamos elegido para comenzar de nuevo. La vista del jardín, que alguna vez fue un recordatorio de mi sufrimiento, ahora era un símbolo de esperanza y renovación. Mientras me sentaba en el sofá, rodeada de las flores que Nikolay había elegido para alegrar el espacio, me sentía en paz, aunque las cicatrices del pasado todavía eran parte de mi vida.

El proceso de sanación no solo había sido físico, sino también emocional. Nikolay había comenzado a mostrarse más cercano, aunque a veces todavía había momentos en los que la distancia parecía reaparecer. Sin embargo, había cambios significativos. La frialdad que había marcado nuestros encuentros iniciales se estaba desvaneciendo, reemplazada por una versión más suave de él, alguien que estaba dispuesto a enfrentar el dolor y buscar un camino hacia adelante.

Un día, mientras revisaba los últimos detalles del jardín que habíamos estado decorando, escuché la puerta de entrada abrirse. Mi corazón se aceleró al saber que Nikolay estaba de regreso. Había pasado mucho tiempo desde que nuestras interacciones se habían cargado de una calidez que solía ser la norma, y cada visita suya era un pequeño paso hacia la reconciliación.

—Hola, preciosa —dijo Nikolay con una sonrisa que, aunque aún no era completamente despreocupada, mostraba un rayo de la antigua ternura que solía tener. Se acercó y me rodeó con los brazos, su abrazo era cálido y reconfortante. —¿Cómo va todo aquí?

—Todo está bien —respondí, sonriendo mientras le devolvía el abrazo. —El jardín está tomando forma. Me alegra que hayas traído estas flores. Son preciosas.

Se apartó ligeramente y observó el jardín, su mirada llena de aprecio. La belleza del espacio parecía reflejar lo que sentíamos en ese momento: una mezcla de nostalgia por el pasado y esperanza para el futuro. Nikolay se sentó en una de las sillas cercanas y me hizo un gesto para que me uniera a él.

—Quería hablar contigo sobre algo —dijo, su tono serio pero cargado de intención. —Estos meses han sido difíciles, y siento que aún tenemos mucho que reconstruir. Pero me he dado cuenta de algo importante: quiero seguir construyendo esto contigo, de la forma que sea necesario.

Me senté a su lado, mis manos entrelazadas con las suyas mientras lo miraba con una mezcla de expectativa y esperanza. La sinceridad en su voz me conmovió, y sentí una oleada de emoción mientras escuchaba sus palabras.

—También quiero eso, Nikolay —respondí, mi voz temblando ligeramente. —Quiero que trabajemos juntos para superar esto. La guerra ha terminado, pero nuestra historia continúa. Hay tanto que podemos construir, y estoy dispuesta a enfrentarlo contigo.

Nikolay me miró con una intensidad que había comenzado a extrañar. La conexión entre nosotros, aunque todavía frágil, parecía reforzarse con cada palabra sincera y cada gesto de apoyo. Me incliné hacia él y lo besé, un beso que comenzó con dulzura y creció en profundidad. Era un gesto lleno de promesas y esperanzas para el futuro.

A medida que el día avanzaba, pasamos tiempo juntos en el jardín, trabajando en los detalles finales. Había algo terapéutico en el acto de cultivar la tierra y arreglar las flores. Cada tarea parecía simbolizar un paso hacia una vida nueva, una vida en la que podríamos dejar atrás el dolor y abrazar un futuro lleno de posibilidades.

La tarde se deslizó suavemente hacia la noche, y nos encontramos acurrucados en una manta en el jardín, mirando las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo. La tranquilidad de la noche y la belleza del momento eran un recordatorio de que, a pesar de las dificultades que habíamos enfrentado, había algo hermoso en nuestra vida y en nuestra relación.

—Gracias por estar aquí —le dije a Nikolay, mi voz cargada de gratitud. —Gracias por no rendirte, por estar dispuesto a enfrentar esto conmigo.

Él me abrazó con fuerza, su mano acariciando suavemente mi cabello. —Siempre estaré aquí, Olivia. La guerra ha terminado, y ahora tenemos una nueva oportunidad para ser felices. No importa lo que venga, lo enfrentaremos juntos.

Nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro y del tranquilo entorno que habíamos creado. Aunque el camino hacia adelante seguía siendo incierto, había una certeza en nuestros corazones: estábamos listos para enfrentar lo que viniera, juntos, con la esperanza de un futuro lleno de amor y promesas compartidas.

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