La Jauría del Zar
NikolayEl viento frío de Roma acariciaba mi rostro mientras el coche avanzaba por las calles iluminadas, alejándonos de la iglesia. A mi lado, Olivia permanecía en silencio, su perfil afilado por las sombras de la noche. No le importaba mostrar lo que era: dura, impenetrable. En ese sentido, éramos iguales. Pero bajo esa calma aparente, podía sentir su desconfianza. Ella era inteligente, eso lo sabía desde el momento que su nombre apareció en la mesa de negociaciones. Una princesa criada para ser fuerte, no para caer rendida a los pies de nadie.
Y mucho menos a los míos.
La boda había sido una formalidad. Un acto necesario para consolidar la alianza entre mi imperio y los Mancini. A ambos lados, los intereses de nuestras familias estaban en juego, y con esta unión, el control de Roma y Moscú estaría asegurado. Al menos, en teoría.
Olivia me miro por un instante, esos ojos azules como el mar, llenos de algo que no podía identificar del todo. Quizás curiosidad. Quizás desprecio. No lo sabía con certeza. No me importaba. Lo que me importaba era cómo iba a manejar a esta mujer que ahora llevaba mi apellido. Sabía que no sería una esposa sumisa, pero tampoco la quería así. Necesitaba a alguien fuerte, alguien que pudiera caminar a mi lado en este infierno. Ella lo sabía, y por eso había aceptado. Pero que allá aceptado no significaba que confiara en mi.
Perfecto.
Un matrimonio como este, la confianza era una debilidad. Y la debilidad no tenía espacio en mi vida.
-Así que, la princesa de la mafia italiana se casó con el zar ruso. El cuento de hadas que todos esperaban- dije, rompiendo el silencio, mi tono cargado de ironía.
Ella no se inmutó. Su mandíbula se tensó apenas, pero no apartó la mirada de la ventana.
-Prefiero los cuentos de terror- respondió después de un momento, su voz suave pero con un filo que no pase por alto.
Una sonrisa apenas perceptible cruzó mis labios, tenia espíritu, no lo negaba. De hecho, lo apreciaba. Pero aún no entendía cómo funcionaba mi mundo.
-¿De verdad crees que esto es terror? - le lance una mirada rápida-. No has visto nada todavía.
Su respuesta fue una simple arqueada de ceja, como si estuviera evaluándome. Como si yo fuera un enigma para ella. Y, en cierta manera, lo era. Nadie sabia lo que ocurría detrás de los muros que había levantado a lo largo de los años. Ni siguiera mis mas cercanos. Para ellos, yo era el rey de un imperio que temían, un hombre que nunca vacilaban. Pero esta mujer, Olivia, estaba empeñada en encontrar grietas donde no las había.
Llegamos al lugar de la recepción, un palacio antiguo convertido en una fortaleza decorada para la ocasión. Luces colgaban como estrellas artificiales, y el brillo de los candelabros reflejaba la opulencia de nuestras dos familias. A medida que bajábamos del coche, la multitud de rostros conocidos nos esperaba. Hombres con poder, algunos amigos, otros enemigos, todos calculando lo que este matrimonio significaba para ellos.
Le tendí la mano a Olivia para ayudarla a bajar. Su toque fue breve, como si quisiera evitar el contacto, pero suficiente para notar la firmeza de sus dedos. Esta no era una mujer que se dejaría quebrar fácil.
-No tienes que fingir que disfrutamos de esto- le murmure cuando nos dirigíamos hacia la entrada-. Todos saben que esto es solo un acuerdo.
Ella le lanzó una mirada fugaz. —Lo se. Pero eso no significa que no pueda hacerlo mejor que tú.
Levante la ceja. La seguridad en su voz me resultaba intrigante.— ¿Es un desafío, princesa?
—Es un hecho.
Una carcajada ronca salió de mi pecho. Quizá, después de todo, este matrimonio no sería una carga. Podría incluso ser entretenido.
Estamos juntos, y las miradas se posaron sobre nosotros como si fuéramos dioses descendiendo de sus tronos. Sabían lo que representábamos: poder, dominación, control absoluto. Las familias de la mafia rusa y la italiana unidas por sangre. Y sabían que detrás de esos votos, había más en juego de lo que ellos podían entender.
Mientras avanzábamos entre las mesas decoradas con elegancia , un hombre se acercó, inclinándose ligeramente ante nosotros. Ivan Petrov, uno de mis hombres más leales, y el encargado de mantener La Paz en Moscú mientras estoy aquí.
— Todo está en orden, señor Smirnov — dijo en ruso, su tono firme.
Asentí, pero no necesitaba confirmación. Sabía que todo estaba bajo control. Al menos por ahora.
—Permanezcan alerta —respondí en el mismo idioma, y el se retiró con una leve inclinación de cabeza.
Olivia no dijo nada, pero me observo de reojo, como si intentara descifrar la conversación en un idioma que no era el suyo. No se lo traduciría. No todavía.
—Espero que disfrutes la velada — dije con tono bajo mientras nos dirigíamos a nuestra mesa —. Porque es solo el comienzo.
Ella me sostuvo la mirada, y por un segundo, pensé que me respondería con alguna ironía, pero no lo hizo. En cambio, su silencio habló más que mil palabras. Sabía que no se dejaría intimidar, pero también sabía que, en algún momento, tendría que ceder. No hoy, tal vez no mañana, pero cedería. Porque en mi mundo, siempre ganaba el más fuerte. Y yo no perdía.
Nunca.
Mientras nos sentábamos, el ruido de la celebración comenzaba a llenarse de risas y brindis. Pero para nosotros, el verdadero juego acababa de empezar.
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Hola hola!
Ojalá les guste mucho el segundo capítulo!! Los amo!!

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Reina de Acero
RomansaEn el despiadado mundo de la mafia, donde el poder y la traición se entrelazan en una danza peligrosa, Reina de Acero narra la apasionante historia de Olivia, la princesa de la mafia italiana, y su matrimonio arreglado con Nikolay Smirnov, el jefe d...