Capitulo 20

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Enfrentando el Torbellino
Nikolay

La primera ráfaga de balas rompió el silencio de la noche, un recordatorio brutal de que la calma nunca duraría. La guerra contra Ivanov había comenzado, y el caos que había estado a punto de consumirnos, después de esa noche tan lujuriosa viene la peor parte. Nos llamaron a la mitad de la madrugada por la guerra. Ahora se estaba materializando en un campo de batalla real. Las luces de la ciudad brillaban en la distancia, pero en nuestro pequeño rincón de la realidad, solo había sombras y fuego.

Olivia estaba a mi lado, su presencia una constante en medio del tumulto. La misma mujer que había despertado en mí deseos que no podía controlar ahora estaba también en el centro de este conflicto, a la vez que era el faro que me mantenía anclado. La miraba mientras se preparaba para lo que estaba por venir, su determinación inquebrantable, y sentí una mezcla de admiración y preocupación.

—Necesitamos movernos —dije, mi voz cortante pero cargada de urgencia. La calma con la que Olivia estaba enfrentando todo esto me asombraba, pero sabía que no podía permitirnos distracciones.

Olivia asintió, sus ojos reflejando la misma intensidad que sentía en mi pecho. La guerra no era algo nuevo para mí, pero compartirla con ella era un desafío completamente diferente. No podía permitirme que nada le sucediera, no después de lo que habíamos compartido.

Nos movimos en silencio hacia el escondite preparado, un viejo almacén que había sido acondicionado para servir como nuestro centro de operaciones. A medida que nos acercábamos, el sonido de disparos y explosiones se hacía más fuerte, y el aire se llenaba del olor a pólvora y humo. Pero mi mente estaba fija en una sola cosa: mantener a Olivia a salvo y asegurar nuestra victoria contra Ivanov.

Dentro del almacén, el equipo de seguridad ya estaba en alerta máxima. Comenzaron a darme informes sobre la situación, pero mis pensamientos seguían regresando a Olivia. Su calma en medio del caos era algo que no podía entender completamente, pero me daba fuerzas. Ella estaba aquí, luchando a mi lado, y eso le daba un nuevo significado a todo lo que estaba pasando.

—Nikolay —dijo Olivia, su voz clara a pesar del bullicio—, necesito que sepas algo antes de que esto empeore.

Me volví hacia ella, viendo en sus ojos algo que nunca había visto antes, una mezcla de vulnerabilidad y valentía que me sorprendió. La guerra podía ser brutal, pero lo que estaba sintiendo ahora, la verdad que se estaba manifestando, era aún más intenso.

—¿Qué sucede? —pregunté, mi tono suave pero preocupado.

Ella se acercó, su mano encontrando la mía en medio del caos. El contacto, aunque breve, fue suficiente para que sintiera el calor de su cuerpo, su ansiedad, su necesidad. Sus ojos buscaron los míos con una intensidad que me dejó sin aliento.

—Si no sobrevivimos a esto... —dijo, sus palabras temblando un poco—, quiero que sepas que lo que tenemos es real. No solo un juego, no solo una obligación. Lo que siento por ti, Nikolay, es más profundo de lo que puedo expresar.

Mis manos se apretaron alrededor de las suyas, y por un momento, el ruido y el peligro se desvanecieron. Lo que ella estaba diciendo, lo que yo sentía por ella, era una verdad que ahora nos unía de una manera que no había imaginado. La guerra no podía deshacer lo que habíamos construido, no podía apagar el fuego que había encendido entre nosotros.

—Lo sé —respondí, mi voz grave y firme—. Lo sé porque también lo siento. Y no importa lo que pase, no voy a dejar que nada te pase.

Nos miramos durante un momento que pareció durar una eternidad, antes de que el sonido de los disparos nos devolviera a la realidad. La guerra seguía su curso, implacable e indomable, pero en ese instante, en ese breve respiro que nos dimos, encontré una fuerza renovada.

Salimos del almacén, enfrentándonos al caos con una determinación férrea. La batalla que se libraba fuera era intensa, y mientras luchábamos, cada momento que compartíamos se volvía más valioso. Mis pensamientos se mantenían en Olivia, en cómo la protectora se había convertido en mi compañera en esta lucha, y cómo el deseo que sentía por ella ahora se entrelazaba con una conexión más profunda.

Al final del día, después de un enfrentamiento brutal con las fuerzas de Ivanov, encontramos un momento de calma en un refugio temporal. La batalla había sido dura, y aunque habíamos ganado una victoria parcial, la guerra aún no había terminado.

Nos encontramos en una habitación aislada, un pequeño rincón que había sido transformado en un espacio más personal, lejos del estruendo de la batalla. Olivia estaba a mi lado, su cuerpo cansado pero su mirada aún intensa. Me acerqué a ella, buscando en sus ojos el mismo consuelo que me había dado durante todo el conflicto.

—Vamos a salir de esto —dije, mi voz llena de una determinación que estaba destinada a ser nuestra guía.

Olivia asintió, pero en lugar de responder con palabras, me tomó por sorpresa al acercarse, su mano acariciando mi rostro con una ternura que contrastaba con el entorno violento en el que nos encontrábamos. Sus labios encontraron los míos de nuevo, pero esta vez, el beso fue diferente. Era una mezcla de alivio, de esperanza y de una pasión que no habíamos permitido explotar en medio de la guerra.

Nos besamos con una urgencia que no podía ser contenida, como si cada segundo en que estábamos juntos fuera un regalo precioso en medio del caos. Sus manos se deslizaron por mi cuello, y la manera en que me tocaba, me acariciaba, me hacía olvidar el peligro y la violencia que nos rodeaba. Estábamos en nuestro propio mundo, donde el peligro y la guerra no podían tocarnos.

Cuando finalmente nos separamos, el aire estaba lleno de la misma tensión que habíamos compartido antes, pero ahora había una nueva claridad. Lo que estábamos construyendo, lo que habíamos compartido en medio de todo esto, era algo real, algo que no podía ser destruido.

—Prométeme que, sin importar lo que pase, esto será lo que nos guíe —le pedí, mi voz cargada de emoción.

Ella me miró, sus ojos reflejando la misma determinación que sentía. Asintió lentamente, su mano apretando la mía con fuerza.

—Lo prometo —dijo, y en ese momento, supimos que, sin importar lo que nos esperaba, estábamos juntos en esto, enfrentando el torbellino de la guerra y el deseo que nos unía.

La guerra continuaría, y el peligro aún acechaba, pero con Olivia a mi lado, había una nueva fuerza que me impulsaba a seguir adelante. La batalla aún estaba lejos de terminar, pero lo que habíamos encontrado, lo que habíamos construido, era la luz que nos guiaría a través de la oscuridad.

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