Capitulo 16

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La Primera Grieta
Nikolay

El aire en la habitación se volvió denso, cargado de algo que no podía ignorar más. Durante tanto tiempo había controlado cada movimiento, cada pensamiento, pero Olivia estaba allí, mirándome con esos ojos que comenzaban a derribar todas las barreras que había construido. Y ahora, tan cerca de ella, sentí cómo todo en mí se desmoronaba lentamente, como si el acero que había sido mi armadura durante años estuviera empezando a agrietarse.

Mis dedos todavía rozaban su mejilla, y su piel cálida bajo mi toque me recordaba que, aunque todo en mi mundo era frío y calculado, había algo aquí, algo tangible y real. Algo que no podía seguir ignorando. No era solo atracción; era algo más profundo, algo que no había permitido que se asentara dentro de mí hasta ahora.

Olivia no se movía, sus ojos se mantenían fijos en los míos, como si esperara una señal, una palabra. Pero las palabras ya no parecían suficientes. Sentía cómo su respiración se aceleraba ligeramente, sincronizada con la mía. El silencio entre nosotros no era incómodo, sino una pausa cargada de significados, de preguntas sin respuesta. Algo que ambos sabíamos que estaba a punto de cambiar.

Dudé por un instante. No por miedo, sino porque sabía que cruzar esta línea significaría romper todo lo que habíamos construido hasta ahora. Esto ya no se trataba de un matrimonio arreglado, de una alianza política. Esto era algo mucho más personal, algo que me asustaba más que cualquier enemigo que pudiera enfrentar.

Pero en ese instante, con Olivia tan cerca, no había lugar para el miedo. No con ella.

—Olivia —susurré, mi voz ronca, cargada de emociones que no sabía cómo manejar—, esto no debería estar pasando...

Ella no dijo nada, pero en la forma en que me miraba, supe que sentía lo mismo. Ese mismo conflicto, esa misma mezcla de deseo y duda. Pero también supe, en ese momento, que ninguno de los dos estaba dispuesto a dar marcha atrás.

Mis manos, que siempre habían sido armas, instrumentos de control y poder, se movieron con una suavidad que me sorprendió incluso a mí. Bajé la mano que estaba en su rostro hasta su cuello, sintiendo el latido acelerado bajo la piel. No apartó la mirada, no se alejó. En lugar de eso, dio un pequeño paso hacia adelante, reduciendo aún más la distancia entre nosotros.

—No sé cómo manejar esto —admití, casi en un susurro.

Ella tragó saliva, pero mantuvo la mirada firme. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que alguien me veía realmente, más allá del jefe de la mafia, más allá del hombre frío y calculador. Y eso me asustaba. Pero también me hacía querer más. Porque con Olivia, había algo que nunca había tenido con nadie más: honestidad, sin juegos ni agendas ocultas.

Lentamente, incliné mi cabeza hacia la suya, cerrando los centímetros que quedaban entre nosotros. Sentí su aliento cálido contra mis labios, y en ese momento, supe que no había vuelta atrás. Había esperado tanto para sentir algo real, algo que no estuviera basado en el poder o la manipulación. Y ahora, con Olivia, lo tenía justo frente a mí.

No necesitaba decir nada más. Dejé que mis acciones hablaran.

Mis labios tocaron los suyos con suavidad al principio, una simple caricia que exploraba el terreno desconocido entre nosotros. Pero en cuanto nuestros labios se encontraron, algo explotó dentro de mí, una chispa que no había sentido en años. Ella respondió casi al instante, sus manos encontrando mi pecho, como si también hubiera estado esperando este momento tanto como yo.

El beso fue lento al principio, una danza cautelosa entre dos personas que no sabían exactamente cómo llegar hasta aquí, pero que ya no podían detenerse. Sentí cómo su cuerpo se relajaba ligeramente contra el mío, y mis brazos la rodearon instintivamente, como si eso fuera lo más natural del mundo.

No era solo un beso. Era la culminación de semanas de tensión, de miradas que duraban demasiado, de palabras no dichas que finalmente encontraban su salida.

Con cada segundo que pasaba, el beso se profundizaba, y la suavidad inicial dio paso a algo más intenso, algo más real. Sentí cómo Olivia se aferraba a mi camisa, tirando de mí hacia ella, como si ambos estuviéramos tratando de eliminar cualquier distancia que quedara entre nosotros.

Mis manos se movieron por su espalda, sintiendo la curva de su cuerpo, atrayéndola aún más cerca, mientras el mundo a nuestro alrededor desaparecía. Todo lo que importaba en ese momento era ella, y la forma en que nuestros cuerpos encajaban, como si siempre hubieran estado destinados a hacerlo.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, nos separamos. Ambos respirábamos con dificultad, nuestras frentes juntas, nuestros labios aún rozándose, como si ninguno de los dos quisiera romper el contacto por completo.

—Esto cambia todo —murmuró Olivia, su voz apenas un susurro entrecortado.

Asentí lentamente, todavía tratando de procesar lo que acababa de suceder. Tenía razón. Esto lo cambiaba todo. Ya no éramos solo dos piezas en un juego de poder, ya no era solo un matrimonio por conveniencia. Esto era real, y no había vuelta atrás.

—Lo sé —respondí, mis manos aún en su cintura, mis dedos acariciando su piel suavemente—. Pero no quiero detenerme.

Ella me miró, sus ojos brillando con algo que reconocí al instante: el mismo miedo y deseo que yo sentía. Habíamos cruzado una línea, y aunque no sabíamos a dónde nos llevaría, lo que sí sabía con certeza era que no quería volver al vacío que había sentido antes de ella.

—Tampoco yo —admitió finalmente, y en esa simple confesión, supe que estábamos en el mismo camino.

Sin decir más, la acerqué de nuevo a mí, y aunque el beso esta vez fue más breve, fue igual de intenso, igual de cargado de promesas silenciosas. Este era solo el comienzo, y aunque lo que se avecinaba probablemente sería complicado y caótico, había una certeza que ahora estaba clara: no estaba solo en esto.

Y por primera vez en mucho tiempo, esa idea no me aterraba.

Olivia estaba conmigo. Y eso lo cambiaba todo.

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Hola hola!
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