El Peso de la Verdad
OliviaEl beso aún ardía en mis labios, como una marca imborrable que Nikolay había dejado en mí. Nunca había pensado que algo así podría suceder, no con él, no en un matrimonio como el nuestro. Me recosté contra el borde del escritorio, intentando calmar mi respiración, pero mi corazón seguía martilleando en mi pecho, como si tratara de arrancar el aire que apenas podía respirar.
Lo miré, y él estaba tan desconcertado como yo, aunque su semblante seguía siendo firme, controlado. Sus ojos, sin embargo, decían otra cosa. Algo había cambiado entre nosotros, y no podía ignorarlo. Habíamos cruzado una línea, una frontera invisible que habíamos intentado mantener todo este tiempo. Pero ahora... ahora era imposible volver atrás.
El silencio entre nosotros era palpable, pero no incómodo. Era como si ambos estuviéramos tratando de entender qué significaba esto, cómo habíamos llegado hasta aquí, y qué haríamos a partir de ahora.
Me llevé los dedos a los labios, sintiendo aún el calor de los suyos. Por un momento, me pregunté si había sido un error. No debería estar sintiendo esto por él. Nikolay era peligroso, frío, calculador. Un hombre que había construido su vida alrededor del control absoluto, de mantener a todos a una distancia segura. Pero la verdad era que no podía negar lo que acababa de pasar. Ni lo que había estado sintiendo desde hace algún tiempo.
—Esto... no era lo que esperaba cuando llegué aquí —dije, mi voz apenas un susurro.
Nikolay, de pie frente a mí, asintió lentamente, sus ojos sin apartarse de los míos. No había palabras suficientes para describir lo que ambos estábamos pensando, pero sabía que él lo entendía tan bien como yo. Éramos iguales en muchas formas, y eso era lo que me aterraba y me atraía a la vez. Ambos habíamos pasado nuestras vidas levantando muros, protegiéndonos de cualquier debilidad. Y ahora, frente a él, esos muros se sentían más frágiles que nunca.
—Tampoco yo —respondió, con su voz grave y baja. Había una sinceridad en su tono que me desarmó por completo.
No supe qué decir a eso. Parte de mí quería pedirle que olvidáramos lo que había sucedido, que regresáramos a la fría distancia que habíamos mantenido hasta ahora. Pero otra parte, más fuerte y más honesta, quería aferrarse a lo que habíamos compartido, a esa chispa que, por un breve momento, me había hecho sentir viva de una manera que no había experimentado en mucho tiempo.
—Nikolay —empecé, intentando ordenar mis pensamientos—, sé que esto no es lo que ninguno de los dos esperaba, pero... esto no cambia lo que somos.
Él dio un paso más cerca, su mirada fija en mí. Sentí cómo el aire en la habitación se volvía más pesado, cargado de tensión y algo más profundo que ambos estábamos comenzando a comprender. Se detuvo justo frente a mí, sus ojos clavándose en los míos como si quisiera leer cada pensamiento que cruzaba por mi mente.
—No cambia lo que somos —dijo en voz baja, casi como si estuviera pensándolo en voz alta—. Pero cambia lo que esto significa para nosotros.
El peso de sus palabras cayó sobre mí como una verdad innegable. No podíamos seguir fingiendo que esto era solo un matrimonio por conveniencia. El simple hecho de que nos importáramos el uno al otro, más allá de lo que dictaba la lógica, lo cambiaba todo. Sabía que él lo sentía también, aunque aún no lo dijera en voz alta.
Quise decir algo, pero antes de que pudiera encontrar las palabras, Nikolay volvió a acercarse, esta vez con más decisión. Su mano se posó en mi cintura, y ese simple toque encendió algo dentro de mí que ya no podía ignorar. Podía sentir su fuerza, su presencia, pero también su vulnerabilidad, esa grieta en su armadura que había comenzado a mostrarse.
Mi corazón latía tan fuerte que temía que él lo escuchara. Su otra mano acarició mi mejilla, sus dedos rozando mi piel con una suavidad que no asociaba con él. Esta vez, no aparté la mirada ni intenté retroceder. No quería hacerlo.
—No quería que esto sucediera —admití en un susurro, casi para mí misma—. Pero ahora que ha pasado, no sé cómo detenerlo.
Nikolay no respondió de inmediato. Solo me miró, su mano aún en mi mejilla, como si estuviera debatiendo algo internamente. Y entonces, finalmente, sus labios formaron una respuesta que me dejó sin aliento.
—Yo tampoco quiero detenerlo.
Esas palabras me desarmaron por completo. Me habían enseñado a no confiar, a no bajar la guardia, pero con Nikolay, todo eso parecía derrumbarse. Había algo en él que me llamaba, una conexión que no podía negar, y por primera vez desde que lo conocí, supe que ya no se trataba solo de una alianza estratégica o de una obligación.
Mis manos encontraron su pecho, y sentí el latido de su corazón bajo mis dedos. Estaba acelerado, igual que el mío, y eso me dio un extraño tipo de consuelo. No estaba sola en esto. Lo que había entre nosotros, fuera lo que fuera, era real.
—¿Y ahora qué? —pregunté, mis palabras saliendo antes de que pudiera detenerlas.
Nikolay me observó en silencio durante unos segundos, sus ojos oscuros recorriendo mi rostro como si estuviera buscando algo que yo misma no había visto aún. Luego, sus labios se curvaron ligeramente, una sonrisa apenas perceptible, pero que me dejó sin aliento.
—Ahora... —murmuró, inclinándose hacia mí—, dejamos que esto sea lo que tenga que ser.
Y entonces, antes de que pudiera reaccionar, sus labios encontraron los míos de nuevo. Pero esta vez, el beso no fue suave ni cauteloso. Fue una declaración. Una promesa silenciosa de que, sin importar lo que sucediera a partir de ahora, no volveríamos a ser los mismos.
——————————————————————
Hola hola!
Les quería agradecer mucho por el apoyo! Y les quería contar que además de este libro sacare otro! Llamado "Building dreams"! Para que lo lean ya que aunque no es de mafia es también de empresas y eso! Los amo! Denle apoyo y síganme en mis redes sociales!!
Ig: mafia.princesa_
TikTok: mafia_princesa

ESTÁS LEYENDO
Reina de Acero
RomanceEn el despiadado mundo de la mafia, donde el poder y la traición se entrelazan en una danza peligrosa, Reina de Acero narra la apasionante historia de Olivia, la princesa de la mafia italiana, y su matrimonio arreglado con Nikolay Smirnov, el jefe d...