El Arte de la Guerra
NikolayLa recepción continuaba en su curso. Risas, brindis y conversaciones vacías llenaban el aire, pero yo estaba enfocado en una sola cosa: Olivia. Sentada a mi lado, manteniendo esa misma fachada de reina intocable que había mostrado desde el momento en que pronunciamos los votos. Su espalda recta, su barbilla en alto, como si la corona invisible de los Mancini todavía pesará sobre ella. Pero lo que más me intrigaba no era su postura impecable, sino la energía contenida en cada uno de sus gestos. Era como una cuerda tensa, esperando el momento exacto para soltarse.
Y yo estaba listo para cuando eso sucediera.
Unos hombres se acercaron a nuestra mesa, algunos de ellos italianos, otros rusos, todos buscando impresionar, como siempre. Las conversaciones giraban en torno a los territorios, acuerdos y promesas que habían nacido en este matrimonio. Ninguno de ellos lo decía en voz alta, pero todos sabían que lo que estaba en juego iba mucho más allá de una celebración.
Uno de los hombres italianos, Antonello Moretti, un veterano de la familia Mancini, se inclinó hacia mi mientras fingía brindar.— Espero que Moscú trate bien a nuestra princesa, Nikolay. Sabes cómo cuidamos lo nuestro.
Su tono era educado, pero en esa última palabra había una advertencia. Moretti era leal a los Mancini, pero no le gustaba la idea de ver a su "princesa" en manos rusas. No le gustaba nada.
Le sostuve la mirada, calmado, mi mano jugando con el vaso de vodka en la mesa.— Olivia es mi esposa ahora. Moscú la cuidará como la zarina que es.
La tensión se palpaba en el aire. Pero antes de que la conversación pudiera escalar, Olivia intervino.
—No te preocupes, Antonello —dijo con una suavidad cortante—. Estoy perfectamente capacitada para cuidar de mí misma.
Moretti se enderezó, sorprendido por la respuesta de Olivia. La sonrisa que intento ofrecer fue tensa, casi forzada.—Por supuesto, signorina. Nadie lo duda.
Ella mantuvo su mirada fija en el, dejando que el silencio pasara entre ambos. Moretti asintió levemente y se retiró, entendiendo que la conversación había terminado. Mientras se alejaba, me permití un pequeño respiro. Olivia había demostrado su fuerza una vez más, pero también algo más: ella sabía jugar el juego.
Me incline hacia ella, manteniendo la voz baja para que solo ella pudiera oírme.— Impresionante. Sabes cómo manejar a tus hombres.
Ella giró lentamente el rostro hacia mi, sus labios apenas curvados en una sonrisa fría.— No son "mis hombres". Y te recuerdo que no soy tu prisionera, Nikolay.
—Nunca te he dicho que lo seas —respondí, levantando el vaso de vodka para brindar con ella—. Pero en este mundo, la libertad es una ilusión. Tú lo sabes mejor que nadie.
Olivia levantó su copa de vino, sus dedos delgados pero firmes alrededor del tallo. Chocamos nuestras copas en un suave "tintineo", y en ese pequeño gesto, sentí algo que no esperaba: una chispa de respeto. No de sumisión, no de miedo. Respeto.
Tomé un sorbo de vodka y lo dejé arder en mi garganta antes de hablar de nuevo.
—¿Porque aceptaste esto, Olivia?— pregunte sin rodeos—. Sabias que no era más que un acuerdo de poder. Tú padre te habría dado una salida si la hubieras pedido. Entonces, ¿por que?
Ella dejó la copa sobre la mesa con una delicadeza que contrastaba con la dureza de su mirada. Sus ojos se clavaron en los míos, sin pestañear, como si estuviera evaluando la profundidad de mi pregunta.
—Porque prefiero elegir mis batallas —dijo con una calma que solo un verdadero estratega podría manejar—. No soy una niña que sueña con cuentos de hadas. Sabía que tarde o temprano, mi familia me usaría como moneda de cambio. Al menos con este matrimonio, tengo el control de lo que sucede a mi alrededor. Y no estoy interesada en ser una víctima de las circunstancias.
Asentí, respetando la honestidad detrás de sus palabras. Podía entender ese razonamiento. Era lo mismo que yo había hecho toda mi vida: calcular cada movimiento, anticipar cada traición, y asegurarme de que nunca fuera una ficha más del tablero de alguien más.
—¿Y cual es tu plan, entonces?— pregunte intrigado—. Porque se que tienes uno.
Sus labios se curvaron en una sonrisa más amplia esta vez.— Ya lo verás, Nikolay. Ya lo verás.
La música en la sala cambió, una melodía suave que señalaba que la pista de baile estaba lista. Las miradas de la multitud se posaron en nosotros. Era nuestro turno. El jefe de la mafia rusa y la princesa de la mafia italiana, unidos bajo la atenta mirada de sus familias. Ambos sabíamos lo que se esperaba de nosotros: mostrar poder. Mostrar unión. Una farsa que todos querían ver, pero que ninguno entendía realmente.
Me puse de pie y le tendí la mano. Ella la aceptó, aunque lo hizo con una frialdad calculada, como todo lo que hacía. Nos movimos hacia el centro de la pista, y en el instante en que la rodeé con mi brazo y tomé su mano en la mía, sentí la rigidez de su cuerpo. No estaba cómoda. No confiaba en mi. Pero esta bien. Yo tampoco confiaba en ella.
La música comenzó, y nuestros cuerpos se movieron con la misma precisión fría que habíamos mostrado en todo momento. Para los observadores, era una imagen perfecta: el hombre que controlaba Moscú y la mujer que algún día lideraría Roma, girando juntos en un baile que sellaba su destino.
Pero para nosotros, este baile era otra cosa.
Era una negociación silenciosa. Un duelo de voluntades. Porque sabíamos que el verdadero poder no estaba en los acuerdos firmados o en las palabras pronunciadas en el altar. Estaba en lo que no se decía. En lo que se ocultaba bajo cada gesto, bajo cada mirada.
Y estábamos dispuestos a ganar.
A medida que la música se desvanecía, la sostuve un poco más cerca. No para intimidarla, si no para recordarle una verdad que nunca olvidaría.
—Este juego, Olivia, no es solo de poder— le susurre al oído—. Es sobre quien sobrevive hasta el final.
Ella alzó la vista hacia mí, su rostro impenetrable.
—Entonces, prepárate, Nikolay. Porque yo no pienso perder.
Y en ese momento, supe que este matrimonio iba a ser mucho más que una simple unión de imperios.
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HOLA HOLA
Que tal?! Muchas gracias por el apoyo!! Los amo! Denle corazón!
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Reina de Acero
Любовные романыEn el despiadado mundo de la mafia, donde el poder y la traición se entrelazan en una danza peligrosa, Reina de Acero narra la apasionante historia de Olivia, la princesa de la mafia italiana, y su matrimonio arreglado con Nikolay Smirnov, el jefe d...