Capítulo 40

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Desafíos y Tensiones
Olivia

Las primeras semanas después del nacimiento de Anastasia fueron una montaña rusa emocional. La alegría de tener a nuestra hija con nosotros se veía empañada por el constante estrés y las preocupaciones sobre la guerra inminente. Aunque trataba de mantener la calma y centrarme en la maternidad, el peso de la situación comenzaba a afectar mi bienestar físico y emocional de formas que no había anticipado.

Una mañana, al despertar y prepararme para la rutina diaria de alimentar a Anastasia, sentí una incomodidad inusual en mi pecho. Al principio, creí que era simplemente una parte normal del proceso de lactancia, pero con el paso del tiempo, el dolor se volvió más intenso. El malestar pronto se transformó en un dolor agudo y punzante, y empecé a notar enrojecimiento e hinchazón en uno de mis pechos.

La preocupación se instaló rápidamente en mi mente mientras me daba cuenta de que algo no estaba bien. El estrés constante por la guerra y la preocupación por la seguridad de mi familia habían comenzado a hacer mella en mi salud. La falta de sueño y la tensión acumulada estaban afectando mi capacidad para producir leche y, lo que era peor, mi capacidad para cuidar adecuadamente de Anastasia.

Después de un par de días de experimentar síntomas preocupantes, decidí hablar con Nikolay sobre lo que estaba ocurriendo. Aunque me esforzaba por mantener una fachada de fortaleza, era evidente que necesitaba ayuda. Me encontraba en la sala de estar, tratando de calmar a Anastasia mientras lidiaba con el dolor en mi pecho.

—Nikolay —dije, mi voz temblando de dolor y frustración—. Creo que algo está mal. Estoy sintiendo un dolor muy fuerte en el pecho, y creo que podría tener mastitis. Estoy preocupada porque la leche no parece estar saliendo como antes, y Anastasia está teniendo problemas para alimentarse.

Nikolay se acercó, sus ojos llenos de preocupación y una determinación silenciosa. —Lo siento mucho, Olivia. No sabía que estabas pasando por esto. Vamos a buscar ayuda de inmediato.

Agradecí el apoyo de Nikolay mientras nos dirigíamos al hospital para recibir atención médica. El viaje fue un torbellino de emociones, con el dolor en mi pecho y la preocupación por la alimentación de Anastasia en primer plano de mi mente. Me sentía incapaz de enfrentar otra dificultad en medio de todo lo que estábamos atravesando.

Una vez en el hospital, el médico me examinó y confirmó que tenía mastitis, una infección dolorosa en el tejido mamario que a menudo ocurre debido a la lactancia. La noticia fue un golpe más en un período ya difícil. La mastitis había provocado una disminución en mi producción de leche y un dolor intenso, y el médico me recetó antibióticos y me proporcionó consejos sobre cómo aliviar el dolor y mejorar la lactancia.

—Lo importante ahora es seguir el tratamiento y mantener la calma —dijo el médico—. La mastitis puede ser tratada con éxito, y con el cuidado adecuado, deberías poder recuperarte y volver a alimentar a tu bebé sin problemas.

Mientras regresábamos a casa, Nikolay se mantuvo a mi lado, ofreciendo su apoyo y tratando de asegurarme que todo saldría bien. Su preocupación por mi salud y su dedicación a nuestra familia eran evidentes, y me sentía agradecida por tenerlo a mi lado en este momento difícil.

Los días siguientes fueron una prueba de paciencia y resiliencia. La rutina de la lactancia se volvió un desafío, con el dolor persistente y la disminución de la leche afectando mi capacidad para alimentar a Anastasia adecuadamente. Me esforzaba por seguir las indicaciones médicas y encontrar maneras de manejar el dolor mientras trataba de mantener la calma y el equilibrio.

El estrés continuo sobre la guerra seguía afectando mi salud, y el impacto de la mastitis solo agravaba la situación. Me sentía frustrada y derrotada por la incapacidad de alimentar a mi hija como deseaba. La combinación de dolor, preocupación y el constante temor por la seguridad de mi familia era abrumadora.

Nikolay estaba a mi lado en todo momento, ofreciendo apoyo y ayuda práctica mientras yo intentaba recuperarme. Aunque sus esfuerzos eran reconfortantes, me preocupaba que la situación estuviera afectando a nuestra relación y a nuestra capacidad para enfrentar juntos los desafíos que se presentaban.

Una noche, mientras me encontraba en la habitación con Anastasia, tratando de alimentarla y manejar el dolor, sentí que la situación estaba alcanzando un punto crítico. Nikolay entró en la habitación, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y amor.

—Olivia, sé que estás pasando por un momento muy difícil —dijo, su voz suave y comprensiva—. Quiero que sepas que estoy aquí para ti, y que vamos a superar esto juntos. No estás sola en esto.

Sus palabras fueron un bálsamo para mi alma, y me di cuenta de que aunque la situación era dura, teníamos el amor y el apoyo necesarios para salir adelante. A pesar de las dificultades, nuestra determinación y amor por Anastasia seguían siendo la fuerza que nos mantenía unidos.

La recuperación de la mastitis fue un proceso lento, pero con el tiempo, empecé a sentirme mejor. La producción de leche volvió gradualmente a la normalidad, y aunque el dolor persistía, comenzaba a disminuir. A medida que la situación mejoraba, me sentí más capaz de concentrarme en cuidar a Anastasia y enfrentar los desafíos de la guerra con una renovada fuerza y determinación.

Cada día con Anastasia era un recordatorio de por qué estábamos luchando, y aunque las tensiones seguían presentes, me aferraba a la esperanza de que, con el apoyo de Nikolay y la fortaleza que habíamos construido juntos, podríamos superar cualquier obstáculo que se nos presentara. La maternidad y el amor por nuestra hija nos dieron la fuerza para seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros y difíciles.

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Hola hola!
Entramos a recta final! Y hoy les tengo cuatro capítulos! Dos ahora y dos más tarde! Ojalá les guste! Denle apoyo y síganme en mis redes sociales!
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