~ Ella ~

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-Creo que debería rendirme. Es inútil.- Sabía que él estaba aquí. Cerca. Podía sentirlo.

¿Alguna vez pensaron en tener un amigo demonio? Suena algo fuera de lugar, ¿A que no?

Carlos apareció delante de mi. Su mirada estaba a escasos centímetros de la mía. Mi amigo, mi fiel y mejor amigo. Alguien que ha estado conmigo prácticamente desde que nací.

Alguien a quien mi padre puso a cargo para "protegerme".
¿Para qué mierda necesitaba protección? ¿Yo, siendo el diablo?

Cuando me fui del infierno, él me siguió detrás. Desde entonces ha estado junto a mí.

-¿Tu crees?- Me fulminó con la mirada.- No regresarás allá abajo.- señaló el suelo, refiriéndose al infierno.- No tienes opción.

-He pasado más de mil años tratando de dar con ella.- Negué con la cabeza. Me desplome sentado sobre el frío suelo del pasillo de la escuela a la cual me vi "obligado" a asistir. Sólo para "aparentar" ser alguien normal.- Mirame.- Me señalé.- No pertenezco aquí. Estoy... cansado de ver siempre lo mismo y no dar con lo que necesito. Maldito sea mi padre y el momento en que me pidió que hiciera esto.- Refunfuñe arrojando mi mochila unos cuantos metros, con fuerza sobrehumana. Logré dañar uno de los tantos casilleros, dejándole un bollo del tamaño de un puño.

-¡Hey! ¿Quieres calmarte un poco, grandisimo diablo?- Sabe que odio que me diga así. Aún así se arriesga.- Escucha bien lo que voy a decirte.- Hizo que lo mirara a los ojos.- Tal vez debas... esperar a que ella llegue a ti. Si tú no la has podido encontrar, deja que el destino haga lo que tenga que hacer. De una forma u otra, ambos se encontrarán. Tú a ella, o ella a ti. Es así de simple.

Enarqué una ceja en señal de respuesta. ¿Ella debería encontrarme a mí? No le veo el maldito sentido.

Bufé y me levanté del suelo, limpiando mis pantalones. Agarré mi mochila y la coloqué sobre mi hombro.

>>Bien. Una vez más, debo esperar a que suceda. Como si no lo hubiera intentado ya.

-Debo ir a clase.- Me alejé de él.

-Una cosa más.- Se paró delante de mí, haciendo que pegara un salto.- Sabes que debo obedecer a tu padre; pero también te obedezco a ti.- Me guiñó un ojo.- La cuestión es... que no sé para qué tu padre quiere a la hija de Adán. No... sé qué intenciones tiene con ella y...

¿Porqué tartamudeaba?

-Ve al punto.- Lo amenacé.

-Si tú reclamas su alma, tu padre no puede tocarla.

Aquello me hizo abrir los ojos como platos.
¿Porqué se me ocurriría "reclamar su alma"?

-¿Porqué lo haría?- Pregunté en voz alta.

-No lo sé.- Carlos negó con la cabeza. No tengo el porqué. Sólo sé que tu padre me dijo esto, y... Mierda. No debía decírtelo.

-¿Y porqué no? ¡Eres mi amigo!- Le acusé.

-Lo siento, lo siento. Tienes razón.- Agachó la cabeza, un tanto avergonzado.- Que nadie se entere que te lo dije.- Se puso serio.

-Descuida. Bien, debo... ¡Ash! volver a la "civilización".- Hice énfasis en la última palabra.

-Cuidate de los lamebotas de tu padre.- Carlos olisqueo el aire.- Andan cerca. Les encanta fastidiar...

>>Nadie se acerca al diablo sin permiso...

***

No debía esforzarme mucho. El timbre de cambio de clases acababa de tocar y todo el tumulto se me venía encima.

Sólo tenía que...
Chasquear los dedos, y...
Moverme. Aparecer de la nada de un extremo al otro del pasillo. Lo bueno de todo es que no podían verme.

Sonreí con malicia. Me encanta hacerlo a mi manera.

Mi último chasquido me obligó a chocar a alguien.

Mierda.

-Oh, cielos.- Exclamó cayendo al suelo. Frunci el entrecejo al escuchar la palabra "cielo". Hubiera preferido que dijera "¡diablos!"- ¿No ves por dónde...?

Una luz blanca me cegó. Algo que jamás vi en mi vida. No... no podía verle el rostro. Creí quedarme ciego. Me escocian los ojos. Mierda.

-¿Estás bien?- me preguntó.

Parpadee un par de veces hasta que la visión se estabilizó. Fue... raro. No debería haber nada que me tome por sorpresa. Y no de esta manera.

La vi.
Era ella.

-Lamento haberte chocado así. Creo que fue mutuo. Lo siento.- Agachó la cabeza.

Me quedé mirándola lo que parecía una eternidad. Mis labios quedaron entreabiertos como los de ella ahora. Contuve la respiración, hasta que pude hablar.

-¿Segura que estás bien?- la miré de lado, maravillandome con lo que veían mis ojos. Simplemente bella.- Lo lamento. Andaba... distraído.- Me sobé la nuca, nervioso.

-Estoy... ¿Bien?- Sonó a pregunta. Tal vez quedó shockeada por el impacto, o tal vez sorprendida.- Ah, ya. Descuida.- Retomó la conversación.- Siempre sucede algo el primer día.

>>Coincido contigo.<< Pensé.

-¿Dijiste... algo?- Preguntó abriendo los ojos como platos.

Negué inmediatamente con la cabeza. Tiene que ser ella. Imposible que me haya escuchado pensar siquiera.

-Ammm... debo irme.- Me sonrió tímidamente e hizo un gesto de despedida con la mano.

Me di la vuelta para irme. Solía mirar por sobre mi hombro y la observaba marchar a través del pasillo.

Y lo extraño era...
Que ella hacía lo mismo también.

Su aparición me dejó perplejo. Su luz, su alma...

¿Será ella?

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora