~ Sensaciones ~

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Tres semanas despúes...

Katelyn:





»No puedo simplemente hacerme visible y decirte "hola". No es tan fácil como creí. Lamento haberme ido y... Haberte dejado. Haberte abandonado si así lo prefieres. Sé que fue estúpido. FUI un estúpido. Te embaracé y te dejé. Larga historia. Pero ahora volví. Volví porque estás en peligro. Y temo por ti. Tampoco puedo decirte que soy el diablo y que vine a buscarte. Vine a buscarte para llevarte con mi padre. No puedo. Soy un egoísta. Te quiero para mí. Lejos de mí. Y a salvo. Soy el diablo, Kate. Soy tu medio hermano...«

Me di vuelta de golpe al sentir el aire caliente detrás de mí. Apreté mis libros con fuerza contra mi pecho, mientras me acariciaba el vientre, un tanto incómoda.

Creí...
Haberlo escuchado.

¿Era él?
Imposible.

Últimamente, solía escucharlo en mi cabeza.
O mi propia cabeza me andaba fallando y creaba cosas que estaban fuera de mi alcance.

Sí. Eso era. Estaba segura.

»Soy el diablo, Kate. Soy tu medio hermano...«

Reprimí un maldito escalofrío. Era su maldita voz.
¿Cómo era posible que...?

Sacudí la cabeza, saliendo de mi propia estupidez. Había sonado la campana que anunciaba mi llegada tarde al salón.

Lo que me faltaba.

Al caminar por los pasillos, me sentí rara. Era como ver un espejismo una y otra vez.
Tuve esa extraña sensación cada vez que caminaba hacia mi salón.

Lo veía recostado contra la pared, pensativo. Con el ceño fruncido.

-¿Kendall?

Mi voz resonó por el pasillo vacío. Iba tarde, ¡Maldita sea!
¡Y a mí se me ocurre alucinar que lo estoy viendo!

¡Despierta, Tarver! ¡Eso no sucederá jamás! ¡Se fue! ¡Te dejó tan... malditamente embarazada y ahora ahnelas su regreso!
¡Te harás vieja esperándolo!

¡No volverá!
¡Has que eso se te grabe en tu linda cabecita!

¿Mi subconsciente haciéndome razonar?
Sí. Prácticamente enloquecí.
Veía a Kendall en donde no estaba.

Tenía que quitármelo de la cabeza. Él no va a volver.
Y si volviera y lo viera, y le diría que...
estoy embarazada de él, se iría.

Otra vez.

Así que no.

-Sal de mi cabeza.- Murmuré a la nada del pasillo. -No vas a volver. Lo tengo bien en claro. Desaparece.

-Katelyn, por favor...

-¡Sal de mi jodida cabeza! ¡No vuelvas! ¡Te fuiste! ¡Dejame en paz! ¡Dejame hacer mi vida!- Grité a la nada, otra vez.

¿Porqué reaccioné así?
No tengo idea.

Pero, desde hace varios días, creo sentirlo cerca.



***



-Kate. ¿Qué tienes? ¿Estás bien?

Estábamos en hora libre de Literatura. La profesora se reportó enferma hace media hora.

»Me apuré a llegar al salón por nada.« Solté un bufido.

-¡Kate!

Di un respingo y volteé mi mirada.
Al hacerlo, mi corazón recibió una tremenda descarga eléctrica al verlo ahí, sentado.
Junto a mí.
Me agarré el pecho.

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