~ Decisión ~

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Kendall:










Hice chasquear mis dedos y en un suspiro, aparecí en la calle, a unos pasos del accidente.
El maldito que acababa de atropellarla trataba de reanimarla.

-Es inútil.- Chasqueé la lengua.

Él se volteó y me miró, completamente horrorizado.
Avancé a paso veloz y lo tomé del cuello. Estaba dispuesto a matarlo, o a provocarle un accidente casi idéntico al que le provocó a Kate.

-No sabes con quién te metiste.- Mis ojos ya habían cambiado de color. Vi su alma retorcerse. Lo miré de lado. -¿La sientes?- Le pregunté, fulminándolo con la mirada. -Porque no la sentirás cuando te la arranque de tu maldito cuerpo.

-Me temo que no tienes el poder para hacerlo en este momento.- Oí una voz a mis espaldas.

-Tienes razón.- Le respondí. Con un ágil e imperceptible movimiento, empujé con mi mano al tipo que sostenía de su cuello. Su cuerpo dio de lleno contra la pared. -Tendrán que pedir una ambulancia para él.- Inquirí sarcástico.

Me paré derecho e hice crugir mi cuello: -Gabriel.- Dije su nombre sin mirarlo.

-Señor Diablo.- Hizo una reverencia. -Aunque seamos de lugares distintos, siempre es un placer.

Gabriel. El Arcángel de Dios. El encargado de llevar las almas al cielo.
Y yo, el Diablo.

Ambos encargados del destino de las almas. Algo irónico, ¿no?
En esta clase de cosas, debo dejar de lado mi apariencia humana.
Y no. No crean que me transformo en un animal, con cuernos y cola.

No, claro que no.

No lo entenderían.
Simplemente, debía dejar de ser Kendall. Sólo eso.

Además...
Si me dejaba llevar por mis sentimientos humanos...

-Saldrías corriendo a su lado y no la soltarías.- Murmuró Gabriel por lo bajo.- Tierno y conmovedor.

No le respondí. Tenía razón. Y odiaba admitirlo.
Apreté mis dientes.

Un pequeño grupo de ángeles del inframundo aparecieron de la nada.
Nunca aparecen.

Dependiendo de quién...

Dos de ellos estaban a mis pies, como adulandome. O tal vez lamentándose. Y los otros dos estaban arrodillados al lado del cuerpo de Kate.
Por sobre su cabeza, sentada en el suelo, vi su alma. La cual sufría en silencio.

Se había desprendido.
Del todo.
Salió completamente de su cuerpo.

¡NO!

Quise moverme. Correr a su lado. Pero una fuerza, completamente ajena a mí, me lo impedía.
Quería estar ahí, acunandola contra mi pecho, murmurando cosas en su oído que ella pueda entender.

Un pequeño sonido llamó mi atención. Era algo inconfundible.
Su golpeteo alocado y sus ganas de vivir golpearon mi pecho con fuerza ante la sorpresa.

Su corazón.
Estaba... Latiendo.

¿Cómo podía ser que su corazón latiera, si su alma estaba fuera?
La vi sonreirme y tomar su lugar, en el cuerpo de Kate.
Y apenas lo hizo, vi que su cuerpo se movía.

-Mmm... Interesante.- Observé a Gabriel a mi lado, rascándose la barbilla.

Simplemente, no lo entendía.
Y puede que nunca lo haga.

-Vayanse.- Tomé una postura seria al indicarle a los ángeles que se fueran.

Ni siquiera sé porque aparecieron. Pero no los necesitaría.
Ni ahora ni nunca.

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora