~ No le tomes cariño a algo que jamás podrás obtener... ~

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-Creo que ya he oído eso antes.- Se aclaró la garganta y bebió un poco de Coca Cola.

Le presté atención. ¿Alguien más? ¿Quién... podría haber sido?

Y lo vi en su mente. Era humano. Pero...
Algo me decía que a ella no le agradaba.

-Tu novio.

Ella me miró.

-¿Cómo lo sabes?- Preguntó sintiéndose inquieta.

-Soy bueno leyendo a las personas.- Me limpie las manos con la servilleta.

-Si tú lo dices...- Siguió comiendo.

-Por él has tenido miedo con respecto a esta cena. Me dijiste que no... por miedo a que tu novio se entere. ¿Cómo no me di cuenta antes?- Me golpeé la cabeza con la palma de mi mano.

-¿Lees la mente?

Negué con la cabeza. -Soy muy intuitivo, Katelyn. Y creo... que tendrás problemas por mi culpa así que... Vámonos. Tendremos tiempo de hablar mejor luego.

No me detuve a pensar en cuánto pudo haberme salido la cena. Puse el suficiente dinero sobre la mesa y salí junto con Katelyn.

-Quise decírtelo.- Se sentía apenada.

-Olvidalo, Katelyn. Déjame llevarte a casa. Mañana tenemos escuela.- Le guiñe un ojo, recordando lo que me dijo en la tarde.

-Tienes razón.- Se abrochó el cinturón.- Pero dime Kate.

-¿Kate? ¿Segura?- La miré mientras conducía.

Ella sólo asintió y nos quedamos callados durante el resto del viaje.

-Aguarda. No sabes dónde...

-Heffron Dr y Kenwood St.- Dije la dirección.- Vivimos en la misma cuadra.

Kate abrió los ojos como platos. -Si. No puedo...

Sólo me limité a reír y seguir conduciendo.

-Sabes más de lo que dices...- Estaba sorprendida.

-Eso parece.- Me removí el pelo, nervioso.






***







-Este es mi apartamento; por si algún día tienes problemas o lo que sea. Mi apellido está en el timbre.- Señalé el departamento de cinco pisos al pasar frente a él con el auto.

-Y, ¿Cuál es tu apellido?- Preguntó curiosa.

-Schmidt.

-Schmidt.- Repitió ella, tratando de memorizarlo.- Schmidt.

-¿Y el tuyo?

-Tarver.- Sonrió de oreja a oreja.- Oh, aquí es.- Señaló una planta de cuatro pisos.- Vivo en el último.

-Lamento no haberme dado cuenta antes.- Volví a disculparme.

-Descuida. No es el fin del mundo. Al menos no por ahora.- Se acomodó el pelo, un tanto nerviosa.

-¿Te veo mañana?- Pregunté mirándola.

-Seguro. Y gracias... por traerme.- Se quitó el cinturón y cuando se volteó...

Inconscientemente nuestras miradas se encontraron. Su respiración entrecortada chocaba contra mis sentidos. Y su corazón alocado se agitó al sentirme cerca.

¿Porqué es tan... hermosa?
Tiene ese "no sé qué" que me atrae.

Me abofeteé mentalmente.

No le tomes cariño a algo que jamás podrás tener, Schmidt.

Pero... ¿Qué sucedería si...?

Sus labios entreabiertos incitaban a algo que me consumía por dentro. Algo que debería atraer a cualquier humano. Y yo no soy uno de ellos.

Despierta, Schmidt. Sal de ese maldito sueño. ¡Eres el Diablo...!

¿Y si me voy al infierno con ella?

Acaricié su rostro con la yema de mis dedos. Kate pareció no inmutarse; al contrario. Disfrutaba de la sensación. Al igual que yo. Entrecerró sus suaves ojos marrones e hice una mueca observando detalle por detalle su rostro: cejas pequeñas, mejillas rosadas, párpados seductores...

Y esa boca que...

Ya no lo soporto.

Entonces la besé. ¿Porqué lo hice? No tengo idea.
¿Un impulso? Tal vez.

Jamás en toda mi maldita vida se me ha ocurrido besar a una chica.

Hasta que apareció la hija de Adán...

¡Basta!

Me separé de ella lentamente, tratando que no notara mi incomodidad. ¿Qué hice?

¿Porqué... la besé?

-Lo... siento. De veras, lo... siento.- Tartamudee, incomodo.

Vete antes que pierda la cabeza, Tarver.

-¿Qué...? ¿Porqué...?- Creo que la dejé en shock.- Ammm... Descuida.

-Espero que esto no te traiga problemas con tu novio... ¿Cómo se llama?- Le pregunté rascandome la cabeza.

No quisiera que le suceda algo por mi estúpida y maldita culpa. Después de todo, en algún momento, encontraré el valor de llevarla hasta mi padre.

-James.- Soltó un suspiro que no llegó a convencerme. Mis demonios internos se agitaron al oírla.

-Vete.- Intenté ser "amigable" para que no pensara en mí como algo distante.- Te veo mañana.

-Okay.- Me sonrió y bajó del auto.- Gracias. Por todo.- Y entró a su apartamento.

Solté un suspiro de alivio al encontrarme sólo en mi auto. Lo estacioné y entré al mío.







***




Me desplome en el sofá de la sala. Mi mente daba vueltas con respecto a lo ocurrido hoy.
El hecho de haberme cruzado con ella, conocerla, tratar de "enmendar" mi error como una forma de "acercarme" e invitarla a cenar.

Todo en ese orden. No... podía hacerme a la idea de para qué mi padre la quiere a ella.

¿Porqué tengo que ser yo el que haga el trabajo sucio de mi padre? ¿Porqué no viene él mismo a buscarla?

Pocas ideas pasaban por mi mente. Debió ser algo relacionado con Adán en sus inicios desde que Dios creó al hombre y bla, bla, bla.

No me apetecía ahondar en el tema. Y tampoco era de mi incumbencia.

Si mi padre la quiere, la tendrá pronto. Pero no ahora.
Y será a mi manera.






***






Esto de no poder dormir sintiendo cómo la gente allá afuera maldice a los mil demonios me tiene harto. Se meten conmigo y con mis demonios.

Admito que me agrada que lo hagan. Eso alimenta mi ser. Y lo único que me apetece ahora es salir de aquí, y...

Hacer mis propias maldades.
Ver a la gente sufrir me hace sentir como que mi interior se renueve de cosas malas.

El simple hecho de haber estado con Katelyn hoy, me hizo sentirme débil.
Logan tenía razón. Me estaba dejando "contagiar" por su humanidad. Me estaba convirtiendo en ellos.

Desterre esa maldita idea de mi mente y salí de allí. Chasquee los dedos y aparecí en el rascacielos de mi propio edificio.
Olisquee el aire. Dolor, tristeza sufrimiento y el suicidio de unas cuantas personas impregnaban mis sentidos.

Me endereze sobre mis pies y un grito me sobresaltó.
Creí haber escuchado esa voz antes. Sólo que mi mente no la registraba ahora.

Sin mirar atrás, me adentré en la oscura noche de la ciudad de California.
La maldad me espera.

Y estoy a sus órdenes.

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora