~ El portal. Y una interrupción ~

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¡Últimos tres capítulos!





Kendall:

























La oscuridad de la noche me abrumaba. Se me erizaban los pelos de la nuca al repasar en mi plan.
Tenía mis beneficios por ser el diablo.
Aunque, desde ya, odiaba ser el hijo de mi padre.

El cielo retumbó sobre mi cabeza. Elevé los ojos y esbocé una sonrisa sarcástica.

-Me da igual que quieras preservarme y estés en completo desacuerdo conmigo, barba.- Lo desafié. -Voy a demostrarte que te equivocas, que no soy como mi padre y que si quiero, por una vez en mi puta vida, puedo hacer las cosas bien. La traeré de vuelta. Y tú no vas a prohibírmelo. 

Miré a mi alrededor. Elegí el punto más alto de la ciudad. Un edificio de veinte pisos, en pleno centro.
Era la entrada principal. Tenía que saber a qué me enfrentaría...
Necesitaba recuperar energía.

Cerré los ojos.
A los pocos segundos, gritos, miedo, dolor y llantos de angustia, entre otras cosas, llegaron a mis oídos.
Necesitaba fuerzas, no mostrarme débil.

Absorber esa energía, me dió seguridad.
Sabía que pronto estaría con ella.
Y la traería de vuelta.

Creí oír su alma a lo lejos.
No me dejaré llevar por la desesperación.
Actuaré rápido. Y lo haré ahora.

»Ella estará bien.« Me repetí a mí mismo una y otra vez para intentar convencerme.

Y cuando lo logré...
Caí en picada desde lo alto del edificio. El impacto sería rápido y nada doloroso contra el pavimento.
Si debía volver al infierno, al lugar que alguna vez llamé hogar, para rescatarla, lo haría sin pensarlo.

Caí con brusquedad y atravesé el pavimento. Pronto, todo a mi alrededor, la atmósfera, el ambiente. Todo cambió.

Había vuelto a mi hogar.
El infierno.



























***





























Avancé por los corredores, tratando de no ser sorprendido.
Debía ser rápido y meticuloso...

-¡Oh! Señor Diablo.- Alguien me sorprendió por detrás. No lo dudé. Lo tomé por el cuello y lo hice entrar a una pequeña habitación conmigo.

Cerré la puerta detrás de mí, fulminándolo con la mirada de arriba a abajo.

-Félix.- Murmuré su nombre con arrogancia.

-Señor, lo lamento.- Intentó acercarse. Se arrodilló frente a mí. -Lo están buscando.

-Tú eres el único que me ha visto. -Siseé. -Y me encargaré que así sea.

-¡Señor!- Tomó mi mano abruptamente, haciéndome reverencia. Ni siquiera me miraba a la cara.

-¿A quién obedeces, Félix?- Me atreví a preguntar. -¿A mi padre, o a mí?

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora