~ Extrañas sensaciones y una invitación muy irresistible ~

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-Pensé que te irías sin mí.- Se acercó a mí sonriendome.

-Wow.- Espera. ¿Dije eso?- Quiero decir... Estás... bien.- Le di el cumplido como pude.

-Gracias.- Se planchó el vestido floreado que llevaba con las manos.- ¿Tienes mis libros?- Preguntó.

Alcé mi dedo índice recordándolo y abrí la puerta trasera de mi auto. Sonreí malévolo al verlos en un rincón apartado del asiento. Cuando los hice desaparecer, los mandé a un lugar seguro.

-Aquí están.- Y se los tendi.

-Te lo agradezco.- Esbozo una media sonrisa y me tendió su mano. Me quedé mirándola, sin comprender.- Creo que no tuvimos oportunidad de presentarnos. Me llamo Katelyn.

-Soy Kendall.- Acepté su mano sin titubear.- Y sí, tienes razón. No lo hemos... hecho.

Ambos reímos. Pero... lo más extraño era...

Su piel en contacto con la mía. Era una sensación cálida; era como... tocar el cielo con las manos. Una corriente eléctrica me atravesó por dentro. Algo que jamás experimenté con nadie. Con ningún humano.

Y al contrario de mí...
Pude ver su reacción en sus ojos.

>>Mano fuerte, y la más... caliente que he visto.<< Esas fueron las palabras que se formaron en su mente.

La solté, tratando que no notara mi tensión.

-Wow.

-¿Disculpa?- Pregunté sorprendido. Se me erizaron los pelos de la nuca.

-Nada.- Katelyn negó con la cabeza. Por el rabillo del ojo, vi que sintió lo mismo que yo. La misma y extraña... sensación.

¿Era algo bueno?
Aún así...

-Quiero hacer algo por ti.- Esas palabras brotaron de mi boca como un acto reflejo.

Me miró, desconcertada.

-¿Qué... dices?- Tartamudeó.

-Lamento lo de hoy.- Dije, rascandome la cabeza.- Hablo del incidente en la cafetería. Tropezaste, te atrapé y luego... tu ropa.- La señalé.- Y lo de la mañana. Chocamos en el pasillo, ¿Lo recuerdas?

-No es nada, Kendall. No tienes qué.

Mi nombre pronunciado por sus labios era el más dulce de los mil infiernos.

-Aún así...- La miré de lado, ofreciéndole una media sonrisa torcida sexy. Con eso accedería sin pestañear.- Déjame... compensarte por mis estupideces.

Me acerqué a ella, y la miré a los ojos. Creí perderme en ellos durante un momento. El viento siseo a nuestro alrededor. Un mechón rebelde escapó y se apareció frente a sus ojos. Lo tomé entre mis dedos y lo volví al lugar donde estaba, no sin antes sentir su suave textura.

El olor a vainilla de su pelo, me hizo perder la conciencia sólo unos segundos.

-No... puedo.

Cuando dijo eso, abrí los ojos de golpe. La oí dudar. De verdad, no... no podía rechazar semejante invitación del diablo.

Si supiera...

Le tendi mi mano por última vez. No me iba a dar por vencido. Tenía que aceptarla.

-Dime porqué no puedes y te creeré.- Intenté meterme en su mente. Fue inútil. No obtuve respuesta.

¿Era posible que no lograra ver a través de ella? ¡Lo... hice hace rato!

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora