~ Ninguno de los dos, sabe lo que quiere ~

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-Te amo.

-No puedes amarme. Eso no está escrito.

-¿Y qué me dices de mi futuro? ¿Estás en él?

-Sencillamente, no.- Rechiné mis dientes.

Odiaba tener que ir tan al punto ciertas veces...
Sabía que yo no estaría junto a ella.

-¿Porqué me seduces?

Puse los ojos en blanco.

-Quién seduce a quién.- La miré de lado.

Terca. Jamás va a dar el brazo a torcer. Quiere tener toda la razón.

-Tu alma no sabe lo que quiere...- Negué con la cabeza.

-A poco tú sí sabes qué es lo que YO quiero. Mi alma no sabe nada. Ni yo tampoco. Solo sé que esta estupidez me confunde. Tú lo haces. Me confundes y me haces girar en tu propia burbuja. Eres impredecible, Schmidt.- Suspiró de mala gana.

-Ahora mismo, estarías muerta si no fuera por mí.

¿Porqué... lo dije?
Katelyn estaba sacando lo peor de mí.

-Qué, ¿Acaso eres un loco psicópata suelto por las calles de California en búsqueda de jóvenes estúpidas como yo? Me haces reír, Kendall.- Puso sus brazos en jarras y miró hacia el techo de su habitación.

No te saldrás con la tuya, Tarver.
Sé lo que quieres.
No me lo hagas más obvio. Solo quiero que alejes esos... pensamientos locos que tienes.
Nos llevarán a plantar tomates junto al cementerio local; los dos bajo tierra, ardiendo en el infierno.

A decir verdad, es una oferta muy tentadora...

-Arder en el infierno no es una de mis mejores opciones.- Me acerqué a ella y la estreche más contra mi cuerpo.- Pero... ¿Quieres experimentar lo que es vivir el infierno en la tierra? Creo que te lo debo, hermosa...






***





Sus ojos ardieron con deseo.
Sus labios entreabiertos temblaban. Toda ella temblaba.

-Juro que no te haré daño.- Acaricié sus mejillas.

-Lo sé. Confío en ti.- Me sonrió y me robó un pequeño beso.

Mmm...
No deberías confiar en mí, Katelyn.
Luces como mi siguiente gran error...

Cayó sentada en la cama. Me observaba desde abajo, mordiéndose en labio.

No puedo... creer lo que su mirada me provocaba.
Estaba cayendo directamente al abismo.

Se relamió los labios y se paró, poniéndose frente a mí. Pasó sus manos por detrás de mi nuca y acarició mi pelo.

Cerré los ojos.
La sensación era tan placentera como cuando el sol ocupa toda tu visión periférica hasta dejarte ciego.

Con Katelyn, me sentía tocar el cielo con las manos.
Sabía que jamás podría hacerlo. No fui hecho para ello.

Pero Kate, sí.

Y no podía permirme...

La tomé entre mis brazos en un abrir y cerrar de ojos y la acorralé detrás de la puerta de la habitación.

No sé porqué lo hice. ¿Me dejé llevar?
¿Qué clase de impulso es éste?

Katelyn va a matarme. Literal, claro.

Besé sus labios salvajemente y no le di tiempo a nada. Esperaba que Kate reaccionara y fuera capaz de detenerme. Que lo que estábamos haciendo estaba mal. Y no debía suceder.

Necesito una bofetada de tu parte, Tarver. Estoy perdiendo el juicio...

-Yo también.- Susurró débilmente entre mis labios.- Maldito impulso.

Abrí los ojos como platos y la sonrisa de Kate pareció iluminar la habitación.

-Tienes ese no sé qué que me hace perder la cabeza.- Dije de golpe.

-Pensamos igual.

No debería haber esta clase de "atracción". Es muy nociva para nuestra salud.

-¿A quién le importa?- Se encogió de hombros y siguió besandome.

A mí sí me importa.
La detuve.

-No podemos.- Y me alejé de ella.

Caminé nervioso por la habitación, agarrandome la cabeza. Esto no tendría que pasar.
Maldición. ¿¡Porqué!?

-Te amo.- Susurró entre gemidos.

-No puedes.- Negué con la cabeza. Me dolía decirlo así como así.- Fuiste hecha para amar a alguien normal. Y yo no lo soy, Tarver. Entiende.

-Tampoco lo soy. No es mi alma quien habla. Soy yo, Kendall.- Se acercó por detrás y tocó suavemente mi hombro.

Me volteé y la miré a los ojos.

-Hay... algo que no sé en todo esto.- Prosiguió.- Solo sé que, pase lo que pase, no me voy a arrepentir. Te deseo. Y no es mi alma quien lo dice, simplemente soy yo, Schmidt.

Trague saliva.
¿Estaba... enamorada de mí? ¿Del diablo? ¿De alguien que no conoce?

¿De alguien que le pondrá fin a su vida de un momento a otro?

Y si no lo hago yo...
Alguien más lo hará.

Debo protegerla.
No se merece ese trágico final.

Y si eso implica tener que exponerme y revelarme delante de ella...

Que sea lo que dios quiera...

-Eres muy perceptiva. Sólo que te falta averiguar algo más...- Le sonreí, pillo.

-No me lo dirás.- No era una pregunta.

-Por ahora.

-¿Porqué permaneces junto a mí?- Preguntó acercándose.

-No lo sé.- Acaricié sus mejillas y la atraje hacia mí.- Sólo sé que así lo quiero.

Volví a devorar sus labios sin siquiera detenerme a observar su reacción.
Ella correspondió de la misma manera.

Y al final...










***


Ho

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora