~ Recuperación ~

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Kendall:













-¿Cómo está?- Levanté mi cabeza al oír a Carlos. No sé cuándo fue que me moví y desperté en el pasillo, frente a su habitación.

Qué... Extraño.

-Aún no lo sé.- Negué con la cabeza. -No recuerdo que me hayan hecho salir de ahí.

-¿No lo... recuerdas?- Preguntó preocupado. -Extraño. ¿Seguro que estás bien?

-¿De verdad lo preguntas?- Respondí con otra pregunta. -Kate quedó shockeada. Perdió a Kira. Perdió a la bebé. ¿De verdad crees que estoy bien?- Apreté los dientes sólo para no querer golpear la pared.

-¡Okay, okay! Tranquilo.- Masajeó con fuerza mis hombros. Eso no me ayudaría.

-¿Señor Schmidt?- Levanté la mirada al oír a la doctora.

Me levanté de inmediato.

-Doctora. Digame qué pasó.

-Pues... No mucho. Lo... típico en una situación como esta.- Soltó un suspiro y siguió hablando. -Entró en una especie de depresión al perder a la bebé. El feto murió... antes de nacer. De veras lo lamento.- La doctora tocó suavemente mi hombro. -Anoche tuvimos que sedarla, por el mismo motivo. Estará mejor en un par de horas. Entre hoy y mañana, le daremos el alta y podrá volver a su casa. No hay mucho más que podamos hacer. Necesita amor y contención. No tienen de qué preocuparse. Volverá de su depresión en un par de días...








***











-¿No quiere comer?

-Tampoco habla.- Me di por vencido. Ver el rostro de Kate sin vida ni expresión alguna, me hacía dudar de si, realmente, estaba respirando o no.

-Déjame a mí.- Carlos ocupó mi lugar y le sonrió. Esperé. Tampoco reaccionaba. Con Carlos, era mucho más fácil reírse. -Muy bien, Kate.- Carlos se aclaró la garganta. -Oí hablar de la comida del hospital. Y coincido con lo que dicen.- Hizo una pausa para meterse una cucharada de puré en la boca. -Es un asco, sí.- Su cara se contrajo horrorosamente. Miré a Kate. Nada. -Si... quieres salir de aquí, debes comer.- Carlos hizo un avioncito con la cuchara, listo para ayudarle a comer.

Nada.

-No se mueve. Me asusta.- Carlos puso los ojos en blanco.

-Kate.- Sus ojos me siguieron al oírme. Eso era buena señal.

-¿Qué me dices de su alma?- Inquirió Carlos, expectante.

No pensé en ella hasta anoche.

-No lo sé. No la... escucho.- Suspiré derrotado.

-Qué extraño.

Sí que lo era. Todo esto me daba miedo. Y miren que, sentir miedo, no es algo que esté en mi naturaleza.

-Vuelve, Kate.- Tomé sus manos entre las mías y las apreté con cariño.- Vuelve. Te necesito. Perdoname.












***







Carlos me ayudó a traer a Kate a mi apartamento. No la dejaría regresar al suyo. No por ahora.
Carlos no me abandonó, hasta estar cien por ciento seguro que podía solo.

¿Por quién me tomaba?

Centré mi atención en ella. La desvestí, pidiéndole perdón y disculpas por todo.
Le quité la ropa y rebusqué por mi placard. En realidad, en un chasquear de dedos, hacía aparecer su ropa.
Ropa a montones.

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora