~ Quiero que me lo expliques ~

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Kendall:




-¿A qué viniste?- Le acusé.

-A ver que estés haciendo lo que debes hacer... Y la encontraste...

Anisette me mostró su verdadero rostro. Era un demonio. De casi dos metros. Cualquiera que la viera, huiría de miedo. Pero ese no era mi caso. Quería provocarme miedo.

-Es una lástima que su vida vaya a acabar tan pronto...- Lo dijo con lascivia en su voz.

Tragué saliva y permanecí inmutable. Claro que no. Aún no. Y será a mi manera.

-Apresurate. Si alguien la descubre...- Me dio la espalda.

-Aún no vas a irte. Antes te mandaré a un hermoso lugar, del cuál no saldrás hasta que yo diga...- Y abrí el infierno a su alrededor.

No iba a permitir que fuera a hablar con mi padre. Sabiendo que él la envió, no voy a arriesgarme. La entregaré, sí. Pero a su debido tiempo.

-¡Si haces esto, sabes que saldré! ¡Y para cuando lo haga, ya no podrás salvarla!- Gritó.

Consideré mis opciones. Si el tiempo estaba a mi favor y no me complicaba las cosas, tendría que decirle la verdad a Kate. Aquello será lo más doloroso para ella. Aunque lo sea, debo hacerlo.
No puede tomarme cariño. Pondré fin a su vida. Así debe ser...







....






Algo cayó detrás de mí. Anisette ya estaba encerrada. Miré hacia la puerta y escuché unas voces. Y las conocía. Pronto se convirtieron en una.

Era Kate.
Y su alma.

-¡Katelyn!- Corrí a su lado y la tomé entre mis brazos. Carajo. ¿Cómo me encontró?

-Kendall...

-No hables, Kate. Estoy aquí. Estás a salvo...- Por más extraño que resultara, me sentí aliviado en decirle eso. Quería consolarla.

Pero a la vez...
No quería entregarla.

Tenía mucho que aprender de ella...





***




La observé dormir. Estábamos en mi apartamento. Por un momento la oí gemir en medio de la noche. Eso me desgarró por dentro. Intenté consolarla; pronto volvió a dormirse.

Y así estuvo.

Durmió... varias horas seguidas. Lo de ayer debe haberla dejado exhausta. Su propia alma se arriesga a encontrarme. Me la hace difícil. Tendré que pensar en algo para cuando...

Despierte.

Abrió los ojos.

Esperé a que su mente reaccionara y viera dónde estaba.

-¿Qué fue lo que...?- Se levantó bruscamente y la agarré cuando vi que se iba de lado. Estaba mareada.

-Calma, Kate. Relajate.- Volví a acostarla.- ¿No crees que dormir tanto sea el problema?- Ironicé un poco.

-¿Dónde estoy?- Preguntó confundida.

-En mi apartamento.- Le señalé a mi alrededor.- Te desmayaste delante de mí y... no quise que estuvieras sola en tu propia casa.

Respiró entrecortadamente agarrándose el pecho. Me detuve a observar su expresión. Si llega a recordar algo...

-¿Cúanto tiempo dormí?

-Unas... dieciocho horas seguidas. Ni yo podría dormir todo ese tiempo.- Sonreí y me encogi de hombros. No quería sonar sarcástico o hiriente. No en este momento. Sólo quise romper el hermetismo entre los dos.

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora