~ Hay una explicación para todo ~

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Kate:






El lugar era tal cual me lo había dicho Kendall.
Una fortaleza de hielo.

Era más hielo que otra cosa. Era un paisaje realmente sorprendente. Algo parecido al hogar de Superman en el Ártico.
Según las películas, claro.

Al mirar detenidamente, me dí cuenta que no todo era hielo. Bueno. En su mayoría.
Sólo digo que...
Ciertas partes de su estructura eran roca pura. Revestimientos de una especie de árbol parecido al roble.

Tuve que ajustarme la campera al cuello cuando un viento helado rozó mis narices.
Todo era tan...
Mágico.

-¿Esto es real o...?- Hice un ligero castañeo de dientes.

-Lo es.- Asintió simplemente.

-¿Has venido aquí alguna vez?- Pregunté curiosa.

-Varias veces.- Me sonrió abrazándome.

-¿Y porqué estamos aquí?

Kendall comenzó a caminar delante de mí, decidido. Tomó mi mano, mientras atravesábamos el inmenso corredor.

-Kendall.- Me detuve en mi sitio, abrazándome a mi propio cuerpo.

-Alguien quiere conocerte. No deberías preocupar...

-¿Kendall?- Interrumpió una voz cantarina, conciliadora. -¿Qué... haces aquí?

No debió verme, puesto que Kendall no se había quitado de mi trayectoria. Y a decir verdad, no quería que lo hiciera.

No sé dónde me trajo.
Me entró pánico al verlo darse la vuelta y...

Dejarme a la vista de aquella persona que parecía tener...
Aspecto de ángel.

-Hola, mamá.- Habló Kendall con voz sedosa. -Creo que... debí avisar antes de venir. Me dijiste... Que querías conocerla.- Kendall caminó hacia mí y me abrazó desde la cintura. -Ella es Kate, mamá.

¿Ella era... su madre?
¿Me trajo aquí para conocerla?

Un momento.
¿Ella quería conocerme?

¿Pero qué mierda...?

-Hola, hija.- Ella me sonrió abiertamente. -Creí... que habías muerto y que jamás... volvería a verte, pequeña.

¿Hija?
¿Pero qué...?

Automáticamente, me abracé a Kendall y oculté mi rostro en su pecho.

-Mamá, ve despacio. Aún no lo sabe.- Escuché el eco de su voz sobre su pecho.

¿Saber qué?
¿Hay algo que no sé?
¿Qué más me oculta Kendall?

-De acuerdo.- Oí un suspiro. -Kate.- Apenas levanté mi rostro para verla de refilón. -Yo... No sé cómo decírtelo para que no... no te asustes.- Luego, sus ojos verdes examinaron a Kendall. -Cielos, hijo. Me la hiciste difícil.

-Eres tú quien debe decírselo, mamá. No yo.- Busqué a Kendall con la mirada.

No entendía ni mierda de lo que hablaban.

-Kate.- El ángel volvió a llamarme. De repente me dió miedo. ¿Qué quería hacer conmigo? ¿Sólo conocerme? -Kate, yo soy... tu madre.

¿Qué?













***













Eso era imposible.
¡IMPOSIBLE!
IM.PO.SI.BLE.

• Enamorada del diablo • EDD1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora