CAPÍTULO 10 - POR: Patrick Dormán

17 2 0
                                    

Sin lugar a dudas, estos no han sido unos meses para nada fáciles, desde que Black se enteró de la existencia de los niños, se ha empeñado en querer ser parte activa en sus vidas.

Y no es que yo no estuviera consiente de que eso ocurriría en algún momento, pero no me agrada verlo rondando a mi alrededor, mucho menos verlo cerca de Isabella, me cabrea más ver la complicidad que existe entre ambos cuando comparten algo sobre los niños.

No es que Isabella me falte al respeto con él, porque incluso he notado como procura verlo o encontrarlo lo menos posible, a pesar de que me parece, que de alguna forma ella se siente responsable, por no haberle participado antes sobre los niños.

Y a causa de eso, ha sido bastante condescendiente con los tiempos que Black puede pasar con ellos, durante el primer mes, el tipo estuvo puntual en el hotel, sin perderse ni un minuto de las dos horas que habíamos acordado con Isabella, para que él pasara con los niños.

Tanto Valentina como Mateo siguen siendo prácticamente unos bebés, y se adaptan fácilmente a las personas que les brindan afecto, pero con Black no les costó nada llegar, hasta pareciera que lo conocían desde siempre.

Y aunque sé que el tipo es el papá biológico, me cabrea que le digan papá, pero disfruto que me digan así, cuando él está enfrente.

La primera vez que escuché como le decían Api, me sentí muy celoso, Isabella que estaba conmigo pareció darse cuenta, por qué me abrazó y me dijo cualquier cosa para distraerme.

Black nos informó que ha iniciado los trámites para reconocer y cambiar el apellido a los niños, no hay nada que decir, es algo de lo que estábamos consientes con Isabella, desde el momento en que los registré como míos, así que de aquí en adelante, continuaré siendo un padre solo de palabra.

«Y de acción», me recuerdo, pensando en que seguiré cuidando de ellos, como si yo mismo los hubiese engendrado, el que no lleven mi apellido, no significa que los quiera menos. Esta es otra de las partes que más difíciles me han resultado de asimilar, también es una más de la que estuve consiente desde el principio.

Y como no sé, qué va a ocurrir en el futuro, procuro disfrutar cada día de ellos, las ternuritas están llenos de amor y de cariño, tanto que alcanza para sus dos celosos papás, porque eso somos Black y yo, dos papás celosos, que anhelan la atención de los niños solo para ellos.

Durante los primeros dos meses, Isabella pudo evitar que Black se los llevara con él, alegando que están muy pequeños y que se podían desesperar solo con él, por lo que a la semana de estar viéndolos, convenció a Isabella para que le permitiera un sábado por la tarde traer a su familia, y presentarlos con ellos.

Terminaron reservando un salón en el que prácticamente montaron una fiesta, Isabella se mantuvo al margen, pero permaneció en el Gym por si algo ocurría y envió a Dina y Mary para que los nenes no se sintieran abrumados entre tanto extraño.

Las chicas le contaron a Isabella los detalles del festejo, y al parecer la otra hija de Black encajó a la perfección con Valentina y Mateo, se sorprendieron, porque según dicen las dos niñas se parecen mucho, también le comentaron, que no asistió a la fiesta la mamá de la niña.

Durante el segundo mes se volvieron irregulares las visitas de Black, debido a que Isabella estaba con mucho trabajo, y no tenía casi tiempo para venir al hotel en los horarios acordados, pero ella estaba con pena por afectar el tiempo que los niños compartían con Black.

¿Qué si eso me molestó?, dejaría de ser humano si no lo hiciera, pero, ¿qué le puedo hacer?, no es por nosotros ni por él, que lo hacemos, es por el bienestar de los niños; al final de cuentas, que lo que menos queremos es que ellos crezcan con el resentimiento que les hemos negado tiempo con su papá, bueno, ¡su otro papá!

Finalmente, acordamos que los verá tres días por semana en el hotel, y los sábados por la mañana se los llevará a su casa, para que puedan compartir tiempo con su otra hermana, es bueno que se conozcan y convivan.

Ese consejo nos lo dio mi abuelo, incluso nos contó una anécdota de dos hermanos, que se habían enamorado, sin conocer el parentesco que compartían.

Así que los sábados de ocho de la mañana a doce del mediodía, el apartamento es solo para Isabella y para mí, o se queda solo, el primer sábado que pasamos sin el bullicio de los chiquitines, nos sentimos extraños, incluso Isabella lloró por no tenerlos cerca, ni quiso desayunar pensando en cómo se la estarían pasando los nenes.

Se tranquilizó y relajó para los siguientes días, después de que Dina nos contara que los nenes se la habían pasado de lo lindo, jugaron con la otra niña, comieron e incluso durmieron, según ellas, hasta llegaron los papás de Black para pasar tiempo con sus tres nietos.

Obviamente, cada sábado los acompaña Dina o Mary, que se turnan para ir con ellos, y con Isabella hemos adoptado la dinámica de salir del apartamento para no extrañarlos tanto, así que aprovechamos para hacer cualquier diligencia que tengamos pendiente.

Cuando le contamos a nuestra familia lo que estaba ocurriendo, no se notaron sorprendidos, obviamente saben que es lo correcto y que tarde o temprano ocurriría, Isabella incluso se disculpó con mis papás. Ellos conscientes de que no hay nada que disculpar, le dijeron que lo único que le pedían es que aunque ya no llevaran nuestro apellido, que les permitieran continuar siendo sus nietos.

Ante la respuesta de ellos, a Isabella se le rodaron las lágrimas y les aseguró que los niños eran tan nietos de ellos, como de los Blacks, y su respuesta me formó un nudo en la garganta, porque el sentir de mis padres es prácticamente el mío.

El timbre del teléfono me hace volver a la realidad y sonrío al ver que es Isabella, respondo de inmediato.

—Hola amor, ¿cómo estás? —le pregunto—. ¿Estás lista para regresar a casa?

—Sí, ¡me siento cansadísima!, estaremos ahí a las seis y quince, ¿vendrás por mí o mandarás a Greg? —quiere saber.

—Vamos nosotros, ¡por supuesto!, como crees que los niños van a perderse la oportunidad de ir a ver los aviones —le digo divertido.

—Ya me muero de ganas por abrazar a mis amores —me dice suspirando.

—¡Nos abrazaste en la mañana antes de irte! —le recuerdo.

—¡Ya han pasado más de ocho horas!, como quieres que no me desespere —comenta alegre.

—Ten un poco de paciencia, ya nos verás, pero te advierto que yo no me conformaré con un abrazo —le hago saber.

—Um... ¡Estamos para complacer señor Dormán!, solo que tendrá que esperarse a que esos dos se vayan a dormir —me recuerda—. Y espero no quedarme dormida también —dice riendo.

—Creo que iré temprano por ellos al apartamento y los llevaré a jugar para que se cansen y se duerman pronto —le respondo, considerando en serio, esa posibilidad—. En cuanto a ti, aunque sea dormida, ¡te va a tocar! —le digo divertido, recordando las ocasiones en las que he despertado con ella acariciándome.

—¡Por ellos encantados!, y por mí más —me responde alegre, y luego agrega—. Lleva contigo a Mary o a Dina para que te ayude mientras yo llego —me pide.

—No creo que se les antoje ver lo que pienso hacerte —le respondo riendo.

—¿En el aeropuerto? —pregunta sorprendida.

—No, en la cama —le respondo divertido de que no haya entendido.

La escucho reírse, y sé que ya entendió mi chiste.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - ¿GANARÁ EL AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora