—¿Qué estás diciendo? —lo cuestiono impactado ante la noticia, y sintiendo como cualquier indicio de borrachera se va de inmediato.
—La señorita Rose, se ha quedado con las chicas y los niños, pero no hemos podido localizarlos, Ni siquiera el señor Chadwic, sabe nada de ellos.
—¿Cómo es posible que José no sepa nada de ellos?, ¡si estaban en su propiedad!
—Dice que estuvo con ellos unas horas por la mañana, pero que se retiró antes del almuerzo porque tenía unos compromisos.
—¿Qué has hecho al respecto?
—Me llamó Mary como a las diez de la noche, preocupada, porque habían estado marcándole a usted a su teléfono, y también se preocuparon de que le hubiera ocurrido algo —comenta, provocando que mi cargo de conciencia incremente, ¡Genial!, estuve a punto de follar con otra, ¡mientras mi mujer está desaparecida!
¡Trozo de marido el que soy!
—¿Y qué has hecho? —vuelvo a repetirle, entrando a la habitación, recogiendo mi saco y sacando el teléfono.
Tengo treinta llamadas perdidas de Rose, y diez mensajes sin leer, ninguno de Isabella, ni de Leo.
—Por el momento solo indagar con la localidad —escucho que me dice Greg, mientras me desvisto—. ¿Tienes listo el helicóptero para que vayamos al aeropuerto?
—Esperando su orden de salida —me responde.
—Diles que en quince minutos, ¿qué averiguaste en la localidad?
—Que hubo una tormenta muy fuerte que provocó la caída de árboles en la carretera, no se reportan víctimas materiales ni humanas, por lo que se presume que tanto la Señora Isabella y sus acompañantes, se quedaron refugiados en la casa.
—¿Y por qué, no ha llamado ninguno?
—A causa de la tormenta se ha ido la energía eléctrica y los teléfonos con frecuencia se quedan sin señal en esa zona.
—Ve y alista todo para que salgamos cuanto antes —le pido entrando al baño, y dándome la ducha más rápida de toda mi vida.
La distancia de aquí a Seattle no me ayuda nada, y a pesar de que desearía que avance más rápido el avión no hace más que ir con la acostumbrada velocidad.
—Señor Dormán, debería de tratar de descansar —me pide Greg.
La cabeza ha comenzado a dolerme y aún estamos a cuatro horas de casa, así que me voy a la oficina, me tomo un calmante y me recuesto en el sofá, finalmente me quedo dormido.
—Patrick, Patrick despierta —escucho una voz que me dice—. Te traje algo para que te baje el dolor de cabeza.
Abro los ojos y es Caroline, que viene vestida con un sensual traje de asistente de vuelo, de inmediato me siento y me cabrea verla aquí esto sí, ¡ya es pasarse de la raya!
—¿Qué crees que haces? —La cuestiono cuando comienza a quitarse la blusa, desabrochando lentamente los botones—. Mi mujer está desaparecida, ¡y tú sales con esto! —le digo quitándome del sofá en que estaba—. ¿Tu amiga, recuerdas?
—¿Y según tú con preocuparte, vas a hacer que el avión llegue más rápido?, —me cuestiona con mirada sensual—. Ese dolor de testículos con el que has quedado, puedo quitártelo de inmediato —me dice, acercándose nuevamente a mí, se quita la blusa y el sostén que lleva puesto es de blonda transparente, —Isabella está bien, ¡no te preocupes!, cuando llegues a Seattle, ¡ya estará en casa!
—¿Y tú qué sabes?, ¿no me digas que te has hecho adivina?
—No es necesario serlo, escuché lo que Greg te dijo, si ella consideró que era peligroso salir, tuvo que haberse resguardado en la casa, y saldrán hoy temprano, ¡cuando ya no haya peligro!, ¡tiene a dos hijos que cuidar, no se va a exponer!
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El DESTINO Y SUS JUEGOS - ¿GANARÁ EL AMOR?
RomanceDespués de todo lo que han pasado Isabella y Alexander, ¿será posible que el destino les tenga preparada alguna jugada en donde vuelva a unir sus vidas? Y de ser así, ¿qué ocurrirá? 1. Será que ahora que Isabella es mamá y conoce el valor de un hijo...