CAPÍTULO 17 - POR: Isabella Johnson.

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Sábado por la mañana como ya es tradición, yo preparo el desayuno, hoy me ayuda Rose e incluimos a los niños, que están hechos un amor, parados sobre una silla para alcanzar la mesa, y ayudarnos con el tazón de harina que han convertido en una mascarilla, Patrick está en su despacho atendiendo algún asunto del hotel.

—¡Wow!, no tenía idea que de tener unos príncipes, habíamos pasado a tener unos Gasparines —comenta untando su dedo con la masa de harina, y limpiándolo en la nariz de Valentina.

Ella con las manos totalmente anegadas lo agarra del brazo, y se las deja marcadas, y se pone a reír cuando ve su obra. Mateo se lanza sobre él, y Patrick lo atrapa prácticamente en el aire, para impedir que caiga, pero su camiseta negra, ahora tiene la figura de Mateo, dibujada en color blanco.

Todos nos ponemos a Reír. Y Valentina, también pide que la cargue, así que termina de mancharse al acomodarse a uno a cada costado, yo colocándole la cerecita al pastel, vengo lo que le hizo a mi hija y le mancho la nariz con un poco de masa.

Y con eso iniciamos una guerra de harina, provocando que la pobre Romina, casi le dé algo cuando entra en la cocina, y Rose, Patrick, y yo, la miramos avergonzados por el relajo que hemos montado; pero Valentina que recién acaba de bajar del regazo de Patrick, corre hacia ella y la abraza manchándola también, sin poderlo resistir volvemos a reír, y hasta Romina lo hace.

A la hora de limpiar, lo hacemos nosotros, ¡tampoco es que seamos tan inconscientes para dejarle a ella que arregle nuestro relajo!, nos sentamos a comer lo que logramos cocinar, y como refuerzo hacemos unos sándwiches, después nos vamos a bañar.

Por la tarde, después de que los niños se van con Alexander, Patrick me pasa a dejar a la cafetería en qué quedamos de vernos con Gaby.

—Me avisas cuando quieras que venga por ti —me pide él despidiéndose con un beso

—Estimo que en hora y media a dos horas —le hago saber para qué se programe con sus tiempos.

—Estaré pendiente de tu llamada, con Darwin lo más que nos vamos a tardar es una hora.

—Si te desocupas pronto puedes unírtenos, así conoces a Gaby, ¡te va a caer muy bien! —le aseguro.

—¡Estaré encantado de conocerla!

—Chao amor —le digo despidiéndome con un beso y entrando en la cafetería.

No la veo desde la entrada y le marco al teléfono.

—Hola, estoy al fondo, es que traje a mi princesa para que la conozcas —me informa.

—Genial, estoy en... ya... —le digo llegando hasta su mesa.

Se pone de pie y nos saludamos, una versión de ella cuando era pequeña viene hacia donde nosotras, y se autopresenta.

—Hola, soy Daniela, la hija de mi mamá, ¡su más grande amor! —asegura.

—¡Wow!, con lo linda que eres, estoy segura de que así es —le respondo correspondiéndole el abrazo, y riendo con Gaby por la astucia de la niña.

—¿Te haces a una idea de porqué es mi más grande amor? —me pregunta Gaby abrazando ahora ella a la niña.

—Sin lugar a dudas, ¡los hijos lo son! —concuerdo con ella—. Aunque he conocido otro tipo de amor, doy fe que el amor por los hijos es especial, ¡amo a mis tres hijos! —le cuento sonriendo.

La niña se aleja de nosotras y va hacia el área de juegos, a entretenerse nuevamente con lo que estaba haciendo cuando llegué.

—¿Estás embarazada? —me pregunta Gaby sorprendida.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - ¿GANARÁ EL AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora