CAPÍTULO 42 - POR: Alexander Black.

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Llevo toda la semana en México, y ya estoy cansado, me urge regresar y estar con mis hijos, son lo único que me mantiene a flote estos días, ellos y el trabajo, la relación con Eliana definitivamente se fue a la chingada.

El detonante fue el viaje que hice a los pinos para ayudar a Isabella, al llegar al apartamento estaba furiosa, dijo que entendía mis prioridades, pero que al menos tendría que haber tenido la decencia de llamarle para avisar que no llegaría a dormir. Si no que se había tenido que enterar por medio de Milton, cuando le preguntó si sabía algo de mí.

Le di la razón y me disculpé, no quería discutir, ese día me bañé, estuve un rato con la niña y luego me fui al gimnasio de Mario, necesitaba desquitarme la rabia de no haber podido moler a golpes al imbécil de Dormán, tuve que contenerme, por obvias razones.

Mario se burló de mí, preguntándome si me había metido en la cama de alguna mujer casada, y en esta ocasión tenía razón, solo que no había sido para tener sexo, y entre la frustración del deseo no satisfecho y el encuentro con Dormán, estaba que mordía; por suerte, los sacos de box son un buen distractor, y tener un buen contrincante como Mario, ¡es aún más!

Estoy contento porque cuando estoy en la ciudad, logro pasar más tiempo con mis hijos, ya que me los prestan dos días más a la semana, y no estoy condicionado a lo que se pueda hacer en un par de horas en el hotel de Dormán; aun así, no todo es ganancia, puesto que he tenido que renunciar a ver a mi princesa.

Ella continúa tratándome con amabilidad cuando hablamos, pero cada vez se deja ver menos, y eso me hace extrañarla.

Volviendo al tema de Eliana, lo que venía temiendo se va a cumplir, la semana pasada, mientras cenábamos me pidió el divorcio, me dejó con la boca abierta y dijo que ya nada había entre los dos, y que no tenía ningún sentido que siguiéramos juntos, solo por la niña.

Con lágrimas en los ojos me agradeció por haber intentado formar una familia con ella, pero que el regreso de Isabella a la ciudad y enterarnos de que estaba embarazada cuando nos separamos, lo cambiaba todo; y la había hecho entender, que por más que quisiera, no le iba a ser posible nadar contra corriente.

No supe qué decirle, mi mayor dolor es tener que dejar ir a mi hija; sin embargo, es con su mamá con quien tiene que estar, a menos que en algún momento considere, que no es seguro para la niña. En ese momento, no quise preguntarle si hay alguien más en su vida, aunque después lo hice y me dijo que no, pero que no descartaba la posibilidad, ya que no pensaba volverse célibe.

Me ofreció que cuando todo fuera oficial, para evitar un cambio brusco a Arianita, podría venir uno que otro día al apartamento, para leerle su cuento, y que cuando ya se hubiese dormido, yo decidiría si me quedo o me voy, que no me afectaría, porque ya estoy acostumbrado a la habitación de invitados.

¡Qué complicado es tener que separarse de un hijo!, hay quienes creen que a los hombres no nos duele, ¡porque se supone que somos fuertes!, simples, ¡o qué sé yo!, sin embargo, no es cierto, ¡duele y mucho!

Y acepto, hay más de uno al que le vale madre hasta su madre, pero a mí no, ¡yo sí amo a mis tres hijos!, y lo único que me haría más feliz que estar con ellos permanentemente, es poder estar también con la mujer que amo, pero eso, ¡ya es pedirle mucho a la vida!

Después de esa noche, Eliana ya no me dijo nada, la escuché llorando en su habitación, no me pudo el remordimiento y entré a consolarla, se quedó dormida entre mis brazos sin parar de llorar; asegurándome que había intentado darle a su hija lo que ella no había tenido de pequeña.

Sin embargo, que no creía en amores sacrificados ni cosas por el estilo, y no quería mantenerme atado a ellas, porque a la larga, los dos terminaríamos haciéndonos daño y dañando a la niña; que era preferible que lleváramos una relación cordial y que los dos disfrutáramos de nuestra hija.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - ¿GANARÁ EL AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora