—Tienes razón, pero en este caso, ¡no fue él el culpable!, ¡realmente no era el papá de mi hija! —me confiesa, en voz baja y bajando la mirada.
—¡Qué...! —le pregunto, sorprendida de que admita que le puso el cuerno.
—¡Tampoco fue lo que estás pensando! —Me advierte de inmediato—. Lo quería mucho, y ¡nunca le hubiera sido infiel!
—¡Lo siento! —me disculpo, sin entender.
—Fue todo un lío —confiesa sin profundizar—. Pero ella, es lo mejor que me ha pasado —dice volviendo a señalar a su hija—. Y volvería a escogerla una y mil veces más —asegura, lanzándole un beso, cuando la niña la ve.
—¡Estoy segura de que sí! —le respondo suspirando y luego agrego—. Cuando me enteré de que estaba embarazada fue complicado, y me sentí entre la espada y la pared, sobre todo porque gracias a mi orgullo había tomado decisiones, qué terminaron no solo afectándome a mí.
—¡Supongo que no debió de ser fácil! —comenta pensativa—. Al menos tú, tuviste como comprobarle que los niños eran suyos —agrega viendo a otro lado—. En cambio yo, ¿qué le podía decir?, ¡si resultó que el hombre tenía razón!, —dice viéndome nuevamente—. Me sentía avergonzada, ¡le había fallado!, así que opté por huir —se sincera haciendo un puchero.
—Perdona mi indiscreción, ¿puedo saber qué fue lo que ocurrió? —le pregunto intrigada, con lo que me ha contado.
—Fui por una citología a la clínica, y salí con una inseminación qué nunca pedí —suelta con una sonrisa falsa.
Me quedo con la boca abierta, ya que es suficiente caos enterarse de que uno está embarazada, cuando lo que menos ha hecho es planearlo, ¡no se diga en semejantes condiciones!
—¡Increíble verdad! —Exclama ante mi reacción—. Ahora imagina como reaccioné yo al enterarme, en un inicio estaba tan molesta con mi novio, lo tildé de inmaduro, irresponsable, ¡y no sé cuántas cosas más!, porque creía que me había abandonado injustamente.
—¡Vaya que no la hemos tenido fácil! —le digo, tomando su mano.
—Ha sido complicado sí, —acepta—. ¿Te imaginas, como me sentí?, cuando tuve que contarle a mis padres, ¡que había decidido ser madre soltera!
—Tu novio es un desgraciado si te rechazó, ¡sabiendo que no fue tu culpa! —le digo molesta, de que culpen a alguien en semejante situación.
—No lo supo, no tuve valor de contarle, él le tenía mucha aversión a ser papá, ¡y yo no podía amarrarlo con un hijo de alguien más!
—¡Lamento no haber estado ahí para apoyarte! —le digo recordando como de unidas éramos cuando estábamos en el colegio.
—Tú tampoco la debiste de tener fácil —asegura ella.
—Ha sido difícil, pero como te dije, parte de la responsabilidad es mía por las decisiones que tomé en un inicio —acepto, más para mí, que para que escuche ella—. Hoy que nos encontramos me gustaría que continuemos en comunicación, ¡quiero que conozcas a mis bebés y a mi esposo! —le pido, más animada.
—Esperaba que trajeras a los niños ahora, creería que se parecen más a ti.
—Valentina, por el color de ojos y Mateo, por el color de cabello —le cuento, lo demás lo sacaron a su papá.
—¡Bonitos nombres! —guarda silencio un momento y luego me dice—. Hay algo que tienes que saber, y después de eso me dices, si aún continúas con la idea de que quieres que sigamos siendo amigas!
—¡Qué seriedad!, ¿qué ocurre? —quiero saber.
—¡Tu esposo y yo, ya nos conocemos! Y dudo que sea de su agrado verme —dice viéndome a los ojos y jugando con una servilleta.
ESTÁS LEYENDO
El DESTINO Y SUS JUEGOS - ¿GANARÁ EL AMOR?
RomansaDespués de todo lo que han pasado Isabella y Alexander, ¿será posible que el destino les tenga preparada alguna jugada en donde vuelva a unir sus vidas? Y de ser así, ¿qué ocurrirá? 1. Será que ahora que Isabella es mamá y conoce el valor de un hijo...