—Solo si prometes un final feliz —me dice con voz suave, comienzo a llorar y lo abrazo de inmediato besando su rostro, pero evitando sus labios—. ¡Supongo que esa es una confirmación! —sugiere.
—No, ¡pero me alegra tanto que hayas despertado!, ¿te encuentras bien?
—¡Podría decirse!, solo me siento como si me cayó encima un yunque de unas cuantas toneladas —responde haciendo un amago de sonrisa.
—Debo de avisar al médico —le digo queriendo soltarlo, pero feliz de que haya despertado.
—No te vayas, ¡tu mano está tan cálida!, déjame sostenerla un poco más —me pide cerrando los ojos y suspirando con pesadez.
—¡No te duermas por favor!, ¡déjame ir por un médico! —le pido preocupada de que vaya caer nuevamente en sueño profundo.
—Solo estoy descansando la vista —me asegura y sin abrir los ojos pregunta—. ¿Adónde se fueron todos?
—Tu mamá y Vanesa están descansando en una habitación aquí cerca, tu papá acaba de ir por un café, y Damon seguramente se fue a casa con Marian, pero ha estado al pendiente de ti, incluso participó en tu búsqueda —le cuento—. ¡Nos tenías con el bendito en la boca! —le hago saber.
—¿También te has estado quedando? —me pregunta esperanzado.
—Durante el día, por las noches he tenido que ir al apartamento, ¡por los niños! —Me excuso—. Pero tan pronto amanece he regresado aquí.
—¿Estabas preocupada por mí? —cuestiona simulando una sonrisa.
—¿Te parece que no debería de estarlo?
—Lo siento mucho —dice cerrando los ojos—. ¡Lamento haberlos preocupado!
—¡No hay problema!, con solo que te pongas bien, ¡eso es lo que importa! —le hago saber, sin soltar su mano.
—Voy a ponerme bien, y prometo que reclamaré ese combate —asegura, haciendo un gesto de dolor.
—¿Te duele algo? —le pregunto intentando soltarlo—. Tengo que ir por el doctor —le digo, preocupada por su gesto.
—¿Qué hora es? —quiere saber, aun sin abrir los ojos y aferrándose a mi mano.
—Cerca de las seis de la mañana.
—¡Madrugaste! —exclama intentando sonreír.
—¡En realidad no logré dormir! —le confieso.
—¿Por mí? —pregunta viéndome a los ojos.
—No, ¡hace mucho frio estos días! —le respondo con sarcasmo.
—¿Querías utilizarme nuevamente como manta térmica? —se burla.
—¡Dudo que estés en condiciones! —le digo, alegre de que tenga ganas de bromear—. Promete que vas a estar bien, ¡promete que vas a luchar! —le pido, sintiendo como bajan nuevas lagrimas por mis mejillas.
—Estoy aquí, ¡no me he ido a ninguna parte! —Asegura, volviendo a verme y presionando mi mano—. Entre otras cosas, tengo pendiente ir por un helado y un combate que cobrar —dice, con voz cansada.
—Voy por el doctor —le digo, zafándome finalmente de él.
—Promete que regresarás —me pide.
—Lo prometo —le digo dándole un beso en la frente.
Aviso al doctor que ya ha despertado, y de inmediato se dirigen a la habitación, cuando Carlo viene, me encuentra afuera, hecha un mar de llanto, y se asusta.

ESTÁS LEYENDO
El DESTINO Y SUS JUEGOS - ¿GANARÁ EL AMOR?
RomanceDespués de todo lo que han pasado Isabella y Alexander, ¿será posible que el destino les tenga preparada alguna jugada en donde vuelva a unir sus vidas? Y de ser así, ¿qué ocurrirá? 1. Será que ahora que Isabella es mamá y conoce el valor de un hijo...