—No te preocupes, ¡acomodaré mi agenda para tener esas dos horas libres!, ¿y los fines de semana? —le pregunto, esperanzado de que me deje llevarlos conmigo.
—Por lo general salimos esos días, pero déjanos acomodarnos y hablamos después al respecto.
—Gracias, ahí estaré más tarde.
—Bye —dice colgando.
—Bye —«amor», agrego en mi mente, de inmediato le marco a Lucí para que venga.
—Diga señor —me dice entrando con su tablet y una agenda.
—Lucí, quiero que revises mi agenda, y que al menos durante el próximo mes, dejes libre mi horario desde las tres y media, no programes para en la tarde reuniones que duren más de hora y media —le pido.
—Entendido señor, voy a revisar y a mover las actividades según me indica.
—¿Quiere que le agregue algo concreto para ese horario?
—No es necesario, ¡no va a variar!, más tarde viene Julián, lo haces pasar de inmediato —le pido.
En cuanto Julián viene le cuento sobre mis hijos, y le pido que tenga todo preparado para dar inicio al trámite de reconocimiento de paternidad, vamos a esperar un poco para dar tiempo a Isabella para que asimile todo.
A pesar de que me he perdido casi dos años de la vida de mis hijos, y todo el embarazo de mi princesa, me siento feliz, porque ellos son el fruto de nuestro amor, y esperar que llegue la hora de ir con ellos me emociona, como en su momento me emocionaba ir por su mamá a la universidad.
Cuando llego al hotel, me recibe Isabella, es todo lo amable posible, pero hay cierta nota de incomodidad en ella, así que yo me hago el mansito para no incomodarla de más.
Me lleva a una oficina que tiene un espacio adecuado para que jueguen y descansen los niños, me presenta a Mary y a Dina que son las niñeras de mis tesoros, y después se despide de los niños y de ellas, a mí solo me dice.
—¡Procura que no te abrumen! —y luego nos deja solos, se ve hermosa en su ropa de deporte, en serio, nadie que no sepa sobre la existencia de los niños, creería que ha dado a luz a tres hijos.
«¿Cómo se habrá visto embarazada?», me pregunto en mi mente, sin lugar a dudas, ¡hermosa!, no podría ser de otra forma.
Cuando venía de camino, pasé a una juguetería, le compré a Valentina una muñeca similar a la que tenía ayer, solo que esta tiene los ojos del mismo color que los de ella, y a Mateo le compré un carro de peluche.
Me siento en el suelo a jugar con los niños, y agradezco que no se muestren incómodos a mi lado, pues soy prácticamente un extraño para ellos, eso sí, ¡no son para nada quietos!, porque les encanta el relajo tanto o más que a Arianita. «Qué buen trío van a hacer estos», digo en mi mente, sonriendo y anhelando el momento en que pueda disfrutar de los tres juntos.
Cuando dan un poco más de las seis de la tarde, viene Isabella, ya se ha bañado y trae ropa limpia, la acompaña el imbécil de Dormán, y los niños de inmediato corren a sus brazos gritándole Api, se me retuerce el hígado y se me forma un nudo en la garganta al ver como los coge entre sus brazos.
De inmediato me pongo de pie y me pongo los zapatos.
—Black —me saluda indiferente, mientras les da un beso en la cabeza.
—¿No te desesperaron? —me pregunta Isabella, agarrando a Mateo de los brazos de Patrick.
—¡No!, mis hijos son los niños más bien portados que he visto —le respondo, haciendo referencia a que son mis hijos.
—¡Ya lo creo! —dice ella haciéndole cariñitos a los dos—. Ya es hora de irnos, despídanse de su papá —les pide acercándome primero a Mateo.
Lo cargo y le doy un beso.
—Hasta mañana hijo —me despido de él—. Pórtate bien con las chicas y no pelees con tu hermanita —le pido.
—Tina —pronuncia él, reconociendo a su hermana.
—Sí —le acepto dándole otro beso e intercambiándolo con Isabella por Valentina—. Y usted princesita hermosa, no pelee con su hermanito, tiene que quererlo y cuidarlo mucho —le pido besándola, ella se pone a reír y me abraza, yo la aprieto contra mí y me llena de sentimiento, tener que dejarla—. Hasta mañana princesa —me despido regresándola a su mamá.
Isabella me mira fijamente cuando se la entrego, pero no comenta nada, por obvias razones.
—Mañana a la misma hora —corroboro con ella.
—Sí, pon tu tiempo, ya conoces aquí, Mary y Dina se quedan con ellos mientras yo entreno —me responde.
—¿Puedo traerles algo especial que les guste de comer? —le pregunto.
—Aman las uvas, si les traes entrégalas a las chicas, ellas saben cómo dárselas —me dice centrando su atención en el cabello de la niña.
—Bien, hasta mañana, gracias Mary, gracias Dina —le digo a las chicas, que en verdad son un amor con los niños—. Dormán —lo saludo con un movimiento de cabeza y salgo de ahí.
Sintiendo como una enorme parte de mi ser se queda ahí con él, en el puesto que yo debería de estar ocupando, y que por intentar hacer bien las cosas perdí.
Son un poco más de las seis de la tarde, pero hoy Eliana quedó de cenar en casa de su abuelo con la niña, Damon, José, Dom y yo, quedamos de cenar en el restaurante de Dom, siempre lo hacemos una o dos veces al mes y hoy toca.
Y pienso aprovechar para contarles los acontecimientos, como aún no han venido ni José ni Damon, me dirijo al bar y me siento en la barra a platicar con Dom, que está de bartender.
—¿Cómo está la sobrina más linda? —me pregunta, sirviéndome un whisky.
—Linda, creciendo cada día más, y haciendo conmigo lo que quiere —le confieso.
—Un día de estos llegaré a cenar con ustedes, tengo días de no verla —me comenta sirviendo un trago para él.
Nos metemos en una plática sobre la niña, Eliana, el trabajo y no sé qué cosas más, hasta que estamos los cuatro y nos vamos a la mesa que hay reservada para nosotros, cuando estamos por terminar de comer les suelto la noticia, y logro dejarlos con la boca abierta
—¡Tu vida sí que es un drama!, —exclama José, aún sorprendido—. ¿Qué piensas hacer? —me cuestiona.
—¡No tengo muchas opciones!, lo que sí es un hecho, es que voy a iniciar los trámites para reconocerlos y darles mi apellido —vuelvo a ver a Damon y se ha quedado con la boca abierta—. ¿Y tú qué?, ¿te comieron la lengua los ratones? —bromeo con él.
—No, solo pensaba, en que pude haberme dado cuenta de todo ese día que vi a Erick en el hospital, ¡si tan solo se me hubiese dado por confirmar la información que me dio! —se lamenta tomándose de un solo el trago que tiene servido.
—Habrías evitado que me perdiera los primeros veintiún meses de vida de mis hijos —le hago ver, sin querer culparlo, ¡pero qué diferente hubiese sido todo!, si tan solo se hubiera tomado la molestia de comentarme al respecto.
—¿Ya hablaste con Eliana? —me pregunta Dom.
—No, más tarde pienso hacerlo, ¡solo espero que lo tome con calma! —les comento.
—¡Tendría que hacerlo! —Responde José—. No has hecho nada malo, ¡ni que la hubieras engañado!, tus hijos son producto de la relación que tenías con tu novia, ¡a la que dejaste por su culpa! —dice viendo a Dom.
—Yo en eso no me meto, ya saben que quiero a mi prima, pero no estuve de acuerdo en cómo hicieron las cosas, ¡en fin!, ¿qué le vamos a hacer? —dice suspirando.
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El DESTINO Y SUS JUEGOS - ¿GANARÁ EL AMOR?
RomanceDespués de todo lo que han pasado Isabella y Alexander, ¿será posible que el destino les tenga preparada alguna jugada en donde vuelva a unir sus vidas? Y de ser así, ¿qué ocurrirá? 1. Será que ahora que Isabella es mamá y conoce el valor de un hijo...