Perdición (+21)

Capítulo 36: Máscaras

Dedicado a: eladsni, Bar2013z

Capítulo 36: Máscaras

MAXIMILIAN HOFMANN

Esta mañana fue el punto sin retorno con la doctora Clark. Ya me había hecho la idea de alejarme de ella en cuanto por fin la tuviera, ese fue el trato de aquella noche en el auto, pero en vez de saciar mis ganas de follarmela, sentía que me las aumentaba y me imaginaba muchas más cosas por hacerle. Ella aceptaba mi intensidad, a ella le gustaba mi morbo, se me ponía dura solo al recordarla jadeando mi nombre y como se apretaba a mi alrededor cuando la hacia llegar.

Pero ella pasó los límites, me di cuenta de que la subestimaba demasiado, ella era astuta y si no me iba con cuidado, iba a arruinarlo todo.

En los juegos del ferviente deseo era muy fácil perder el juicio por una mujer que no dependía de su belleza física para resaltar, sino que era muy inteligente. No debía distraerme ante mi verdadero objetivo, solo tenía que mantenerme distante y enfocado.

Estaba atendiendo asuntos importantes con los otros coroneles del cuartel iraquí Haydar al Amili y con los complementarios del Alemania para la salida que tendríamos en unas horas, el gobierno estaba preocupado porque los Giraffen estaban movilizándose por todo el país de manera sospechosa, merodeaba las zonas de nuestra ruta principal como si esperaran por nosotros y tras el último ataque eso empezaba a intranquilizarme porque ellos eran capaces de arruinar por completo nuestros planes provocando una guerra, había que ir un paso adelante de ellos si queríamos tener éxito. 

De repente mi atención se desvió, todo pasó a segundo plano en el momento en que la vi entrar. Jana se había cambiado de ropa, ya no llevaba ese diminuto vestido negro que resaltaba cada curva de su cuerpo de anoche, pero, aunque estaba vestida con simples jeans y un suéter gris de cuello alto, sentí que me la puso dura otra vez al recordar como se veía sin nada de ropa y la manera en la me excitaba dejar mis huellas en su piel. 

Ella fingió que yo no estaba en el salón mientras tomaba la mano de ese inútil. Sabía que con esa ropa abrigada en medio de este clima caluroso cubría las marcas de nuestro delito en su piel, una estrategia para asegurarme de que él no la tocara. Tenía una máscara puesta con una expresión de tranquilidad como si no hubiera gritado mi nombre hasta el borde del desmayo anoche. Y me enojaba de sobremanera que se atreviera a pavonearse con él en mis narices.

Iban a tomar asiento juntos, Donovan le acomodó la silla y vi como ella le ofreció una leve sonrisa en respuesta por el gesto, tuve un malestar que subía desde la boca de mi estómago y se me atoraba en la garganta. Era esa ligera sonrisa en sus labios la que le dedicó a él la que me empezaba a poner colérico.

Donovan se sentó a su lado mientras hablaba de algo con uno de los militares alemanes y acarició descuidadamente la pierna de Jana dejando su mano ahí como si simplemente fuera costumbre, porque ella ni se inmutó, sino que tomó su cuaderno, se colocó sus lentes y empezó a anotar algunas cosas.

Sentía que me la ponía dura cada vez que se colocaba esos malditos lentes y su ceño se fruncía en concentración.

No volvió a mirarme ni por accidente y eso me puso más colérico aún.

Me voltee hacia el escritorio frente a mí y lo golpee, todos guardaron silencio enseguida y ordené:

—Agrupense por Servicios Especiales de cada país, no quiero que se mezclen.

Todos acataron mí orden con rapidez moviéndose como hormigas en la azúcar y sonreí internamente cuando la doctora Clark se cambió de asiento con el resto de mí equipo y se alejó del doctor Gustin.

No la quería cerca de él.

Cedí la palabra al comandante del cuartel iraquí Haydar al Amili; Mohamed Abdul para anunciar los planes de estrategia. Esto era simple, todos estaríamos armados por la amenaza terrorista de los Giraffen que nos pisaba los talones, y si se presentaba una guerra en el camino, la indicación era atacar y evitar morir.