Perdición (+21)

Capítulo 47: coleta rosa, Parte I

Dedicado a: titi Gurrea, astrocam_96, isahinestroz

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Capítulo 47: coleta rosa, Parte I

JANA CLARK

Me levanté como un resorte, él tenía la mano cubriendo su nariz y en su boca, su mirada incrédula como si aún se preguntara qué había acabado de pasar y cómo debía de reaccionar.

—Mierda, ¿te hice daño? —pregunté.

—No es grave, solo sangra un poco. —se limitó a decir sacando un pañuelo de su bolsillo y prosiguió a limpiarse la sangre.

No podía creer que había golpeado al comandante Hofmann, es decir, él parecía una roca.

—Déjame ver —dije y me coloqué de puntilla tomando su rostro entre mis manos, él bajó el rostro hacía mí para que yo pudiera verlo mejor, lo  examiné con detenimiento, creo que solo había roto algunos vasos de su nariz y por eso fue la sangre, pero por suerte ya se había detenido el sangrado.

—¿Cómo dejaste que te golpeara? —cuestioné con una leve sonrisa vergonzosa intentando aligerar la situación—, ¿acaso soy más fuerte que el gran comandante Hofmann?

Aun con su rostro entre mis manos alcé la vista a sus ojos y me fijé que tal como anoche, él mantenía sus profundos ojos azules fijos en los míos, mandando esa sensación intensa a mi estómago que me hizo temblar las piernas.

No, definitivamente no eran mariposas amables que revoloteaban haciéndome sentir como adolescente enamorada, eran avispas asesinas cubiertas en fuego que revoloteaban enojadas por todos lados en mi estómago y me incendiaban el cuerpo entero. Me estaba quemando viva, juro que fue la primera vez que sentí morir por los intensos sentimientos que sentía hacía él, no podía ser simples emociones, esto definitivamente era más, la conexión con él no era normal. Era irreal.

No sabía si él sentía esto, sin embargo, no se alejó de mí, sino que envolvió sus enormes manos alrededor de mí cintura, siempre que estaba con él me sentía diminuta de tamaño, él era enorme.

—Realmente estar cerca de ti, siempre me mantiene con la guardia baja, doctora Clark —susurró, su voz se tornó más profunda.

Mí rostro se volvió rojo, sentía que no sólo la cara me ardía, sino también el medio de mis piernas, mí vientre, mí cuerpo...

Tragué pesadamente saliva cuando su mano deambuló por mi pantalón y se topó en mi bolsillo con mi coleta rosa; alzandola hasta tenerla a la altura de mis ojos.

—¿Qué es esto? —preguntó, lucía diminuta y hasta algo ridícula en su mano.

—Es una coleta —dije y agregué con sarcasmo:— ¿la quieres?

Él mantuvo una leve sonrisa en la comisura de sus labios y se la colocó en la muñeca como si fuera una pulsera, pareciendo algo completamente extraño que alguien tan rudo como él tuviera un accesorio rosa.

—Eres todo lo que nunca pensé conocer —comenté.

Algo brilló en su mirada, pero no dijo nada y yo continué diciendo:

—Siempre preferí a los hombres buenos que no dieran problemas.

—Siempre preferíste lo aburrido —respondió—, pero conmigo nunca te aburrirás.

Vi el pañuelo sucio de sangre que guardó en su bolsillo lentamente, su mirada me ponía algo nerviosa.

—Lo siento otra vez por golpear te Max... Maxi... —aclaré mí garganta— Comandante Hofmann.