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Capítulo 39: pesadillas húmedas
JANA CLARK
(2 días en carretera contínua)Vapor caliente cubría por completo mi cuerpo mientras él sostenía mis piernas para mantenerlas abiertas, su boca sobre mi sexo, su lengua moviéndose con rapidez causando que no pudiera dejar de mover mis caderas por el montón de sensaciones que me causaba. Él me aguantó más fuerte de los muslos manteniéndome inmóvil a la fuerza mientras continuaba con su tortura encima de mí, quise tocar su cabello mientras echaba mí cabeza hacia atrás sintiendo que ya estaba por venirme.
«Joder, me encantas, me encantas demasiado»
Me mordí el labio inferior evitando gritar, pero no podía, era demasiado para mí. De repente se separó de mí abruptamente y con una mano me sujetó de las muñecas, mis piernas temblorosas, mi vientre quejándose pidiendo acabar. Se subió sobre mí colocando mis brazos encima de mi cabeza, su cara a la altura de la mía dejándome sin aliento al ver sus preciosos ojos de azul maldito.
—Te he dicho, que no te muevas. —susurró con voz ronca— Ahora te toca castigo.
Relamí mis labios y abrí la boca bien grande cuando él se subió sobre mí y me metió toda la polla, la punta tocando el fondo de mi garganta, ahogándome, mientras algunas lágrimas escapaban de los costados de mis ojos, pero me encantaba este juego, solo me acumulaban las ganas de él; de que siguiera explotando los puntos sensibles de mi cuerpo donde obteníamos placer del otro. Un gruñido salió de su garganta y dijo con voz ronca:
—Buena chica.
Abrí los ojos sobresaltada cuando el neumático del auto cayó en un hueco y salté del asiento cayendo en parte de abajo del auto.
—Lo siento, doctora. —dijo uno de los copilotos, el teniente Frederick viéndome en el piso del auto.
—Es que el camino no está asfaltado —se justificó el conductor; el teniente Gregor, ellos habían estado tornándose para manejar a lo largo del viaje.
Ese golpe más que despertarme, casi me sacó el alma.
—No hay problema. —murmuré llevando una mano a mi pecho sintiendo mi corazón latir desenfrenado. Me volví a sentar y tomé de mi termo de agua al sentir mi garganta reseca, mis mejillas enrojecidas y mi cuerpo aún tembloroso por ese sueño que había tenido de él; el comandante Maximilian Hofmann.
«Buena chica»
Cerré los ojos, joder esa simples palabra viniendo de su voz ronca era capaz de atravesarme el alma entera, la cabeza, las ideas y prenderme en cuestión de segundos así se tratara de solo un sueño húmedo... o pesadilla húmeda mejor dicho. Suspiré y miré el anillo de diamante que me había dado Donovan una prueba de nuestro compromiso y nuestro futuro estable.
«No deberías pensar esto, renunciaste a Maximilian»
Bebí más agua hasta acabarla toda intentando calmarla y la volví a guardar, lo cual sabia era una terrible idea considerando que estabamos de camino y no nos detendriamos hasta que llegáramos al límite donde los autos ya no podrían avanzar con nosotros y empezariamos la caminata hacia el Golfo Pérsico.
Joder, tanto tiempo de viaje, ya me dolía la espalda y para empeorar las cosas, el comandante Hofmann ni siquiera me dejaba estar tranquila ni en mis propios sueños. Saqué mi diario y empecé a escribir:
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Perdición (+21)
RomanceCuando Jana, una talentosa y apasionada arqueóloga, es elegida para un proyecto de exploración por el gobierno, no imagina que esta misión cambiará su vida para siempre cuando conoce al comandante Maximilian Hofmann; el prometido de la mejor amiga d...