California

703 83 13
                                    

California - Feid

Bebé, me siento en California
Porque fumo y no me dicen nada (-ow)
Bebo y no me dicen na', yeah, yeah, uy
Tú y yo vamos a hacer historia
Llego, prendo y no es pa' pelear
Llego y prendo y es pa' chingar

Narra Richard

Me subí por la ventana de mi novia, casi me caigo, pero no era la primera vez. Ya tenía práctica en esto de las escapadas nocturnas. Una risita se me escapó al recordar las veces que casi me pillan, pero esta vez estaba decidido a no hacer ruido. Entré y la vi ahí, acostada, dormida como un angelito, su respiración suave llenando el cuarto. Me acerqué y la sacudí un poco.

—Hijueputa, no haga eso —dijo, sobresaltada, susurrando entre risas, con esa cara de susto que siempre me hacía reír.

No me aguanté y la besé, suave, lento, disfrutando cada segundo. Sonrió, y me sentí tranquilo. Me acosté junto a ella, la cargué y la cubrí con la sábana.

—¿Por qué no llevas pantys? —pregunté, subiendo un poco la camisa, viéndola desnuda debajo.

—Casi nunca llevo pantys para dormir —respondió bajándose la camisa de nuevo, con esa timidez que siempre me volvía loco. Aunque la conozco bien, sé que le daba un poquito de pena.

—Pero casi siempre duermes conmigo... ¿Qué tal que alguien entre a robar y vea lo que es mío? Yo me mato con ese —bromeé, pero había un toque de posesividad en mi voz.

—¿Lo tuyo? —repitió ella, alzando una ceja con una sonrisa desafiante.

—Lo mío —respondí, inclinándome para besarle el cuello. Sentí cómo su cuerpo se relajaba debajo del mío.

Sin decir más, su mano bajó hasta mi pantalón, deshaciéndose de él en cuestión de segundos. Nos conocíamos demasiado bien, cada movimiento era como una coreografía ensayada una y otra vez. La vi sonrojarse mientras yo le quitaba la camisa.

—Aún duermes con mi camisa, eh —comenté, disfrutando de cómo se veía con ella.

—Me queda linda —respondió, y aunque trataba de mantener la compostura, el rubor en sus mejillas la delataba.

—Te queda perfecta —le susurré antes de acomodarla, haciendo que se sentara sobre mí.

Sentí cómo se estremecía, sus manos apretando mis hombros con fuerza mientras sus ojos se cerraban con ese gesto de dolor y placer mezclado. Se mordió el labio, intentando controlar sus sensaciones.

—¿Te duele mucho? —le pregunté, preocupado por su reacción.

—Quizás sea porque hace tiempo que no te siento —respondió, su voz entrecortada—, me duele un poquito.

Me incliné hacia adelante, besándole el cuello, buscando generar más placer para que su cuerpo se adaptara mejor. Sabía exactamente cómo hacerla sentir bien, cómo hacer que el dolor desapareciera.

—Aún no te la meto completa —dije, mientras seguía besándola suavemente.

—¿Qué? —preguntó sorprendida, abriendo los ojos.

—Solo tienes la punta, relájate un poco para que te abras más —le expliqué, sin dejar de mirarla—. Me encanta cómo gimes mi nombre —susurré en su oído, provocando que un gemido escapara de sus labios.

—Métela toda —gimió, desesperada, y no pude resistir más.

Con un movimiento lento, lo hice, y su cuerpo tembló sobre mí. Saqué mi teléfono y, en un impulso, le tomé una foto mientras me miraba con esos ojos llenos de deseo.

—No sabes cuánto extrañaba esto... —dije, mientras sus manos se aferraban a mi pecho y yo seguía moviéndome dentro de ella, más rápido, más fuerte.

Sentí cómo el ambiente se volvía más pesado, el sonido de nuestras respiraciones, sus gemidos llenando el cuarto, el olor de su piel, de su cabello, todo era perfecto.

—No te puedo reemplazar —dije con una sonrisa, sabiendo que, por más que la vida nos llevara por caminos distintos, nadie más podría hacerme sentir así—. Tú te haces extrañar.

Ella sonrió, y antes de que pudiera decir algo, la giré, dejándola boca abajo mientras la sujetaba con firmeza. Me incliné sobre su oído, sintiendo su piel erizarse bajo mis labios.

—Hoy te quiero hacer historia —susurré—. Nadie más que tú puede hacerme sentir así.

Y mientras ella gemía mi nombre una y otra vez, supe que esta noche, como tantas otras, iba a ser inolvidable.

No te puedo reemplazar, tú te haces extrañar
Esa foto que me mandas yo te la quiero tomar
En mi casa hay open bar, te vo'a coger esquinea'
Cuando te tenga encima 'e mí yo no le vo'a bajar

One shots . Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora