Me rehuso – Danny Ocean
Para todos aquellos amores que fueron obligados a separarse...
Nunca les ha pasado que tienen una relación bonita, con un novio que parece ser todo lo que siempre soñaron, pero siempre hay una ex que se mete en medio? Esa persona que no importa lo que hagas, siempre está ahí, y peor aún, casi toda su familia la adora. Te miras al espejo y te das cuenta de que, poco a poco, incluso tú empiezas a sentir que él está mejor con ella, que tal vez el lugar que ocupas no es el tuyo. ¿No les ha pasado?
Bueno, a mí sí.
Flashback
—Richard, no me llame más. Haga su vida, siga los consejos de su papá, de su prima, de sus hermanos, de su cuñada... y céntrese en Natalia. Vuelva con ella, no me busque más. Ojalá Dios le llene la vida de éxitos.
Colgué el teléfono con un nudo en la garganta, bloqueando su número de inmediato. Mis piernas no resistieron más y me dejé caer al suelo, abrazando mis rodillas mientras los sollozos me ahogaban.
Fin del flashback
Acababa de salir de la ducha cuando sentí el teléfono vibrar. Envolví mi cuerpo con la toalla, aún con el cabello mojado, y me acerqué al aparato. El nombre en la pantalla me detuvo por un segundo. La señora Sandra.
Dudé si contestar. Ella siempre se había portado bien conmigo, incluso cuando todo terminó con Richard. De hecho, era de las pocas que siempre apoyó nuestra relación.
—¿Hola? Buenas tardes —respondí con un leve temblor en la voz.
—Hola, mija —dijo la familiar voz de la señora Sandra—. Necesito pedirle un favor, pero no sé si se sienta incómoda.
Suspiré en silencio, sabiendo que lo que viniera podría ser complicado.
—No se preocupe, dígame. Yo veo en qué puedo ayudar —contesté, intentando sonar natural.
—Es que... Richard viene hoy y... yo quisiera saber si podría tomarnos unas fotos familiares para la Navidad. Usted es la única fotógrafa que conozco que puede hacer algo tan bonito —explicó, con cierta duda en su voz.
Mi respiración se detuvo por un segundo. ¿Toda la familia? Sabía perfectamente lo que esa pregunta implicaba.
—¿Va a estar toda la familia? —pregunté, sin rodeos.
Ella titubeó, pero respondió:
—Sí, mi niña, pero no se preocupe. Usted toma las fotos y se va, no tiene que quedarse.
La mente me daba vueltas. Era demasiado. Mi corazón aún no estaba listo para verlo, para estar cerca de él, de ella.
—Más tarde le mando un mensaje de confirmación, señora Sandra —logré decir antes de colgar.
Sentía el estómago hecho un nudo cuando bajé al comedor, donde mi tía y mi hermana ya almorzaban. Me senté frente a mi plato, pero apenas tenía apetito.
—¿Por qué esa cara? —preguntó mi hermana con curiosidad.
—La señora Sandra me llamó... Quiere que les tome unas fotos de Navidad. Con toda la familia —contesté, mientras jugaba con la comida sin realmente comer.
Ambas me miraron sorprendidas, sus ojos abiertos como platos.
—¿Vas a ir? —me preguntó mi hermana, un poco incrédula.
—No sé... Nos caería bien el dinero —dije, aún con la mirada baja.
—Pero tampoco lo estamos necesitando. Con lo que ganas tú y lo que gana tu hermana, estamos bien —intervino mi tía, en un tono comprensivo.