Girl

994 66 26
                                    


Girl - Myke Towers

Girl, qué raro que no has llama'o
Un par de phillies he quema'o
Pensando en ti, en to'as las posiciones...

La música vibraba a través de los altavoces de mi carro mientras bajaba el vidrio en un semáforo. Encendí un cigarrillo y di una calada lenta, disfrutando del humo que escapaba hacia la noche. De reojo, vi el carro de al lado. Lo reconocí al instante.

Richard Ríos.

Una sonrisa me escapó sin querer. Sabía perfectamente hacia dónde iba, y no podía evitar divertirme con la idea. Apenas el semáforo cambió a verde, lo vi acelerar, intentando provocarme, llamando mi atención para que corriéramos. Pero hoy no. Hoy no estaba para juegos. No con él.

¿Dónde quiere que nos veamos, en R.D. o Nueva York?
¿Ya le contaste de nosotros a tu hermana mayor?
La mai' me vio con to'as las prenda' y casi se desmayó
Señora, la que empieza a bellaquearme es ella, no yo

Aceleré cuando una curva lo permitió, superándolo con facilidad, el rugido del motor reverberando en el aire. Llegué al punto de encuentro: luces de neón, carros brillantes y gente riendo, el mismo espectáculo de siempre. Aparqué el coche a un lado y me dirigí hacia Naty, que ya estaba lista con las banderas en la mano. Lucía sus shorts negros, top ajustado y esas botas de tacón que hacían eco en el asfalto.

—Black girl —la saludé, dejando un beso en su mejilla.

—Hola, amor —respondió con una sonrisa traviesa, pasándome una cerveza.

La destapé y di un sorbo mientras el aire fresco de la noche me envolvía.

—¿Correrás hoy? —me preguntó, arqueando una ceja.

—No sé, hoy estoy indecisa —contesté, mientras el estallido de los fuegos artificiales iluminaba el cielo.

Entre el resplandor de las luces, oí esa voz ronca y familiar que me hizo girar los ojos.

—Uy, pero mira quién está aquí... —Richard sonrió con esa arrogancia característica.

—Tiempo sin saber de ti, Ríos —respondí sin siquiera mirarlo al principio. Pero al girarme, lo enfrenté directamente.

—Me extrañas, yo lo sé —soltó él, con esa seguridad que me ponía los nervios de punta.

No pude evitar reírme, una risa cínica que resonó en el aire.

—Vamos a fingir que no me llamas desde otros números —le dije, sabiendo bien que ese comentario le golpearía el ego.

Richard, sin perder la calma, se inclinó ligeramente hacia mí, sus ojos centelleando.

—Pensé que ya habías dejado el cigarrillo —cambió el tema, su mirada fija en la colilla que descansaba entre mis dedos.

—Lo que es, nunca deja de ser —respondí mientras daba otra calada lenta—. Pero está todo bajo control, como siempre.

Su sonrisa se ensanchó, pero esta vez no era la típica sonrisa arrogante. Era más... contemplativa.

—Hace poco me encontré a tu mamá. Me dijo que andabas metida en las mismas cosas de siempre.

—Qué tierno, Ríos —respondí sarcástica, mientras lanzaba la colilla al suelo y la aplastaba con el pie—. Pero es hora de correr. Dale saludos a tu mami también —dije mientras me daba la vuelta y caminaba hacia mi carro, sabiendo que él no apartaba la vista de mí.

Podía sentir su mirada recorriendo cada paso que daba, y la sonrisa que aún mantenía en sus labios. Sabía que esto no terminaba aquí. Con Richard, nada terminaba tan fácilmente.

Oye, ya no estoy pa' amore', pero estoy pa' ti
No te celo, pero no te pienso compartir
Ella viene y va y yo sigo aquí
'Tá por Guayaquil, pero e' del Young Kingz, ey

One shots . Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora