Escada do prédio

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Escada do prédio - Pedro Sampaio, Marina Sena

Lean con la canción de fondo.

Tu quer me encontrar, quero te ver
Vamo se aventurar, eu e você
A escada do prédio já virou o nosso quarto
E em cada andar a gente fica ensopado

Era hora de abordar mi avión hacia Brasil. Estaba emocionada, Nana, mi prima, y yo siempre escogíamos un destino diferente cada año para viajar, y esta vez tocaba...

📍 Río de Janeiro - Brasil
📍 Halloween

Al llegar a la puerta de embarque, una azafata me recibió con una sonrisa:

—Buenos días, bienvenida. ¿Lista para su vuelo a Brasil? —preguntó con amabilidad mientras revisaba mi boleto.

—Más que lista —respondí con entusiasmo—. ¡He estado esperando este viaje por meses!

—Qué bueno escuchar eso. Espero que disfrute su estadía en Río. Es una ciudad increíble —dijo ella mientras me devolvía mi pasaporte.

—Eso espero —le contesté, sonriendo mientras pasaba al avión.

El vuelo fue tranquilo, aunque me dormí la mayor parte del tiempo. Cuando me desperté, el capitán anunciaba nuestra llegada. Fueron aproximadamente seis horas de vuelo.

Al llegar al aeropuerto, vi a Nana desde lejos. Corrí hacia ella y la abracé con fuerza.

—¡Dios mío, tanto tiempo sin verte! —exclamó ella emocionada.

—¡Demasiado! —respondí con una sonrisa. Ya extrañaba nuestras locuras.

—El año pasado en Puerto Rico fue increíble, pero estoy segura de que este viaje lo vas a amar aún más —me dijo mientras caminábamos hacia la salida.

—¿Por qué estás tan segura? —pregunté, un poco intrigada.

—He escuchado que las fiestas de Halloween aquí son de otro nivel. ¡Dicen que son espectaculares! —respondió dando brinquitos de emoción.

—Uuuuu —dije yo, haciéndole un mini baile en broma.

Cuando llegamos al hotel, que quedaba cerca de la playa, Nana ya estaba instalada porque había llegado unas horas antes. No perdimos tiempo, y decidimos darnos un chapuzón.

Me puse un vestido de baño blanco con detalles dorados, y pasamos toda la tarde riendo, comiendo, nadando, y, como no podía faltar, tomándonos fotos. Las mejores postales para el recuerdo.

Ya en el hotel, a las 8 p.m., Nana se bañó primero mientras yo desempacaba mi disfraz. Cuando ella salió, me tocó a mí. Al salir de la ducha, el frío de la habitación me erizó la piel. Nana ya estaba haciéndose un maquillaje de gata, que le quedaba espectacular. Siempre ha sido la mejor maquilladora que conozco.

Mientras dejaba que mi pelo se secara al aire libre, me puse mi disfraz: policía, con botas altas negras. Perfecto para la ocasión.

—¡Estoy lista! —dije, tomándome una última foto frente al espejo.

—Espero que atrapes a todos los criminales, porque ese disfraz te queda único —rió mi prima.

Tomamos un taxi hacia la discoteca, que se veía mucho mejor de lo que esperaba. Los disfraces eran increíbles, y la música nos envolvía. Después de un rato, mientras tomaba una caipirinha en la barra con Nana, sentí la mirada de alguien sobre mí. Miré a los lados, pero no vi a nadie en particular, así que lo dejé pasar.

Un chico se me acercó y me invitó a bailar, a lo que accedí. Después de un rato, regresé a la barra, y vi que Nana también estaba bailando, ¡con un chico vestido de árbol! Sí, de árbol. Reí en silencio.

One shots . Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora