Braulio – Mr. BlackBraulio, el hijo de la vecina, el mayor
Dejó de ser gallina para volverse ratón
Y ahora vengo más fuerte, lucho
No hay quien me aguante, lucho, no, no, no...—Venga, vayamos al pico que van a poner hoy —dijo Carolina, tirándose en mi cama mientras yo me peinaba.
—¿Y dónde es? —preguntó Valeria, curiosa.
Las dos eran mis mejores amigas, inseparables desde siempre.
—No es tan lejos —respondió Carolina con una sonrisa traviesa.
—¡Ay sí, marica! Hace rato que no vamos a un pico —dije, dando un pequeño brinco de emoción. Las tres nos reímos como locas.
No encontraba qué hacer al ver la situación
Andaba en vueltas raras, para él era la solución...La noche llegó más rápido de lo que esperábamos. Ya estaba lista, dejándome el cabello suelto, aunque metí una moña en mi bolso porque el calor y la espuma seguramente me iban a dejar el pelo vuelto un desastre. Me puse un top brillante, unos shorts y mis Air Force, lista para tirarme los mejores pases.
—Ni sé bailar, pero bueno... —dije riendo mientras Carolina y Valeria ya estaban listas. Llamamos un InDriver, me despedí de mi mamá, me eché perfume y salí con ellas.
Ya Braulio no va a la iglesia a hablar con papá Dios
Ya Braulio no se confiesa, cómo Braulio cambió...Al llegar, la bulla se escuchaba desde la esquina. Extrañaba todo esto: la gente, las cervezas, el desorden. Eran las 11 de la noche y el ambiente estaba en su punto, con todos ya bien entonados.
Valeria no perdió el tiempo y empezó a echar pases de champeta en medio de la multitud. Carolina la seguía, y en un momento, nos metimos en un desorden de espuma, maicena y trago. En medio de eso, note algo
¿Marica, se parece a Luis Díaz? pensé, pero lo dejé pasar. Seguimos la fiesta, y mientras tomaba un trago, volví a notar al chico.
—Eche, yo no sé si estoy muy tomada, pero juraría que vi a Lucho Díaz —dije, señalando hacia donde estaba. Carolina y Valeria me miraron sorprendidas.
—¡Ay, marica! —exclamó Carolina, riendo incrédula.
—Venga, vamos a pedirle una foto pa' su mamá —dijo Valeria, jalándome del brazo hacia donde estaba el grupo.
Nos acercamos, y allí estaban: Carrascal, Lucho Díaz y Richard Ríos. Los saludé, intentando no gritar demasiado por la música.
—Hola, ¿nos podríamos tomar una foto con ustedes? —les dije casi gritando para que me escucharan.
Ellos se rieron y asintieron. Nos tomamos la foto, la revisé y quedamos espectaculares.
—Mi mamá no me va a creer —dije, mirando la foto emocionada.
—Párchense con nosotros —dijo Lucho, y mis amigas rápidamente asintieron, emocionadas por la invitación.
Mientras hablábamos, no pude evitar preguntarle a Richard:
—Venga, ¿usted qué hace en un pico? —dije, sonriendo con curiosidad—. Me parece que hay un intruso aquí.
Richard se echó a reír.
—Parce, yo le copio a todo —respondió, riendo.
Braulio traqueteaba, no le importaba que lo veían...
Lucho me miró con curiosidad.
—¿Usted es costeña, cierto? —preguntó, y yo asentí con una sonrisa.
—Enséñelo a bailar pues —dijo, señalando a Richard.
Valeria y Carolina llegaron con una botella más grande, y Valeria le ofreció un trago a Richard antes de que yo lo tomara de la mano.
—Yo lo enseño a bailar, pero ¿qué quiere aprender? —le pregunté, riendo.
—Enséñelo una champeta lenta, esa la que está sonando —intervino Carrascal, riéndose de fondo.
Asentí, y lo agarré de la mano para levantarlo. Él se veía algo perdido al principio, pero luego empezó a seguirme el ritmo.
—Párese un poco más de lado —le dije mientras lo acomodaba para bailar más pegados—. Eso es, ahora siga el ritmo con las caderas.
Al principio, estaba algo tieso, pero después de unos minutos, agarró el ritmo bastante bien. Podía atreverme a decir que bailaba mejor que muchos de los que conocía.
El que no nada se ahoga, así Braulio me decía
Ya me siento en la gloria, soy un ladrón...Seguíamos bailando mientras la música sonaba con fuerza. Me acerqué y le susurré al oído:
—Oiga, pero usted no baila tan mal.
—¿No? Yo pensé que sí —respondió, riendo en mi oído.
—¿Le gusta la costa? —le pregunté.
—Demasiado —respondió, sin dejar de moverse—. Y en especial estos turbos.
Me eché a reír, y él me siguió.
—No, mijo, a usted lo que le gusta es el desorden —le dije, y ambos reímos mientras seguíamos bailando pegados.
...
Muy costeño este one shot JAJAJAJJAJA lo siento 💘