Talento de su mama

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Talento de su mamá - Wolfine

Aclaración: richard es el padrastro

Talento de su mamá
Talento de su mamá
Talento de su mamá
Talento de su mamá

Estaba acostada en mi cama, recién salida de la ducha, con el cabello aún mojado cayendo sobre mis hombros. Me había puesto un top pequeño y la parte de abajo de mi pijama. Sabía que estaría sola hasta muy tarde; mi mamá tenía turno nocturno en el hospital, y además, habíamos tenido una pelea antes de que se fuera, así que era seguro que no llamaría para saber cómo estaba. Perfecto.

De repente, sonó el timbre de la puerta. Sabía quién era.

Bajé corriendo las escaleras y abrí la puerta de un tirón. Ahí estaba Steven, con su sonrisa de siempre.

—¿Quiubo pues? — me saludó, chocando los puños conmigo y lanzando una mirada rápida dentro de la casa. —¿Sola?

—Sí, sí, pasa rápido antes de que los vecinos te vean. — Respondí nerviosa, mirando a ambos lados de la calle, asegurándome de que nadie estuviera espiando.

Steven entró y sacó de su bolsillo una bolsita con marihuana.

—Veinticinco gramos. — Me dijo, entregándomela mientras yo le pasaba el dinero.

—¿Todo completo? — Dijo dándole una última mirada a la plata. Sin esperar mi respuesta, se dio la vuelta y desapareció.

Cerré la puerta y suspiré con una sonrisa. Lo amo, mi dealer de confianza.

Guardé la bolsita en mi cajita de Hello Kitty, la cual dejé sobre el sofá, y rápidamente cerré las cortinas, apagando las luces de la sala. Fui a la cocina a llenar mi vaso Stanley con agua. Ya empezaba a sentir la risa nerviosa subiendo en mí, el tipo de risa que solo te da cuando sabes que estás a punto de perder el control.

Me acerqué al sofá y saqué las laminitas para empezar a armar el porro. Hice tres, guardé dos y prendí uno. Di una calada larga, sintiendo el humo llenar mis pulmones y soltándolo lentamente en la sala, que pronto empezó a llenarse de una neblina gris. Me dejé caer en el suelo, relajada, disfrutando de ese momento de soledad.

Uno más — pensé, ya sintiendo el efecto de la primera calada. Saqué uno de los porros que quedaban, lo prendí y seguí fumando. Todo se estaba volviendo más y más gris a medida que el humo se acumulaba en la sala, y yo no podía evitar reírme por lo estúpido que parecía todo. Me sentía increíblemente ligera.

Cuando estaba terminando el segundo porro, sentí una presencia. Alguien me hablaba.

—Ey, ey... —

Abrí los ojos lentamente, parpadeando para enfocar, y lo vi. Era Richard, el novio de mi mamá, apartando el humo con la mano mientras me miraba con una expresión que no supe descifrar al principio. No me di cuenta de cuándo había entrado, ni cómo no lo había escuchado.

Solté una carcajada que duró lo que me pareció una eternidad. ¿En serio? ¿El novio de mi mamá pillándome drogada? Esto era surreal.

—¿Qué putas hacés? — Me dijo casi gritando mientras me quitaba el porro de la mano y abría la ventana para tirarlo.

—Oye, eso era mío — Le respondí, con esa risa tonta que ya no podía controlar.

—¿Por qué fumas esas mierdas? — Dijo él, visiblemente enfadado.

—¿Y a usted qué le importa? — Le grité de vuelta, aún riéndome.

Se quedó en shock. Creo que nunca habíamos hablado tanto antes, y mucho menos en ese tono. Se sentó en el sofá, rascándose la nuca y mirándome con preocupación.

One shots . Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora